Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XVI

“Momentos.

Acciones.

Sucesos.

Personas claves que suavizan el proceso.

Sentires extremos que inmiscuyen acciones determinantes.

Dejando dudas en el aire.

Vida.

Aquella que se ratifica, llenando el corazón de aquello que se creía perdido.

Porque despues de la falsa calma, viene aquella tormenta.

Que se lleva con esta terreno árido y desértico, hasta jardines frondosos repletos de vivacidad.

Quedando solo los recuerdos que se pueden disfrutar rememorándolos, hasta que el cerebro no dé para más.

Porque la única constante es aquello que te reafirma por qué sigues con vida, y para que te levantas día a día”

*********

 

La primera reacción que tubo lady Celine, despues de escuchar las palabras de mofa con tintes de verdad de su único sobrino, fue boquear y pese a que le mente le habia quedado en blanco pedir explicaciones.

Unas que al parecer tenían que esperar, porque convenientemente la dama en cuestión que poseía esa verdad inaudita, no podía exponerle un par de cosas ya que habia empezado la labor de alumbramiento.

No fue demostrado con un grito ensordecedor, si no que el propio cuerpo tuvo una reacción natural, para despues de manera inmediata comenzar a respirar con dificultad y que el sudor perlara su frente.

Todo se esclareció para los hombres de la sala, cuando exigió un doctor a la brevedad.

Fue la única que tuvo el tacto, y la reacción más oportuna para acercarse a su cuerpo, tomarle de la mano y cintura al percibir como poco a poco perdía el equilibrio.

Lo primero que apreció al tocarle fue como una corriente surcaba su columna, y un frio atronador invadía su cuerpo, causando un leve escalofrió en todas sus extremidades.

Retiro las sensaciones cuando despues de la exigencia de la dama no hubo ningún tipo de movimiento, y un apretón de esta avasallo su mano hasta el punto de por poco sacar una queja de dolor de su garganta que le regreso al presente.

Casi le fractura la mano.

¡Que fuerza!

Meneo la cabeza para volver a enfocarse, replanteándose las prioridades.

Miro a los dos hombres que admiraban sin parpadear la escena.

Se notaban que no habían estado nunca en una situación como aquella.

— ¡Par de lores cortos de entendederas!— prorrumpió a punto de perder la cordura— ¡La dama aquí presente está a punto de parir, y ustedes solo divisan el acto como si fuese algo fascinante!— bufo exasperada— ¡Sebastien muévete muchacho! ¿O quieres ser tú el que reciba al vástago?— zapateo como añadidura, logrando que este regresara en si despues de un par de parpadeos, en donde enfoco a Luisa y a ella para despues suspirar negando con incredulidad.

—Llévela a la habitación que era de mi madre, y disponga de todo como crea conveniente— solto dirigiéndose a la entrada—. Te dejo en buenas manos Luisa— le hablo a la mujer en cuestión que enfoco de soslayo. La cual tomaba aire para mermar el dolor—.  Iré por el doctor. Estaré aquí a la brevedad.

No hubo más palabras.

Solo un silencio ensordecedor, que fue roto por una sutil exclamación de la próxima madre, la cual seguía erguida pero estaba algo doblada mandándose la mano al vientre.

— ¡Duncan!— llamo al rubio que se acercó sin dilación atendiendo a la aclamación—. Tómala en brazos, y por favor sígueme. No hay tiempo que perder— aquel asintió, y acto seguido la dama sin dificultad quedo como una pequeña niña en sus brazos, mientras la mayor daba órdenes sin vacilar, conmocionando a toda la casa que se puso a disposición de la mujer que iba a dar a luz.

La cual ya consideraban su señora.

La doncella de esta fue la primera en entrar a los aposentos.

Llegando a los para acomodar la cama, y ayudar con apoyo de Celine a ponerle cómoda.

Adecuándole uno de los camisones, cuando el Duque rubio les dejo a solas para que tuviesen aquella privacidad.

—Ama recuerde lo que me dijo. Lo que quería hacer cuando este momento llegase— solto esta despues de traer unos paños para refrescarle un poco.

—No creo que… sea el momento ni el lugar Carmen— contesto con un trémulo de sonrisa.

Desde que habían llegado a la estancia, despues de ponerle algo fresco, no se habia acercado a la mujer que descansaba el aquel lugar que fue de su hermana.

Se sentía traicionada, por la memoria de Babette.

Que su sobrino le hubiese dado aquel territorio tan sagrado.

Que ni ella se habia atrevido a pisar hasta ese día.

La tenia de una manera algo amarga incomoda.

Demasiado abrumada.

Esa dama que residía sufriendo los dolores propios del alumbramiento.

Aquella que se hallaba en aquel lecho era la mujer de la que su hijo se enamoró.

Una chiquilla de la sociedad que deshonro, hasta el punto de dejarle en cinta.

En este momento dándole un bastardo a su familia, que poco le importaba por ella pero si le afectaba por este.

Porque no habría manera de hacerlo pasar por legítimo, cuando era más que lógico que él seguía siendo un hombre soltero.

¿Por qué no dudaba de la palabra aun no prodigada por la mujer?

De alguna manera que ni ella entendía, supo desde que le vislumbro que no todo era lo que parecia.

Que debía de tener una explicación para que llegasen a esos extremos.

En sus ojos pese a ser tan fríos, en los poco segundos que se conectó con estos no vio una mujer sínica que le gustaba jugar con los sentimientos de los hombres.




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