Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XII PARTE 1

“Poco a poco las verdades salen a la luz.

Planes que poner en marcha.

Confesiones que reafirman lo que ya se tenía claro.

Una razón de peso demasiado asqueante que deja sin sabores.

Colosales porque resueltos, con incógnitas en el aire durante el proceso.

Aunque la vida se empeña en poner obstáculos que hacen dudar del plan trazado.

Despedidas necesariamente dolorosas, colocando a la deriva a los seres que sufriendo están.

Porque se viene algo más letal, que reafirma que no solo hay que acabar con el mal, si no que mientras eso sucede hay que librar del peligro a la única prueba de que luchar no está sobrevalorado, y que un desenlace alentador puede ocurrir.

La esperanza se reaviva, y el corazón vuelve a latir en sincronía.

Ya que en la mente se centra solo en avanzar, derrotar, aniquilar y poner a todos a tus pies.

La felicidad solo es una razón para dejar atrás cualquier resquicio de maldad”

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Despues de casi un mes del fatídico acontecimiento que culmino con su temporada en sociedad, Luisa de Borja se paseaba por los jardines de la propiedad de Barcelona meditabunda.

Dejándose inundar por la pureza de la naturaleza.

Llenando sus pulmones de un aire nuevo.

No habia tenido paz desde que la noticia del lamentable deceso de su madre se rego como la pólvora.

Largas filas de matronas se presentaron a su puerta, y al ser la única que podía lidiar con aquellos sin perder la cordura, con su mejor postura hizo gala de todo lo aprendido.

Soportando los comentarios indiscretos, y miradas desdeñosas.

Hasta las insinuaciones de las damas que indicaban que su padre se habia convertido en un viudo solicito.

¡Por Dios!

Si el cuerpo sin vida de su madre aún seguía tibio.

No guardaban respeto por la que decían que era su íntima.

La hipocresía definitivamente estaba llegando a niveles, que para su sorpresa la continuaba impresionando.

Suspiro con pesadez deteniéndose en el área donde yacían plantados las mosquetas de pensamientos.

Los olfateo perdiéndose en su aroma y matices.

Recordando la última vez que avisto de lo lejos a su amor.

La habia ido a buscar.

Su pecho brincoteo.

Queria correr a su encuentro, pero de alguna manera le agradeció a Sebastien que le hiciese entrar en razón.

En ese momento se hallaba destrozada.

Los sucesos llegaron de golpe, y todo fue tan repentino que su máscara de imperturbabilidad volvió a fisurarse.

Le contuvo, estuvo a su lado el mayor tiempo posible, pero hace un par de días tubo que partir prometiéndole que regresaría.

Que su alianza solo estaba por iniciar.

—Me reconforta saber que tu estado de ánimo va mejorando con el paso de los días— pese a que se sobresaltó al no haber escuchado a su repentino acompañante, le regalo una inclinación de cabeza cuando lo tuvo en su cuadro de enfoque.

—Tio Jusepe— le saludo en tono cordial—. Creí que estaria ya rumbo a Andalucía—según era de su conocimiento, la pequeña Angeles habia quedado a cargo de la nana, pero su tio no era de abandonarle por demasiados días.

Lo hizo por razones extremas venidos al caso.

—En efecto querida, pero deseaba tener unas palabras contigo antes de partir— asintió en entendimiento, y aceptando el brazo de este se dispuso a seguir su recorrido entre un silencio reconfortante para ambos.

Frenaron su andar cuando avistaron el lugar propicio para poder tener aquella charla sin interrupciones.

En un extremo bastante alejado de oídos incautos.

Adentrándose a los arbustos de rosas con tonalidades azulosas.

Perfecto, si cavilaba que era lo que tenía en mente su tio tratar, y ella querer indagar.

— ¿Qué es eso tan importante que ha retrasado su viaje?— este se relamió los labios cuando avisto los ojos inquisidores de su sobrina.

Definitivamente una mujer intimidante.

— ¿Sabes porque tu madre se quitó la vida?— nadie estaba al tanto de aquello, pues pese a los rumores se encargaron de desviarlos alegando que una enfermedad del corazón la aquejaba— García me lo confirmo— era de suponerse que no se quedaría tan tranquilo con esa pobre explicación.

—No— acepto. No tenía caso negárselo cuando al parecer en la manera en la que la escrutaba daba a entender que sabía más que ella—, pero quizás usted pueda esclarecerme ese hecho.

Lo vio tragar grueso, mientras negaba imperceptiblemente.

—Tal vez, aunque no creo que sea el momento indicado— suspiro con pesadez.

—Mi grado de entendimiento me hace señalarle que si dependiese de la familia sería una completa ignorante del tema lo que me resta de vida, y obviando por el camino que surcan los negocios de mi padre me veré bajo la batuta del creador antes de lo esperado— los ojos oscuros de ambos se enfrentaron tratando de leerse.

Luisa sabía que el hermano de su madre posiblemente era al único ser con corazón que habitaba su familia.

Que tenía un grado de vergüenza en el cuerpo, y que sus demonios si le atormentaba.

Eso lo vislumbraban las marcadas ojeras que sobresalían en la parte baja de sus ojos, dándole un leve aspecto demacrado.

—Tu madre ya está pagando por todos sus pecados, y no le veo necesario que te enteres de sus errores para que cargues a cuestas algo que no te compete— la admiraba con profundo cariño.

Entendía su punto, pero se le hizo demasiado incrédulo para que creyese que todo moría con el responsable.




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