Ojalá nunca.

Bar de carretera

Alien tenía un don, el don de meterse en problemas con solo pestañear, pero eso no lo impedía vivir la vida lo más loca posible, y es que cualquiera que la conociera sabia que su única preocupación era quedarse sin ideas locas por las que luchar.

Alien vivia sola, cuando tenía tres años su madre la abandonó o eso le contó su padre, que dos meses antes de que ella cumpliera dieciocho murió dejándola sola, lo pasó mal, obviamente era su padre la había cuidado y criado, pero siempre había sido muy independiente por lo que no le costó asumir que se encontraba sola en el mundo.

Tardó un mes en redirigir su vida con el poco dinero que su padre le habia dejado en herencia, que no fueron mas de seismil euros ,justo cuando cumplió los dieciocho  ya tenía trabajo y dormía en el garaje de su compañera y amiga.

No era la vida perfecta que cualquier chica quiere vivir, y menos si donde trabajas es en un bar de carretera de mala muerte, donde solo atiendes a camioneros babosos que a la que te descuidas te piropean y devoran mentalmente.

Pero Alien sabia que la vida le tenía preparado algo grande y jamás perdía la esperanza de que algun dia su vida cambiara.

-Eeeh Alien-Le dijo casi gritando su jefe- Tienes dos mesas nuevas y no las has atendido.

Ella prefiero no contestar y tras levantarse dejo el libro que leia en la silla que ocupaba, no era de aventuras ni de amor, era el libro de la autoescuela, pues hacia apenas una semana habia decidido que ya era hora de abandonar su viejo skate y  manejar un coche.

Sin rechistar fue a tomar nota a las dos mesas y tras llevarles el pedido y llevarse ella de propina piropos babosos volvió a refugiarse detrás de la barra.

El local era pequeño tenía diez mesas, cinco de la izquierda de la entrada para  ella y cinco para Marina su compañera.

-Alien mira que pivon acaba de entrar- Dijo Marina mirando hacia la entrada.

Normalmente chicos atractivos que su compañera pudiera determinar como pivones entraban pocos, por no decir ninguno, asi que levantó la mirada y vio que claramente no era el típico cliente que podia encontrarse en aquel antro de carretera.

Era alto y joven, bajo la chaqueta de cuero negro que llevaba podía fácilmente imaginarse unos brazos atléticos, todo el parecía muy atlético, su pelo era rubio y parecía alboratado pero bien cuidado, sus ojos estaban ocultos tras unas alucinantes gafas de sol tan oscuras que era imposible saber de que color eran.

-Derecha,derecha,derecha-Empezó a decir Marina en voz casi susurrante con la esperanza de atenderlo ella.

Por otro lado Alien se limitó a reír, que el muchacho fuera donde  quisiera. 

Al final como si lo hubiera escuchado, fue a la última mesa vacia del lado de Marina.

-Sii-Rio ella mordiendose el labio- Vamos allá- Dijo yendo con su libreta con seguridad.

Alien pudo notar que Marina se insinuaba bastante y el chico poco caso le hacia ni si quiera se había sacado las gafas, señal de pasotismo notorio.

Marina volvió a la barra con el pedido anotado.

-Quiere un café con leche y hielo-Dijo con tono extrañado- ¿Quien le pone hielo al café con leche? la leche queda aguada y esta asqueroso.

-Hay mucha gente que lo hace- Dijo Alien pues ella misma era una de ellas.

-Tia es super raro-dijo Marina mientras prepraba el café-  no se ha quitado las gafas y míralo.

Lo hizo, lo miró y en ese momento estaba con los puños apretados sobre la mesa mirando por el gran ventanal.

-Yo no lo veo raro-Dijo Alien fijando de nuevo su mirada en el libro de conducción.

Marina le llevó el café, el se lo azúcaro, preparó  y bebió sin dejar de observar hacia fuera del local como si observará algo o esperara a alguien.

-Ni si quiera me ha dado las gracias- dijo Marina entrado de nuevo en la barra- Empiezo a pensar que es idiota.

Alien río,si habia algo que Marina odiaba es que los chicos le ignoraran o no la piropeban, por eso quizá le gustaba ese trabajo no como a Alien que lo odiaba con todo su alma.

-Voy al baño vigilame al guapaeras-Dijo Marina entrado al privado.

Alien siguió leyendo las normas de conducción, el jefe se le acercó.

Tomás, que asi se llamaba, era un cuarentón algo pervertido y maleducado como la  mayoría de los clientes que frecuentaban ese bar.

-Alien -Le dijo, esta le miró- Sigues pensando en dejar el trabajo piensa que es lo único que tienes ahora.

-Si-Dijo ella secamente.

Hacia tiempo que le habia dicho que cuando finalizará el mes lo dejaba,  atender a babosos no era su meta en la vida, y por si fuera poco el baboso mayor era el mismo Tomás y ya habia aguantado mucho, ya tenía ahorrado bastante como para empezar de nuevo en otro lugar.

-Oooh vamos preciosa- Dijo el hombre acariciadole su cabello- Donde encontrarás un trabajo mejor que este.

Tenia esa mania, Tomás tenía la manía de romper cuando le apetecía el trato jefe trabajadora y Alien no lo soportaba.

Justo cuando iba a contestarle una voz dulce y varonil habló desde el otro extremo de la barra.

-La cuenta por favor -

Era el, el chico del cafe con leche y hielo, quería pagar con un billete de cincuenta un simple cafe con leche.



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Editado: 28.02.2018

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