Capítulo 20
Olivia.
Para nuestra sorpresa, los Moore daban la espalda a Alexander por orden de Marie. Tuvo que desalojar su apartamento, ya que era propiedad de sus padres, sus cuentas, asociadas a las de la empresa fueron congeladas e incluso sus tarjetas canceladas, impidiéndole incluso acceder a lo que él había ganado trabajando para el conglomerado. Fue un duro golpe para Alexander, aunque intentara poner su mejor cara.
Lo acogí en mi habitación y mis migas no pusieron queja, lo recibieron con los brazos abiertos, sabían que era una mala racha para ambos. Ellas soportarían la falta de espacio por nosotros. Como ambos estábamos sin trabajo volví a la cafetería a solicitar uno y Martha me recibió sin quejas ni preguntas, para ella era una más de su familia.
Al llegar a casa tras la primera semana de trabajo me encontré a Alexander sentado en el borde de la cama mirando al frente.
- ¿Estás bien, corazón?
Me miró y sus ojos se llenaron de lágrimas, estiró sus brazos acercándome a él y enterró su cara en mi estómago mientras me abraza la cintura.
- No encuentro trabajo y mi madre se ha asegurado de que no lo haga. Lo siento... Estoy siendo una carga.
Acarició su pelo y con mi brazo libre lo rodeo transmitiéndole mi apoyo.
- Eso nunca, los desafiaste por mí y eso es algo que jamás voy a olvidar y estoy muy muy agradecida...
- No puedo estar viviendo de tí...
- No te preocupes por eso, tengo algo ahorrado de los meses que trabajé para conglomerados Moore y el trabajo de la cafetería, nos las apañaremos. Pero no quiero que llores, Álex, ya vendrán tiempos mejores y si tenemos que recortar gastos, lo haremos.
Separa la cabeza de mi barriga para mirarme y me inclino a besar su frente. Odio verlo así, abatido y llorando como un niño. Esta semana lo ha hecho muchas veces creyendo que nadie lo notaba.
- Estoy dispuesta a compartir todo contigo, ya te lo dije y nada me hará cambiar de idea, además, en mi armario hay muchas cosas que podemos vender.
- Olivia eso es por lo tanto trabajaste antes...
- No me importa, antes necesitaba esas cosas porque me sentía vacía y no era capaz de comprender lo que me rodeaba. Ahora lo hago y he entendido que el cariño de quienes me rodean es mucho más importante que cual mierda material que haya reunido. Me vale con mis amigas y contigo, porque aunque nos fuera mal, ellas no nos van a dejar hundirnos.
- Eres increíble... No sé porque tarde tanto en conocerte - una sonrisa lucha por salir en su rostro cargado de tristeza.
- No te estreses más, ¿Si?- digo con más ánimo a ver si se alegra.- Buscaremos algo para tí...
- No me importa de lo que sea.
- Creo que Martha necesita un ayudante en la cocina, podemos probar... ¿Te parece?
- Estaría genial - responde un poco más animado.- Aunque no se cocinar...
- No te preocupes, te enseñaremos, seguro que a Martha no le importa.
- Gracias, - besa mi barriga muchas veces- de verdad, por todo.
- Voy a llamarla. Verás como todo va mejor - le prometo.
Alexander besa mi pequeña barriga una última vez antes de que tome mi móvil de la mesa de noche y me retire para hablar con mi jefa, que al parecer le encanta la idea.
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Y así conseguimos apañarnos… las primeras semanas son un desastre, enseñar a Alexander a cocinar pareció una tarea imposible, cuando no se desbordaba el café se dejaba quemar el pan. Tuvimos que darle clases extras pero al final en su segunda semana de trabajo estaba tan centrado que incluso ya hacía turnos extras.
En nuestros ratos libres empezamos a colocar sus cosas e incluso vendimos muchas de las mías, ¿Me dolió deshacerme de ellas? Sí. ¿Me arrepiento? Para nada, tener a Alexander como compañero de habitación es diversión asegurada. Aunque en unas semanas si es posible, seremos compañeros de piso, hemos decidido mudarnos pero nos está costando con nuestro presupuesto.
Estamos a sábado, en la tercera semana de trabajo de Alexander y Martha nos ha dado el día libre por todas las horas extra que hemos hecho. Con este respiro tras trabajar como esclavos, hemos decidido venir al parque a disfrutar de la naturaleza. Ahora buscamos los planes low cost, para ahorrar todo lo posible.
Estamos tirados sobre la hierba de Centra Park, mirando las nubes y absorbiendo la vitamina D que no recibimos entre semana.
- No queda nada para la boda.
- Lo sé.
-¿Por qué no se lo dices?
- ¿El qué?
- Lo del bebé a Ethan, no puedes dejar que se case sin saber que es suyo.
- ¿No has visto las revistas? Es feliz con su compromiso, no necesita cargas- digo acariciando mi barriga.
- No es una carga, es su hijo - Alex me mira.- Debe saber de su existencia.
- Nos odia, Alex - le sonrió amargamente.
- No importa, es el padre, tiene que saber.
- ¿Ya te has cansado de fingir que es tuyo?
Me burlo de él.
- Para nada, aún sigo pensando en secuestrarlo cuando nazca y llevármelo del país.
- Estarás en busca y captura.
- No me encontrarás, cambiaré de nombre y me teñiré el pelo.
- Imagine que cambiarías el nombre….
- Por supuesto, me llamaré Jorge Nitales.
Me entra la risa por el nombre.
- Por favor, dime qué no has dicho eso - intento decir entre risas
- Vale me llamaré Andrés Trozado.
- Para - ambos estamos entre risas y juro que Alexander es tonto. En el buen sentido, claro.
- Cierto, no debería desvelarte mi identidad oculta o me darás caza rápido.
Pasamos hasta la hora de la comida en el parque bromeando y después cogemos el trasporte público hasta llegar a casa. Allí comemos con Chloé, Kim y Clara mientras Alexander les cuenta el plan de secuestro y Chloé se use a él diciendo que se llamará Helen Chufe. Realmente ninguno puede ser serio. Después de una comida con la que acabaré con agujetas de tanto reírme, ponemos una película, es un clásico pero he de mencionar que todos nos estamos durmiendo.