Ojos Color Violeta.

Cap. 32: Ha recuperado la memoria.

Capítulo 32: Quien mejor guarda secretos, parte I.

Ha recuperado la memoria.

Una mañana de la segunda semana de las vacaciones de verano de mis casi 17 años, recuerdo que entré a la ducha y, luego de despabilarme un poco con ayuda del agua caliente que caía sobre mí, puse en mi mano la misma cantidad de champú que solía usar hasta la mañana anterior, cuando aún no me cortaba el pelo, así que la cantidad era más de la que necesitaba y no me di cuenta hasta que comencé a enjabonarme.

Cuando salí de la regadera y me miré en el espejo, me imaginé la reacción de Alexa cuando me viera con el pelo mucho más corto de lo que normalmente solía tenerlo, quizás se burlaría de mí y me llamaría calvo, y entonces suspiré de arrepentimiento por haberme dejado convencer por el peluquero de que aquel corte me quedaría bien, pero cuando el peluquero terminó mi corte, él y sus asistentes me aseguraron que me veía muy bien, y eso me puso feliz.

En realidad, soy el tipo de persona que se pone realmente feliz si lo halagan, pero no es como que siempre fuera así, estoy seguro de que cuando era pequeño, me importaba menos que los demás hablaran bien o mal de mí, pero eso cambió luego de conocer a Ale. Cuando tenía 7 años, mi familia se mudó a Kleidi, por lo que tuve que cambiar de escuela, y en mi primer día de clases, tan pronto me senté en mi pupitre, sentí una mirada atravesando mi espalda, y tan pronto llegó un tiempo libre, un niño de cabellos rubios prácticamente voló hacia mí y me gritó en la cara: «¿¡Quieres ser mi amigo!?».

(Universo 3, 105 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Me convertí en el primer amigo de Ale, nadie más en la clase, y al parecer en toda la escuela, parecía dispuesto a acercarse a él, y cuando yo estaba con él, que era casi todo el tiempo porque él no se me despegaba, tampoco estaban dispuestos a acercarse a mí. Pero en la primera oportunidad en que me vieron solo, se encargaron de decirme por qué no me convenía ser amigo de Ale.

—Es un mentiroso.

—Está loco.

—Dice que puede volar.

—Es un tonto.

—Es muy molesto cuando llora por todo.

—Siempre quiere que lo vayas a ver volar.

—Te grita si no le haces caso.

—Es más divertido jugar con nosotros.

—Simplemente ignora a ese niño raro.

—Ven con nosotros.

—Déjalo solo.

Ale a veces era molesto, siendo que mis padres no solían estar mucho en casa, yo era bastante independiente, no estaba acostumbrado a que alguien me siguiera como perrito a todos lados, y era incómodo que incluso no me dejara ir al baño solo, pero sabía que era una buena persona, e incluso si era todo aquello que me decían que era, no veía por qué debía dejar de hablar con él, pero ellos siguieron insistiendo en que Ale estaba loco y que si seguía con él me volvería raro también.

Me pareció tan absurdo y me enojé tanto con ellos por empeñarse en hacer sentir mal a un niño que no les había hecho nada malo, que un día simplemente exploté.

—¡Son ustedes los que necesitan que les revisen la cabeza! ¡Ustedes están locos por encontrar gracioso excluir a ese niño! ¡Prefiero mil veces ser amigo de él que de niños estúpidos como ustedes!

Alguien le dijo al profesor que yo los había insultado y fui castigado, pero no me importó, por fin me dejaron en paz. Pero, por otro lado, Ale se volvió mucho más intenso que antes, comenzó a seguirme hasta mi casa y solía quedarse a dormir seguido, y cuando fue mi turno de quedarme en la suya, él incluso lloró de la felicidad. Después supe por sus padres que él me había escuchado defenderlo, y que ese día había llegado a casa llorando y les dijo que yo iba a ser su mejor amigo para toda la vida.

Me sentí muy conmovido, porque yo solo me veía a mí mismo como alguien que solía comerse más de la mitad de los almuerzos de Ale, y es que siendo que sus padres eran chefs, los almuerzos que llevaba eran espectaculares, así que cuando los señores Mariátegui me agradecieron por ser amigo de Ale y me hablaron de lo especial que yo era para él, terminé llorando porque no creí que alguien llegara a necesitarme tanto, y eso me hizo muy feliz.

Me sentí querido por los Mariátegui, y comencé a pasar más tiempo en su casa que en la mía, y no estoy seguro de cuándo empezó, pero tanto Ale como sus padres, luego de abrazarme y revolverme el pelo con mucha emoción cuando yo llegaba con Ale, me llenaban de halagos por cada insignificante cosa que hacía, y debido a eso, es muy fácil manipularme.

Si alguien comienza a decirme que soy muy listo y genial o lo que sea, terminará convenciéndome de hacer algo que no quiero, y lo odio porque aún si soy consciente de ello, siempre me pongo de buen humor cuando me halagan y me ablando.

Ale terminó convirtiéndose en mi mejor amigo de toda la vida, incluso teníamos una base secreta en una casa abandonada al lado de la escuela primaria. Nuestra amistad no cambió incluso al llegar a la secundaria cuando él creció de tamaño y se hizo tan fuerte que solía meterse en peleas casi diario, también se volvió un mujeriego, y los profesores estaban hartos de verlo sin hacer nada en clases, pero no poder hacer nada porque salía bien en los exámenes.




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