Ojos Color Violeta.

Cap. 7: ¿Qué es Alexa?

Capítulo 7: Quien heredó los ojos violetas, parte VII.

¿Qué es Alexa?

Durante mi ausencia, Emanuel, Alexa y Damián tenían la sensación de que las cosas no estaban como siempre en la sala del consejo, de cierta forma, como que no se sentían cómodos sin mí, aunque era raro, ya que mi presencia siempre solía provocar que el ambiente se tensara, pero ellos habían logrado agarrarle cierto gusto a eso, y sin mucho trabajo que hacer, los tres pensaron en visitarme, solo que… ninguno de ellos sabía la dirección de mi casa, y al finalizar las clases se rindieron y cada uno se fue por su lado.

En su camino de regreso, Damián pensó que juzgando por el lugar en el que me había bajado del auto de Alexa la noche anterior, la mansión Eisenhide no estaba demasiado lejos de donde él vivía, era obvio porque aquella zona era residencial y no había muchos que pudieran darse el lujo de vivir por ahí, y quizás no tendría tanto problema en averiguar mi dirección.

Justo estaba pensando en eso, cuando él vio a lo lejos a Melisa, y creyendo que ella era yo, la siguió hasta que la vio entrar por el portón de nuestra mansión, pero era obvio que no llegaría más lejos, no, porque corría el riesgo de que yo me enterara de que había ido a visitarme y entonces yo pensaría que él se preocupaba por mí, aun así, como él quería verificar que yo estaba bien para avisarles a los otros dos, se le ocurrió la brillante idea de subir un árbol que se encontraba al lado de la mansión, fue mera suerte, pero desde ahí pudo ver a través de la ventana de mi habitación, y logró presenciar el momento en el que me levanté de mi cama y me dirigí hacia la ventana, cosa extraña porque él acababa de «verme» entrar por el portón, y mientras él rezaba para que yo no lo viera, se estiró lo más que pudo para verme mejor.

Me quedé un rato pensando con mis codos recargados sobre la orilla de la ventana, viendo hacia fuera mientras que el foco que se encontraba arriba de mi ventana iluminaba mi cara, Damián pudo observar que mis ojos eran de otro color, vio unos ojos violetas cuando en la escuela solían ser azules, así que quiso estirarse un poco más hacia mi dirección para asegurarse de que veía claramente, pero tan pronto lo intentó, perdió el equilibrio y cayó del árbol.

Al día siguiente, regresé a la escuela a pesar de que aún me seguía sintiendo un poco mal, pero como ya estaba mucho mejor a comparación del día anterior, pude asistir sin problemas.

—Vaya, hoy sí viniste —me dijo Damián cuando entré a la sala de consejo, y me miró por un largo rato mientras trataba de pensar en las palabras adecuadas para preguntarme sobre el color de mis ojos, por supuesto, sin que yo averiguara que él me había ido a ver.

—Ayer fuiste a mi casa, ¿cierto? —pregunté.

El rostro de Damián siempre había sido un libro abierto, pero aún me sorprendía lo expresiva que era su cara—. ¿¡Cómo lo supiste!?

—… En realidad, no estaba segura, porque solo vi una imagen borrosa cayendo de un árbol afuera de mi casa, pero por tu reacción veo que no me equivoqué. Y entonces, ¿para qué fuiste?

—Para ver cómo estabas —admitió de mala gana—, ¿para qué otra cosa sería? Bueno, y ahora que ya sabes que fui a tu casa… ¿usas lentillas para cambiar el color de tus ojos?

Fruncí el ceño—… No… ya deja tus preguntas raras y ponte a trabajar.

—¿Estás consciente de que me explotas sin ser miembro del consejo?

—¿Ah? ¿Qué no eres tú el que quiere entrar al consejo para hacer este tipo de cosas?

—Sí, pero…

—Si sigues trabajando así, te prometo que pensaré en dejarte entrar, ahora ve por un café negro, necesito algo para despertarme.

—… Sí, señora.

En realidad, a Damián no le molestaba trabajar para el consejo, era más bien que yo lo utilizaba como el encargado de traerme café y cosas del estilo, pero es que incluso si lo hacía de mala gana, seguía obedeciéndome y me traía mi café, por eso yo seguía lo seguía mandando. No lo iba a decir en voz alta, pero yo estaba muy agradecida con él por eso, desde que Emanuel me compró un café por primera vez, fue amor a primera probada, pero a veces tenía tanto trabajo que olvidaba ir por uno o no me daba tiempo, así que, gracias a Damián, yo podía disfrutar de mi delicioso café sin despegarme de mi trabajo.

Varios días después, algo increíble pasó en la sala del consejo. Estábamos en un descanso luego de trabajar dos horas seguidas, Alexa, como acostumbraba a hacer mucho, comenzó a molestar a Emanuel para lograr liberarse un poco de su propio estrés, pero aquel día logró que Emanuel se enojara a tal punto que intentó golpearla en serio, aunque ella fue más rápida y esquivó el golpe, pero al hacerlo se tropezó con mi escritorio y mi taza de café, que por suerte ya estaba vacía, cayó en su cabeza.

—¿Estás bien? —le preguntó Damián luego de acercarse a ella.

Alexa mantuvo ojos fuertemente cerrados mientras se sostenía la cabeza, pero luego de un momento, volvió a abrirlos y miró alrededor.

—Gibson, entiendo que te lleves así con Mariátegui, pero no te debes sobrepasar con ella —le dije a Emanuel, pero vi que él no parecía prestarme atención y eso me enojó—. ¿Me estás escuchando?

—¿Eh? Sí… es solo que, Ale…




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