Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XXXI PARTE 2

El tono de alarma que se implementó, logro hacerla respingar y actuar a tiempo para apartarse lo suficiente, con el propósito de que la situación no se viese comprometedora, a la par que Alexandre tosía con incomodidad, permitiendo que lo dejase de admirar como si fuera algo surreal.

— ¿Pensé que te habías retractado de tu petición de encontrarnos?— esbozo la pelinegra, mientras Luisa bajaba la cabeza, para que no se percatara de su anterior desfase de sentimientos.

Unos que ostentaba con orgullo no tener.

—Suelo cumplir con mi palabra cuando la dejo empeñada— respondió tras un carraspeo, donde no fue la única que se aclaró la voz.

— ¿Te hacia camino al club o realizando tus visitas nocturnas rutinarias?— casi se atraganta con su saliva cuando interpelo hacia su hermano—, después de todo me espetaste que cuando saliese Luisa de nuestros dominios me asegurara de echarle agua bendita al lugar— alzo la cabeza mirando al aludido, ligeramente incomodo con el desfase de su pariente.

Los filtros en ella no existían.

»Si te contara que casi se muere cuando supo que vendrías, pero no fue precisamente de alegría— le comento como si fuese un secreto, aunque casi lo grita—. ¿A menos de que sigas aquí para no dejarla pasar del recibidor?— lo acuso alejándose de Luisa con las manos en jarra enfurruñada—. Eso sí ameritaría que me contactase con Lady chatty permitiéndome informarle de uno de tus tantos enredos de faldas garrafales— que lo intuyese no implicaba que la punzada molesta en su pecho desapareciera, al escuchar abiertamente que tenían una vida íntima activa.

Tenía que mentalizarse que no era su asunto.

Ya no.

—Pues si estamos hablando de tela para cortar, podría acentuar el hecho de que sacar un permiso especial casi lo considere, ni bien estuviste a punto de entregarte a tu prometido en el jardín— boqueo indignada la pequeña pelinegra—. ¿Quién de los dos saldría indemne de la situación?— ese enfrentamiento no cesaría hasta ver un ganador— ¿Tú que eres mi muy loca hermana aun soltera, o yo que soy un respetado Duque y aunque eso no importe tambien un hombre?— tenía un punto.

—Pues de lo último no estás haciendo gala— contrapuso Freya, a punto de darle un puntapié a su amado hermano, que ese día pretendía ser odiado.

—Tengo derecho a no dejarme gobernar por tus embustes— rebatió canturreando divertido al verle roja de la rabia.

Era muy fácil sobresaltarle.

—Y yo a darte un puñetazo si no recapacitas por tus palabras a tu dulce hermanita— mostro su mano apretada no pareciendo para nada amenazante.

—Pero si eres una diminuta hiel— la manera en como Freya apretaba los puños denotaba que le iba a golpear, y este la pasaría en grande porque enserio estaba disfrutando de hacerla rabiar.

Su sonrisa resplandeciente de genuina diversión lo hacía denotar.

Cuanto echaba de menos aquellas que tambien eran dirigidas a su entidad, porque los recuerdos no le hacían justicia.

¡Que frustración!

Continuaba tan perdida, y lo peor de todo es que no tenía retorno.

—Pues esta hiel te va a dar…— no debía pasar a mayores.

—Te calmas, y respetas a tu hermano— hablo antes de que se terminara de quitar la zapatilla para estampársela en la cara—. Porque tú rabieta es injustificada— regaño consiguiendo que disminuyese los ímpetus.

—Pero te quería echar Luisa y…— intento excusarse.

—Por si se te paso por alto continuo pisando tu propiedad— repuso obvia indicando con su dedo que bajara el calzado, obteniendo que resignada le hiciera caso—, asi que no ha hecho nada que pueda argumentar tal arrebato— bajo la cabeza apenada.

—No necesito su defensa, ni mucho menos permito que reprenda a mi hermana—espeto el francés, logrando que se envarase para que una de sus sonrisas estudiadas saliese a flote.

—Me tomare el atrevimiento para dejarle un par de cosas claras Excelencia, porque no pretendo que esto se preste para malos entendidos— enarco una ceja esperando su ataque—. No soy quien para salir en su salvaguardia, más cuando se lo que eso le puede hacer al orgullo de un Lord de su calibre— Freya rio abiertamente—. Solo estoy dejando claro que requiero ser el punto de atención de su hermana, después de todo soy su invitada— entorno los ojos en claro desafío—, y con respecto a lo otro…— imposible dejarlo pasar tan fácil— no se preocupe que apenas salga de sus limitaciones, yo misma le hare llegar un párroco para que de una vez purifique el aura de este lugar— estiro los brazos hacia los lados mostrándolo—, que con mis influencias tan negativas hasta se abre la tierra llenándose lo poco bueno, y puro de corazón que existe en este terreno—giro a ver a Freya—. Siento incordiar— ya no se le apetecía permanecer en el sitio—, asi que sera mejor que retire— no estaria donde no era bien recibida.

—Quédese— Freya miro a Alex como si tuviese dos cabezas, puesto que él fue quien la detuvo—. Ya profano mi residencia, asi que hagamos que el donativo al párroco valga la pena— se inclinó de hombros restándole importancia.

Sonrió con falsedad agradecida por su acto de benevolencia.

Aceptando el ofrecimiento que hizo con la palma de su mano al mostrarle la entrada, cosa que provoco que asintiera pasando por su lado, prendándose de sus orbes en el proceso.

Pero por ser su debilidad no se amilano.

Por el contrario, continúo más erguida intentando pasar de su existencia, permitiendo que Freya enrollara el brazo al suyo siguiéndole el paso, pero frenando un par de metros más adelante, gracias a la anfitriona.

— ¿Qué haces?— pregunto la pelinegra no precisamente a ella.

—Adentrarme a mi casa— solto el aludido con propiedad—. Naturalmente.

—No te ibas con Lady…—la mirada tajante de Alex la hizo carcajear.

—No pasees por ese lado Freya, que no te conviene— la silencio con clara advertencia, tras un carraspeo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.