Capítulo 6
Olivia.
Otra vez al comienzo de una aburrida semana en mi aburrida vida. Es una gran mierda como tus sueños y expectativas caen a pique. Llega el golpe y boom, reacciona ilusa, el mundo no es como imaginabas. Sé que le dije a mis amigas, y a Álex, que dejaría eso de quedar con hombres con una cuenta bancaria abundante pero era lo único que me daba ilusión al salir del trabajo, pensar en irme a mi apartamento tras una jornada de trabajo solo hace que me deprima, sufra espasmos, convulsiones y eche espuma por la boca. Sin mencionar que no puedo permitirme perder otra fuente de ingresos.
Todos los días parecen igual, soy débil, lo admito, no he aguantado apenas una semana sin dejar mis citas por interés. Pero es que en vez de veintisiete parece que tuviera cuarenta. Rutina del trabajo a casa, deprimente. Odio las rutinas. En el trabajo las mismas caras y en casa más de lo mismo. Las pequeñas bocanadas que me proporciona Alexander no están mal, pero quiero más y no puedo aprovecharme de mi amigo.
Un inciso, he de mencionar una tarea aburrida, limpiar la máquina de café por segunda vez en mi turno. Ohhgggg. Lo odio. Esto solo se compensaría con un día de compras por Saks, pero sorpresa, sorpresa, este mes estoy tiesa. Tampoco habrá ingresos extra ni amigos con cheques. Respira Oli, solo unas horas más y por hoy serás libre. Llegaras a casa, llenaras la bañera y beberás vino, mucho, mucho vino.
El día no podría ir a peor.
- Creí que le había dicho que se reuniera conmigo - me giro sobresaltada a mirar al dueño de esa voz que tanto me enfada.
Oh, que equivocada estaba, sí, todo puede ir peor.
- Creí que le había dejado claro que no iría.
- ¿Por qué no has ido?
-¿Que va a tomar?
- Café con leche y stevia. ¿Por qué no viniste?
- Bien, aquí tiene su café solo.
- Esto no es lo que he pedido. Respóndeme.
- Bébalo, va a juego con su alma, negra y solitaria - le hago un gesto de desdén con mis manos.- No me dio la gana - paso la bayeta por el mostrador - siguiente.
Ethan Moore se hace a un lado dejando pasar a otro cliente, pero no se va, se apoya en la barra a observarme. Desvía la mirada a su café y da un trago antes de hablar.
- Eres un poco amargada para ser amiga de mi hermano.
- No me conoce y, por favor, deje de distraerme que estoy trabajando. Adiós.
No se va, no pilló la indirecta ni la directa, simplemente sigue sin mover un músculo y clavando su verde mirada en mí. Acabo de atender a los clientes que hacían cola y él sigue aquí.
- ¿No tienes una empresa que dirigir y trabajadores a los que fustigar?
- Estoy esperando a que tomes un descanso y te sientes conmigo a hablar.
- No tengo nada que hablar. Ni me apetece descansar - chasquear la lengua ante mí negativa.
- Está bien, señorita Hall, es muy terca, lo tengo claro. Pero piense que mi oferta es buena.
- Está bien, señor Moore.- digo usando el mismo tono cansado que utilizó conmigo.- ¿A qué viene tanta insistencia?
Suspira y sonríe como si le hiciera gracia que pregunte.
- Voy a ser sincero...
- Sería todo un detalle por su parte.
- No me interrumpa por favor- me mira con reproche y masculló un "gilipollas" que estoy segura que ha oído perfectamente.- Insisto porque después de la charla que me dio mi hermano por su culpa...
- ¿Mi culpa?
- Que no me interrumpa - repite con pesadez.- Si, es su culpa por llorar, pero como iba diciendo, Alexander dijo cosas que llamaron mi atención y cuando me plantaste cara en la fiesta eso la atrajo más. Le han pasado por encima y sigue en pie, eso me gusta. Señorita Hall, necesito a alguien con carácter para cubrir ese puesto y me da igual su reputación siempre y cuando haga el trabajo - me mira y pasa tiempo sin hablar- ¿Y bien? ¿No tienes nada que decir?
- Mire señor Moore...
- Piénselo, le dejo mi tarjeta.
Desliza una tarjeta negra con letras doradas sombre la barra y se marcha sin dejarme a hablar. Cojo el elegante cuadradito en el que están sus datos y lo observó detenidamente como si fuera lo más interesante del mundo al tiempo que él se aleja.
- Deberías pensarlo realmente, cariño - la voz de Marta a mis espaldas me da tal susto que creo que pegué un saltito y me hice pipí.- Es una buena oportunidad para salir de aquí. Ojo, no menosprecio mi cafetería, pero eres joven y has estudiado mucho, además oportunidades así se presentan pocas veces en la vida.
Marta tiene razón, es una gran oportunidad, pero también un gran castigo. Debería aguantar al ser pedante de Ethan Moore a diario.
- Oh, venga, Marta, ¿Cómo voy a aceptar ese trabajo? En él no me guardarán un desayuno calentito todos los días.
Sonríe haciendo que se pronuncien las pocas arrugas de su cara.
- Siempre tendré un desayuno para ti, Oli, pero trabajos así no estarán esperando toda la vida. Es lo que quieres y si sale mal, en mi cafetería tendrás tu lugar.
Marta vuelve a su trabajo de revisión de inventario y me deja más pensativa de lo que estaba, tiene toda la razón y quizá el orgullo debería hacerse a un lado. Incluso con algo así mis padres se alegrarían por mí, supongo, ya que es mucho tiempo el que llevamos sin hablar, aunque esto es otra historia que no viene a cuento ahora.
Paso el resto de mi jornada divagando y sirvo algún que otro café mal, pero nadie me reprende por ello, es más, Marta me manda a recoger mis cosas diez minutos antes del fin del turno. Debió darse cuenta de lo mal que lo estaba haciendo con la cabeza a años luz de Nueva York. Suspiro y salgo como siempre por la puerta trasera, me sorprende ver al chico guapo con el traje azul apoyado sobre su bonito coche.
- Vaya, mi príncipe de brillante armadura aguarda por mí.
- Su carruaje la espera, princesa.