Prólogo
Olivia
Camino por el restaurante siguiendo al host que me conduce a la mesa donde espera mi acompañante, el cual se ve impecable, traje negro bien acomodado e impoluto con un buen cuerpo para ser un hombre entrado en edad, desde aquí aprecio el Rolex que luce en su muñeca izquierda y queda más que claro que su aura grita "dinero". Un gran acompañante para la cena, pero a quién quiero engañar...
El resto de acompañantes, sus socios, ven complacidos el trofeo de su amigo, su complemento. Porque eso es lo que soy para la mayoría de los hombres que frecuento, un complemento al que pasear. En sus miradas cargan la aprobación de la sustituta de su ex mujer que ha encontrado para hoy.
Desde que perdí el trabajo por el que había estudiado durante largos años de mi vida, me he dedicado a esto, salir con hombres maduros y agradables a la vista que carguen con suficiente dinero en sus cuentas como para que no les importe compartirlo conmigo, digamos que el precio de esta noche son cheques para gastar en algunas de las mejores firmas de ropa de la ciudad. Otras veces he aceptado viajes, joyas... Algunos me tachan de Scort y creen que haría cualquier cosa, como tener sexo con ellos, pero no, no soy de esas, simplemente acompaño a cenas y eventos a hombres con el suficiente dinero para permitirse un regalo a mi altura. Nada de sexo.
Carl, mi acompañante, se pone de pie para saludar y presentarme a nuestros acompañantes para esta velada.
-Siento el retraso, tuve un pequeño problema.
- No importa. Estás preciosa.- dice Carl en mi oído
El hombre junto a mí se deleita con lo que ve y no le culpo, mi mayor perdición es mi belleza y un gusto por las cosas bonitas para acompañarla. También he de aclarar que la ropa que llevo hoy la ha pagado él, llevo siendo su cita formal alrededor de seis meses, de cara a sus socios e inversores somos pareja. Lo que ellos no saben es que una vez finalizada la velada me largo a mi casa. Aunque he de admitir, que no solo le he acompañado a eventos, sino que le he brindado compañía en nuestros ratos libres, ha sido de los pocos con los que he hecho esta excepción.
Solo hay un pequeño problema, esto entre nosotros lleva siendo demasiado tiempo y debo poner fin antes de que se desdibujen los límites.
- Gracias, Carl, para ti siempre me pondré preciosa.
- Lo tuyo es natural, Olivia. Me encantas.-Sonrío un poco incomoda por su cumplido, dejándolo pasar.
La cena transcurre amena, ellos hablan de conversaciones de negocios y yo solamente soy un adorno, me ven como una cara bonita sin cerebro, delante de la cual no importa lo que se diga… Si supieran que comprendo y proceso todos sus negocios me verían como una amenaza y tendrían más cuidado. Algunas de las acompañantes que han traído, las cuales algunas serán esposas y otras como yo, me han intentado incluir en sus conversaciones carentes de interés y vacías. Odio las conversaciones triviales sobre maquillaje y moda y aun odio más cuando preguntan por una vida privada junto Carl que debo inventar.
Tras la cena, mi cliente y yo nos quedamos a solas, acepté unas copas con él.
- Tenemos que hablar.
Debo acabar con su enamoramiento hacia mi cuanto antes, no busco algo formal, simplemente hago esto por los lujos extras que me aporta.
- Te escucho, preciosa.
- Bien, llevamos seis meses conociéndonos y creo...
- Sabes que no puedo tener nada formal, cariño, aunque sería lo que más me gustaría. Mi último divorcio fue doloroso... Y costoso.
¡Acabáramos! Me ha entendido mal. Pero es una ventaja para mí que ambos tengamos los pies en la tierra.
- No era exactamente lo que quería decir, pero me alegra saber que ambos sabemos que no tenemos futuro juntos.
- Créeme que a mí me gustaría.
Parece no querer dejarme hablar, lo mejor es que sea clara y me ande sin rodeos.
- Carl, lo que quiero decir, es que esta es nuestra última noche. Invéntate lo que quieras para que desaparezca de tu vida, pero no quiero alargar nuestras transacciones más tiempo. Puedes decir lo que quieras de mí, que te dejé, engañé… lo que quieras, no importa
- Oh - parece un poco decepcionado.- Está bien, cariño, lo entiendo. No diré nada malo, solo que fue de mutuo acuerdo. Nos conocemos de tiempo y te has portado bien conmigo, no voy a tirar por tierra tu nombre.
Es un amor. Me da pena dejar a Carl, realmente ha sido uno de los mejores "amiguentes" que he tenido, de estos solo hay tres, pero se lleva el primer puesto. Siempre atento, no escatima en los regalos y es un buen compañero de barra, ¿Qué más podría pedir? Bueno... Qué me hubiera comprado un apartamento y lo mantuviera, pero ya es pasarse.
Nuestras últimas copas de despedida transcurren tan perfectas como siempre y es tan caballeroso que me lleva a casa. Frente a mí edificio me entrega dos sobres.
- Uno es lo acordado, en el otro hay un regalo de despedida, espero que te vaya bien en la vida y la próxima vez que nos veamos no sea así. Mereces más, cariño.
Acepto sus sobres, aunque sé que todo empezó por interés, está mal cogerlos. Es un buen amigo y se ha portado increíble conmigo.
- No era necesario, Carl, ya cumpliste suficiente.
- Lo sé, pero quiero dártelo y no hace falta que diga que puedes llamarme si me necesitas, para cualquier cosa, de verdad. Además seguiré yendo a por mí café, espero que no olvides como me gusta.
- Gracias.
Me bajo del coche y camino hacia mi edificio donde veo a mi amiga Chloé fumando.
- Joder, ya quisiera tus rupturas. Las mías han acabado con discusiones y agarrones de pelo.
- Es que no sabes tener parejas. Eso te pasa por entrar en el plano sexual- le guiño un ojo abriendo la puerta del edificio.
- Perdone señora, a mí no me excita un bolso de Chanel ni una pulsera de Cartier.