Capítulo 3: Quien heredó los ojos violetas, parte III.
Tú tomarás su lugar.
«Tienes el poder de borrar recuerdos», cuando Esteban dijo eso, pensé que seguro mentía, porque no era posible que él supiera de un poder que yo ni siquiera sabía que tenía, pero verlo tan convencido de ello, me hizo dudar y terminé aceptando que quizás decía la verdad, entonces el problema se convirtió en averiguar cómo utilizarlo, pero en realidad no me fue difícil averiguarlo, porque después de que me volviera consciente de que existía ese poder dentro de mí, algo dentro de mí me indicó cómo usarlo.
Necesitaba algo parecido a una clave, como si al borrar los recuerdos, los estuviera encerrando en una caja fuerte que necesitaría de una contraseña para volver a ser abierta si me apetecía sacar los recuerdos en el futuro. «Molesto», fue la clave que usé, fue lo primero que vino a mi mente cuando vi a los detectives que Esteban tenía encerrados, gritando y pataleando para que los dejaran ir, y ni qué decir de cuándo me vieron llegar, parecían aterrados, supuse que me habían confundido con mi hermana, porque cuando acerqué mi mano hacia ellos para borrarles la memoria, sus ojos llenos de miedo me hicieron repetir la palabra «Molesto» en mi mente varias veces, y desde entonces, comencé a usarla como clave cada vez que Esteban requería de mi poder.
Habiendo comprobado por mí misma que ese poder yacía en mí sin ninguna duda, me pregunté cómo había sabido Esteban de él antes de que siquiera yo supiera que existía, no era la primera vez que Esteban me daba a entender, a veces sin siquiera decírmelo con palabras, que él sabía más cosas sobre mí que las que yo misma sabía, como por ejemplo la herida en mi espalda, pero esta era la primera que comprobaba y me hizo pensar que tal vez sí sabía cosas de mí, y yo lo odiaba por completo, no me gustaba esa sensación de ignorancia.
Desde entonces Esteban solía sacarme de la habitación secreta cada cierto tiempo, a veces porque necesitaba de mi poder de borrar recuerdos, pero había otras ocasiones, en las que él simplemente ordenaba que me bañaran y arreglaran para compartir mesa con él y Melisa, mientras ellos hablaban de las cosas horribles que estaban por hacer.
(Universo 3, 108 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
Un día de éstos últimos, al salir de la habitación secreta, me topé con el desastre de habitación en el que se había convertido el dormitorio de Esteban, las cobijas de la cama estaban tiradas en el piso, una de las ventanas estaba rota y había cosas tiradas por todas partes, parecía que Esteban había hecho un enorme berrinche por algo, y justo cuando pensé en lo desagradable que me resultaba ser hija de un hombre así, mi atención se dirigió hacia algunos frascos de pastillas tirados en el piso, había muchísimos, y junto me pareció ver una mancha de sangre, pero no pude comprobar aquello porque sentí un escalofrió antes de ver hacia mis espaldas y notar que Esteban me exigía que saliera de la habitación con la mirada.
Vi la puerta de la habitación de Melisa abierta cuando caminaba de camino a las escaleras, y vislumbré una tarjeta que felicitaba a mi hermana por haber cumplido 10 años, también vi un montón de regalos esparcidos por el suelo, y eso me puso de peor humor que de costumbre, porque se había hecho evidente que era cierto que Melisa tenía muchos amigos que la querían, se divertía con ellos en un mundo en el que yo no existía.
—Hoy es un viernes muy especial —dijo Esteban luego de sorber de su té—, por lo que Melisa no asistirá a la escuela.
—Apuesto a que irán a matar a alguien —adiviné, clavé con fuerza mi tenedor en las salchichas fritas que tenía en mi plato y los miré con rencor.
Esteban entornó los ojos—. ¿Por qué piensas eso?
Traté de mantener la mirada en sus ojos, pero como de costumbre, terminé desviándola con miedo, y aún más enojada por eso, miré furiosa mi plato, haciendo lo posible por no aventarlo—. Siempre que me sacan de la habitación secreta es solo para que oiga de por qué, dónde, cómo y a quién van a asesinar.
Estaban sonrió con satisfacción—. Hmm… pues hoy no es la excepción. Hoy Melisa y yo iremos a matar una familia entera. ¿Por qué? Porque la pareja felizmente casada son miembros de la organización de Ignacio, por si fuera poco, acabo de recibir información de que el señor buen papá ha ayudado con investigaciones para crear una máquina con la cual darles poderes a personas que no los poseen, esa fue mi idea, así que yo soy quien debería obtener esa máquina, y para evitar que tu abuelo la consiga antes que yo, tengo que matar a ese hombre, pero eso sería demasiado aburrido.
Le eché un vistazo a Esteban, él se hallaba mirando hacia la ventana con unos ojos mucho más aterradores que de costumbre.
—¿Dónde? —continuó Esteban—. Hay un bosque al lado de la ciudad donde ellos viven, un bosque protegido en donde habitan animales de todo tipo. ¿Cómo? Hoy es el cumpleaños del hijo mayor, el señor buen papá sospecha que hoy haré algo contra ellos, así que hará todo lo posible por llegar a la base de Ignacio, y ya que las calles estarán llenas de tráfico, no tendrá de otra más que pasar por la montaña, ahí la lluvia facilitará a Melisa y a mí hacer que todo parezca un accidente, nosotros estaremos en la cima y provocaremos una avalancha de lodo y rocas que hará caer a su auto por el barranco, enviándolos directo al bosque, ahí tendrán que pequeño juego de azar, el juego tratará de ver cuál de todos los animales del bosque los mata primero. ¿A quién? Como dije antes, a unos miembros de la organización de Ignacio, los señores Jacobo y Dara Lozano, y sus hijos.