Oh~my lady?!

La muñeca

Pasaron algunos días hasta que el señor Rupert volvió a llamarme a su oficina pero en esa ocasión estaba su abogado presente. No tenía ningún conocimiento de términos legales, mi  expresión desconcertada debió ser todo un poema, aun así el abogado no dejaba de leer y explicarme cada punto del acuerdo. Lo único que me quedaba en claro es que si algo sucediera en ese transcurso del tiempo, la responsabilidad legal caería sobre mí. Ya había dado mi palabra y a estas alturas no tenía las agallas necesarias para mandar todo al demonio. Ese día empezó el verdadero infierno, le acababa de vender mi alma a Satanás.

 

Las obligaciones con Sascha no disminuyeron y por días solo se volvieron un caos, para final de mes se reciben informes de cada arquitecto y día tras día debía revisar que coordinaran con los informes de los clientes y sobre todo revisar los aspectos contables de cada proyecto. Al llegar a casa, tenía que leer documentos contables del banco e incluso apuntes que el mismo señor Rupert se había tomado la molestia de escribirme.

De alguna manera parecía gracioso que quisiera que aprendiera administración de empresas en un tiempo record.

 

Mis horas de sueño eran casi nulas pero con los días parecía acostumbrarme a ese ritmo de vida, aunque con desesperación deseaba que Sascha tuviera que viajar de emergencia, así fuese a la China solo para tener un tiempo libre para dormir. Al menos el que se había ido de viaje era Félix, eso me dejaba con las horas de almuerzo libres para dormir un poco.

 

Cualquiera ama los viernes, era el último día de oficina y el último del mes. Ese día tuve que guardar todos los registros que recibí durante el mes, las fotografías, los avalúos y guardar con cuidado cada plano en cajas que debían guardarse en los archivos. Conté siete cajas completamente llenas que debía llevar al subnivel 1. Nunca había ido a ese lugar, hasta desconocía de su existencia pero en escritorio estaba la tarjeta de acceso y con un carro de carga no parecía tarea realmente difícil.

 

Cuando entré no parecía que hubiese posibilidad de encender la luz, a excepción de un pequeño foco al final de las estanterías. Sin perder más tiempo en ese tétrico lugar empecé a ordenar las cajas en su estantería correcta y llenar los datos en el registro que se mantenía.

 

Siempre había sido algo paranoica en relación a la oscuridad, no me gustaba estar en lugares oscuros y lo menos que necesitaba es tener la sensación de alguien caminando cerca de mí. No fui capaz de hablar o levantar la voz para preguntar si había alguien allí o solo era una broma de mi cerebro por no darle el tiempo para descansar como merecía.

 

Ya que mi única arma era un bolígrafo decidí empuñarlo mientras caminaba sigilosamente a la salida, realmente estaba sufriendo por cada paso que daba y solo deseaba salir corriendo de allí pero los zapatos harían el ruido suficiente como para delatarme, por un momento lo único que escuchaba eran los latidos de mi corazón que estaban alterados y resonaban en mis oídos.
La salida no estaba tan lejos, solo uno o dos metros y solo corrí hacia allí pero no llegué.

 

Intenté forcejear con quien me sostenía por la espalda, cubriendo mi nariz con algo pero con lo último que me quedaba de fuerza empecé a atacarlo con el bolígrafo, intentaba clavarlo en cualquier parte de su cuerpo y por los quejidos que este soltaba era notable que lo estaba lastimando. Pero poco a poco iba perdiendo la fuerza en mis ataques, mi visión se estaba volviendo borrosa y tenía demasiado sueño. Lo último que recordaba era el sonido del bolígrafo caer.

 

Al despertar, todo estaba completamente oscuro. Intenté levantarme pero mis manos estaban atadas a mi espalda por lo que intenté ponerme de pie tras varios intentos al tener mis piernas libres. No estaba segura de gritar, no sabía si esa persona seguía allí conmigo por lo que intentaba mirar por las estanterías, si alguna sombra estaba cerca o si escuchaba algún ruido.

 

Pasaron algunos minutos y no escuché nada. Minutos que realmente eran eternos. Caminé hacia la puerta intentando halar la manija con los dientes pero ni siquiera conseguí que se moviera.

 

— ¿Alguien…Puede escucharme?


Murmuré nerviosa, tenía tanto miedo de estar en aquel lugar oscuro y solo mordí mi labio con fuerza hasta el punto de hacerlo sangrar. Cerré mis ojos con fuerza antes de empezar a darle patadas a la puerta, necesitaba hacer todo el ruido que fuese necesario para que alguien me escuchara pero parecía tan débil.

 

— ¡Sáquenme de aquí! ¡Por favor, quiero salir, quiero salir!

 

Grité con desesperación mientras pateaba la puerta, sin evitarlo empecé a llorar con desesperación. Tomaba distancia para chocarme contra la puerta, ya no me importaba lastimarme, solo necesitaba salir. Me sentía sofocada, odiaba los lugares oscuros, era lo que más temía.

Me apoyé en la puerta hasta caer al suelo. Me recosté en el suelo para poder golpear la puerta con los tacones de los zapatos. Intenté golpear con todas mis fuerzas pero mis piernas se cansaban.




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