Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

VIII

"Hay quienes creen que solo hay un tipo de amor.

He ahí el error porque la variedad es la que comanda el mundo, y en este aspecto no hay excepción.

Se especula que existen tres tipos, o quizás más...

Uno de estos es cuando ese sentimiento a veces no es reciproco, pero no deja de percibirse en el pecho como un dolor torturante y letal.

Hay otros que sencillamente son mutuos.

Ese es el más lindo, puro y llevadero.

Aquel que es tan genuino que vivirlo es un verdadero goce, y experimentarlo de personas con una suerte gigante.

Porque pese a todo cuando es mutuo ese sentimiento todo lo puede, todo lo tolera, todo lo supera.

Te hace invencible.

Pero entre la desdicha, y la fortuna fehaciente existe un punto medio.

Ese que esta entre la dura realidad, y la ensoñación del amor más puro y real.

Ese tan prohibido como mortal.

Que sentirlo es una fortuna, pero vivirlo una verdadera tortura.

Ese amor imposible que se torna imborrable.

Tan pasional que sucumbir a él es inevitable.

Aquel que sabes que tiene inicio, y final porque por más de que lo desees no es para siempre.

Que dañar es más fácil que amar, y arrancarte el corazón del pecho es mejor que aquel tortuoso final.

Porque a la palabra vivir no se le hace honor, cuando lo que más amas es a lo que más daño le haz de causar.

Porque solo puedes tener presente, y ser consciente que arrepentirte es lo mismo que negar lo que tu corazón clama, y tu conciencia ruega por olvidar".

********

 

El viaje a Andalucía se le hizo largo y pesado, pese a que apenas habían transcurrido unas cuantas horas.

Despues de que Luisa se perdio de su vista no aguanto mucho en el carruaje, asi que más por ansiedad y no pensar decidió pese a la lluvia que estaba por invadir el lugar montarse en el lomo de uno de los caballos, terminando de hacer el trayecto en este.

Los remordimientos lo embargaban, la culpa lo atosigaba.

Su familia era su pensamiento permanente.

Les estaba traicionando.

Su madre lo entendería y hasta si le explicaba las cosas lo apoyaría, pues ella lo único que deseaba era su felicidad sin importar que.

Su hermana se burlaría de él, y con su curiosidad nata haría cualquier cosa por conocer a su esposa, hacerse su amiga.

Pero su padre...

Él era el verdadero inconveniente.

Lo habia defraudado, y solo era cuestión de tiempo para que se enterara.

Seguramente lo dejaría en la miseria.

Lo menos que se merecía.

No obtendría aquel título que en su momento le importo como a nada.

Porque era un honor portarlo.

Tener el placer de decir que se ganó llevar el ducado de Beaumont a sus espaldas, pero para esas fechas era un indigno.

Se prendo del enemigo.

De la mujer más prohibida como perfecta.

De aquella que reto sus sentidos.

Que desafío sus principios.

Que rompió todo por lo que luchaba, cambiando sus ideales.

Se arrepintió del impulso de proponerle aquello, de querer desposarla en contra de todo.

De luchar contra corriente.

Pero al verle tan llena de temores, tan frágil, tan humana habiendo provocado aquello, solo le reafirmo que aunque no hubiese sido la decisión correcta para el mundo, para ellos sí lo era.

No podía permitir que alguien disfrutara de una mujer tan excepcional, y que ese afortunado no fuese él.

Su risa acuosa le puso a vibrar el corazón.

Esa mujer era su todo, ahora ella se habia adueñado de todo su ser, y por nada en el mundo la dejaría pasar.

A costa de lo que fuese.

Asi perdiera su familia.

Un golpe demasiado fuerte, pero con el tiempo trataría de recuperarles.

Solto una exclamación de profundo dolor.

Todo era tan difícil.

Los lacayos le miraban sin que él lo notase con algo de lastima.

Era la gente de su padre, pero la lealtad estaba con él.

Despues de descansar en una posada y adecentarse, al anochecer arribo con éxito a donde todo inicio.

Llenando el aire de nostalgia y de recuerdos tan vividos, que escapársele un suspiro fue inevitable.

Se estaba haciendo real.

Frente a sus ojos se alzaba una iglesia grande, o en este caso la capilla de un gran convento que quedaba a uno cuantos kilómetros del lugar.

Se hacía llamar igual que este.

San Francisco de los Mártires.

Una esbelta bóveda de granito.

Se destacaba la portada renacentista con columnas y pilastras coronadas por el escudo de los Sotomayor y los Enríquez.

Quizás la única en toda Andalucía.

Conocida por su párroco Vicente Pérez, un servidor de Dios, aunque tambien un fiel seguidor del conde de Belalcazar.

Persuadirlo para que llevase a cabo todos sus deseos, sería una verdadera odiosea.

Peor que la de Homero.

Bajo de su montura, y sin dar más espera se internó al lugar.

Observando su arquitectura, y como en el centro de todo se enaltecía una imagen de la cruz con el salvador del mundo flotando, siendo el emblema de esta.

Todo el lugar con secciones de pared asemejadas al oro.




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