Ojos Color Violeta.

Cap. 9: ¿Vi un fantasma?

Capítulo 9: Quien heredó los ojos violetas, parte IX.

¿Vi un fantasma?

Como a medio camino de mi casa, cerca de la estación del metro, Alexa y Emanuel se despidieron y bajaron del auto, dejándonos solo a Blaise, a Damián y a mí, el auto volvió a avanzar y siguió su camino hacia mi casa sin volverse a detener, lo que me puso muy nerviosa, porque, bueno, yo sabía que Damián vivía cerca de mi casa, pero no quería que él terminara llegando a ella, corría el riesgo de que Esteban o Melisa estuvieran en casa, y si lo llegaban a ver, no sería nada bueno.

Al final, mis miedos se hicieron realidad, llegamos al portón de mi casa y Damián seguía dentro del auto.

—Hey, ¿puedo entrar? —pidió Damián mientras se bajaba del auto—. Quiero ver cómo es tu casa.

—No —respondí cortante y seguí mi camino hacia el portón para entrar a mi casa.

—Uhm... ya veo, así que es eso —, sonrió maliciosamente—, lo que pasa es que estás secretamente enamorada de mí, tienes una foto gigante mía en tu habitación y no quieres que la descubra, ¿verdad?

Quedé desconcertada por su grandísimo nivel de idiotez—… ¿Qué?

—Si no es así, entonces déjame entrar.

Miré hacia Blaise, quien seguía esperando a que yo entrara a la casa para poder irse, y cuando crucé miradas con él, me hizo una seña para que me acercara al auto, así que le pedí a Damián que me esperara y fui hacia Blaise.

—Esteban no está —dijo en voz baja—, Melisa tampoco.

—¿Por qué me dices esto? —pregunté confundida.

Señaló a Damián—. Me agradan los idiotas como él, al que le estoy haciendo el favor es a ese niño, así que dale el gusto de ver su foto gigante en tu cuarto.

Hice una mueca de disgusto—. Yo no tengo ninguna maldita foto de ese imbécil… pero ¿qué me garantiza que no irás a contárselo a Esteban?

—Mi trabajo es escoltarte y asegurarme de que no escapes, no contarle a Esteban sobre los amigos que hiciste en la escuela y lo que haces con ellos, además, prefiero quedarme callado y mantenerlo tranquilo, cada vez que se enoja le da por arrojar y destruir cosas, y es un dolor en el trasero tener que limpiar su desastre. —Sonrió—. Pero no siempre soy una persona honesta, así que tampoco te fíes completamente de lo que te diga, la mitad de las cosas que digo son mentira.

«Odio a este tipo», pensé mientras lo miraba con desprecio, «solo está jugando conmigo». Caminé hacia el portón de nuevo, en donde Damián me estaba esperando, y pensé en arriesgarme, Blaise dijo que la mitad de las cosas que dijo eran mentira, así que quise saber qué era verdad, por lo que decidí cumplirle su capricho a Damián, y es que, en ese momento estaba tan enfadada, que se me pasó el cariño que le tenía y pensé que si Esteban lo encontraba y lo mataba, él se lo había buscado por idiota, además de que si eso sucedía y yo le decía a Esteban que Blaise lo permitió, Blaise pagaría las consecuencias también.

—... Tú ganas —le dije a Damián—, puedes entrar, pero solo será un momento.

—¡Sí! —exclamó sonriendo alegremente.

Cuando abrí la puerta de la mansión tras atravesar el patio, Damián se apresuró y entró dando grandes saltos de lo emocionado que estaba, pero al ver el interior de mi casa se puso tan pálido como la nieve, pensó que lucía igual a las mansiones que aparecían en las películas de terror, además de que todo estaba muy oscuro porque Esteban prefería que la mayoría de las luces se mantuvieran apagadas, y el silencio eran tan intenso que se pudo escuchar claramente cómo Damián dejó de respirar por un momento.

—... Q-que linda —dijo tratando de disimular su miedo a los fantasmas y volteó a los lados en busca de más personas—. Uhm… ¿no hay nadie más?

Miré alrededor también—... Bueno, en general siempre hay sirvientes, pero… Esteban… mi padre, es un hombre estricto, ha habido ocasiones en las que cuando un sirviente comete un error, todos lo pagan. Supongo que no hay sirvientes a la vista porque eso pasó de nuevo. —Comencé a caminar hacia la cocina mientras seguía mirando hacia todos lados, porque me preocupaba que hubiera manchas de sangre a la vista.

Él se apresuró a seguirme y se mantuvo de mí—. Así que tú papá los despidió a todos.

—Sí, se podría decir. —Me detuve y me giré a verlo con el ceño fruncido—. Voy a la cocina por un poco de agua.

—No te molestes, no quiero agua, gracias.

—Es para mí.

—Ah…

Señalé las escaleras—. Querías entrar a mi cuarto, ¿verdad? Para ver tu foto gigante. Subiendo las escaleras dirígete al fondo del pasillo y gira a la izquierda, mi habitación está en la segunda puerta del lado derecho.

Me miró con miedo—. Ya... y... ¿no quieres que te acompañes a la cocina?

—¿Acaso tienes miedo de ir solo?

Se apresuró a negar con la cabeza—. ¡C-claro que no! —farfulló y apretó los puños—. Yo solo quería ser un buen amigo y acompañarte, pero como no quieres... m-me iré adelantando. —Se giró hacia las escalera y caminó hacia ellas como si se estuviera dirigiendo hacia su muerte.




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