Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

EPILOGO

“Afrontar la realidad.

Hacerse a la idea de que la contienda se efectúa en unión, puesto que la ofrenda de amor no tuvo el efecto deseado.

Así que experimentar la realidad es la única manera de iniciar con el desastre definitivo.

Solo esperando que en el tramo conclusivo se pueda ganar.

Pese a que ya no se estipula el finito.

Formando un gran interrogante.

¿Acaso existe ese final?

Y si lo hace…

¿Los favorecerá?”

*****

 

La estancia sumida en un asfixiante silencio, tras haber salido el matasanos con los implementos que le regresaron a la consciencia, especificándole que su quebranto de salud debía ser tratado con delicadeza si no pretendía una recaída.

Ignorando el hecho de que no residía sola, porque siempre tuvo un vigía que no despegaba los ojos de cada movimiento que realizaba, estableciendo las preguntas pertinentes para estar al tanto de todo en cuanto a su fortaleza se trataba.

Recibiendo la receta, prometiendo así que se encargaría de todo lo que respectase a su entidad, mostrándole una importancia que no requería, ni ambicionaba.

Sintiendo un burbujeante picor en la garganta al estar deseosa por expresarse, y después de tanto mutismo en esos años, esta vez no se iba contener.

Era su tiempo, y se lo iba a recalcar.

—¿En qué momento me informaría que este siempre fue su propósito? — esbozo con formalidades absurdas, pero era su instante de desahogo, aunque intentando no hacer demasiado esfuerzo, pues la falta de alimentos y las noches en vela le habían pasado factura, ocasionando que perdiera el conocimiento por la conmoción del evento—. ¿Entregarme al enemigo siempre se le torno atractivo? ― era su modo de venganza, y pese a que lo justificaba en cierta medida no lo aceptaba.

Lo vio pasearse por la estancia sin decir nada.

Solo observándola con presteza sin parpadear, como de costumbre impolutamente vestido, aunque al estar en la intimidad por decirlo de alguna manera se había desecho del traje, quedando meramente con la camisa de fondo doblada hasta los codos y un chaleco grisáceo en acompañamiento a las calzas a la par de las botas negras que portaba.

—No lo tomes por ese lado Luisa― carraspeo para tratar de explicarse―, es solo lo que debí hacer desde un inicio— rio con sequedad, pese a que el dolor punzante en sus cienes se le torno insoportable.

—¿Poner a lo único importante en esta lucha en peligro por su ego herido le pareció lo más correcto? — inquirió con ironía hiriente—. Es usted un inconsciente que se llena la boca catalogándome como egoísta, cuando en el único que pensó fue en usted a la hora de actuar― únicamente le intereso su corazón maltrecho preso del despecho.

—Lo hice por ti y nuestros hijos, ¿O es que no lo ves? — expreso un tanto frustrado por lo lejana que la percibía.

Con la barrera mas alta, casi imposible de sobrepasar.

—Lo único que noto son actos impulsivos, que echaron por la borda un intento de salvación— quería que desapareciera de su vista.

Por primera vez en su vida, no lo anhelaba cerca.

Necesitaba cavilar, y algo de tranquilidad.

» Una década luchando por tu vida, en conjunto con la de ellos— es que eso era lo que más le tenía en ese estado de desprecio—, y en lo que dura un parpadeo desestimaste mis esfuerzos, dándole a conocer al mundo mi única debilidad― les dio las armas para destruirla.

—¿Para ti somos eso? — espeto con rabia, ya cansado de su actitud— ¿Es lo único que significamos para ti? — subió unas octavas la voz— ¿Un maldito estorbo? ¿Una llana debilidad?

—Es que solo comprendes lo que quieres de manera superficial— no se calmaría.

No se limitaría solo a seguir guardándose cosas que los tenían en ese aprieto.

» Porque estuvieron ocultos no precisamente porque fuesen algo que me liquidaría, o de lo que me avergonzara.

—¿Entonces por qué? — no la dejo terminar, esta vez gritándola.

Haciendo que retumbara un eco por todo el lugar.

—Porque son mi vida— exclamo devuelta, dejándolo estático pese a que conocía perfectamente la respuesta—. Puesto que residen como lo único que para mí tienen valía— se agito con el ardor que supuro su pecho—. Ya que yo no importo, y al hacerme prioridad los pusiste detrás— para ese momento sollozaba—. Siguiendo tan ciego a la hora de proceder, que los dejasteis en la lista de prioridades hasta el final― como si fueran lo más insignificante.

—Estas equivocada— negó, puesto que, aunque fuera verdad, para ella no era así.

Pese a que los dos estaban errados.

En sus ideales comunes acertados, pero a la hora de proceder se iban a los extremos no encontrando un punto medio, sin llegar a comprender por entero que era lo que los haría vencedores. Si continuar con desavenencias secretas, o siendo conocidos por la sociedad como pareja y familia.

—¡Vete! — le hecho—. Desaparece con tus ánimos de exponerlos, porque no te lo pienso permitir, ellos son míos y no los arrastraras a la maldición que cargamos en las espaldas, por el mero goce de sentirte el señor de nuestras almas— eso lo llevo al límite.

Dejando de razonar.

Ya no permitiendo que lo ofendiese.

Estaba agotado de soportarle tanto despliegue de libertad, y nunca tenerlo en cuenta ni por asomo.

—A mí me consientes lo que crea conveniente porque soy tu esposo, y en este momento no te estoy consultando lo que te parece provechoso— la silencio, pero la mirada que le dedico indicaba, que eso no estaría tan sencillo como vociferaba—. Así que será mejor que te hagas a la idea que apenas solucionemos este inconveniente de nuestra unión, con las autoridades correspondientes, mis hijos y tú se irán conmigo para Londres…




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