Ojalá Todo

Capítulo 17

Capítulo 17

Alexander

Ayer tuvimos una revisión con la ginecóloga de Olivia, me alegra de que todo este yendo bien. Además conseguí otra ecografía, ahora nuestro guisante es una manzana y lo veo mejor… Aún sigo pensando en lo que se está perdiendo mi hermano…

Miro a mi amiga mientras ojea páginas y páginas de ropa y no puedo evitar pensar lo que significa para mí. Conocer a Olivia fue un respiro en la monotonía que se había vuelto mi vida, estaba cansado de haber llegado a los veinticinco viviendo como un hombre de cuarenta. Los compromisos familiares habían pasado a ser una prioridad y las relaciones de negocios, el día a día.

Mi madre siempre decía que las personas se nos acercaban por el interés, que era el precio a pagar cuando eres una de las familias más ricas de Nueva York, la amistad no existe. Por eso cuando Olivia llegó a mi vida y se negaba a salir conmigo se convirtió en una obsesión conseguir que aceptara una copa, debo confesar que mis primeras intenciones eran sexuales, hasta que me mostró su verdadero yo y supe que era la amiga que llevaba años buscando. No negaré que me sorprendió saber a qué se dedicaba y desconfíe un poco, pero ella rápido dejó claro que no le importaba mi dinero. Fuimos dos almas solitarias en busca de compañía, a pesar de no estar solos. Ella tenía a sus amigas y yo a mi familia, pero juntos nos entendimos a la perfección y era lo que ambos necesitábamos. Ahora me alegro de no haber huido cuando me dijo que era scort.

No logro comprender porque mi madre no se molesta en conocerla, se sorprendería lo que hay detrás de la idea mal concebida que tiene sobre Olivia Hall, es todo lo contrario a lo que ella cree. Vale, le gustan el dinero y los lujos, en eso mi madre tiene razón, pero no le pide nada a nadie para tenerlo, es una persona que trabaja por lo que quiere hasta que lo consigue.

De lo que más orgulloso estoy de mi amiga es que lleva dentro al bebé de mi hermano, mi sobrino, no paro de contar los días que faltan para poder verlo, aunque no nos encontremos en la mejor situación. Ocultarle la información a Ethan es doloroso, no dejo de sentir como si lo estuviera traicionando.

Aprovechando que estamos en el sofá y Olivia descansa la cabeza sobre mis piernas, alargo el abrazo para pasar mis dedos por su vientre, aunque su ropa haga de barrera siento como si estuviera cerca de mi sobrino. Si te fijas, hay una pequeña barriguita donde antes era plana, no es muy evidente pero yo la veo.

-Cuéntame algo vergonzoso sobre ti.

Oli corta mis pensamientos mientras deja su móvil a un lado y no tardan en venir algunas de mis escenas más bochornosas a la mente.

- Un día salí de clase y estuve esperando media hora a qué me recogieran, esperaba a Ethan en concreto, como no venía nadie tome un autobús, he de decir que me equivoqué e iba en sentido contrario, así que tome otro y el metro para volver a casa. Después de tres horas entre esperas y transporte público, estaba tan furioso que busque a mí hermano y le grité e insulté por no haberme ido a buscar, no me corté porque estuvieran sus amigos delante. Entonces Ethan tan tranquilo me dijo " has ido en coche esta mañana", me puse tan rojo que no sabía dónde meterme. Pero ahora puedo decir " Hola, me llamo Alexander y a mis veinte años olvidé mi coche en la universidad".

Olvida estalla en una carcajada.

- No te creo - asiento mientras cruzó las piernas sobre la mesita del salón.

- Sí, ahí es cuando mi familia empezó a entender que era tonto por genética, no por gusto- bromeo.- Te toca.

- De pequeña siempre que estaba nerviosa vomitaba, mis padres me llevaron a ver Disney y de los nervios vomité a mi mamá y todo el coche.

- Eso es asqueroso- arrugo el entrecejo.

- Oh, pero la historia no acaba ahí. Me puse tan contenta que pedí una foto con Mickey y mientras mi hermano la hacía, vomité sobre el chico con el traje. Todo quedó inmortalizado y mi hermano lo tiene enmarcado, es más, a toda persona que iba a mi casa le invitaba a verlo.

Intento contener la risa pero eso es bochornoso, mantengo mi mejor cara mientras miro a Olivia pero no puedo más y estallo de risa.

- No es gracioso.

- Sí que lo es, es más llamaré a tu hermano para que me enseñe eso.

- Lo peor es que estará tan orgullo que te mandara una copia.

- La enmarcaría e iría directa a mí escritorio para que todos lo vieran.

- Oye, ¿te apetece ir a por algodón de azúcar?

Acaricio el pelo de Olivia y enarcó una ceja.

- ¿Ahora? ¿No decías que tenías náuseas?

- Pero ahora tengo hambre.

Arrugo la nariz un poco disgustado, la conversación no tenía un tema que precisamente de dar hambre.

- ¿Es un antojo?

- No lo sé, solo lo quiero y ya. Si no me lo como no seré feliz, lo juro.

- Ohhh, nuestro primer antojo- bajo los pies de la mesa y la empujo para que se levante.- Vamos, te comprare todo el que quieras.

- Y helado también.

- No seré consentidor de que acabes diabética, elige uno- recojo las lleves de mi coche y caminamos a la puerta.

- Puedo mezclarlos, será como comer una cosa sola.

- Ya veremos- suspiro.

Llevo a Olivia en busca del helado y del algodón de azúcar. Cuando tiene todo entre sus manos nos sentamos en un parque y veo cómo sobre su tarrina de helado comienza a colocar capas de algodón de azúcar. Me quedo mirando como se lo come, como si fuera la cosa más maravillosa del mundo, pero en mi opinión el helado de pistachos nunca pegará con nada.

- Tenía que haber cogido la tarrina grande.

- ¿Es que esa te parece pequeña?

- Ahora que la miro bien, un poco- devora el helado como si no lo hubiera comido nunca.

Un mensaje llega a mi móvil y no puedo evitar sonreír, dato que la perspicaz y hambrienta Olivia no pasa por alto.




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