Capítulo 34: Quien mejor guarda secretos, parte III.
Averiguamos ciertas cosas.
No supe nada de Ale y Katia en lo que restó de las vacaciones, estuve muy preocupado por ellos, pero Ale no contestaba ninguna de mis llamadas, y sus padres me dijeron que Ale se la pasaba fuera de la casa, por lo que tampoco podía buscarlo ahí, y cuando pensé en buscarlo por medio de Katia, me di cuenta de que no tenía su número de teléfono y no quería llamar a Dánae para conseguirlo porque… en realidad… yo no tenía ni idea de qué hacer con ella.
Yo había aceptado acompañar a Dalila en la guerra que tendría contra su padre, eso significaba marcharme de Kleidi y no regresar por un tiempo, para ese momento yo estaba seguro de que, por lo menos, me gustaba Dánae, y también era consciente de que el sentimiento era recíproco, sin embargo, no veía satisfactorio empezar una relación con ella, siendo que me marcharía unas semanas después de regresar a la escuela, debido a eso, desde la última vez que la había visto en la escuela y me dijo medio en broma que si yo seguía siendo tan amable con ella, ella terminaría pidiéndome que fuera su novio, no me atreví a verla en las vacaciones y hacer que lo que me dijo se hiciera realidad.
Cuando regresé a Marilyn, atravesé sus puertas con sentimientos contradictorios, por un lado, estaba ansioso por poder ver a Ale o por lo menos a Katia, y por el otro, no quería encontrarme con Dánae. Además de eso, no sabía qué pasaría con el consejo estudiantil luego de que Dalila se marchara. Miré por novena vez la hoja que había impreso la noche anterior con mi nuevo horario, pero esta vez de verdad le puse atención, y me dirigí hacia el tercer piso del edificio P para ir a mi salón de álgebra, y para mi alivio, vi una cara conocida tan pronto crucé la puerta.
—¡Vicepresidente! —saludó Damián con una sonrisa mientras asomaba la cabeza de entre el tumulto de chicas que lo rodeaban.
Yo sabía por Alexa que aquella escena era algo común, pero no dejó de impresionarme ver a tantísimas chicas acorralando a un chico que, aunque les sonreía, parecía querer echarse a correr.
Me senté en una banca de hasta enfrente junto a la ventana que daba vista al pasillo, y vi cómo casi de inmediato Damián lanzó su mochila para apartar el lugar que estaba justo detrás de mí, luego de eso, vi cómo varias chicas comenzaron a correr hacia la banca vacía junto a mí, puesto que era el asiento vacío más cercano al de Damián, pero se detuvieron en seco cuando vieron a un apuesto chico ocupar ese lugar.
—Ale —susurré. Abrí la boca para hablar, pero no supe qué decirle ahora que lo tenía enfrente.
—¿Qué pasó con Alexa? —le preguntó Damián en voz baja luego de que aprovechara la confusión de las chicas, quienes no sabían quién era el guapo chico sentado junto a mí, para escapar de ellas y ocupó su asiento detrás de mí.
Ale se giró hacia él y le sonrió—. Se podría decir que nos fusionamos.
El profesor entró al salón y tuvimos que dejar la conversación para otro momento, pero incluso si Ale no me dijo nada, teníamos tantos años de conocernos como para que yo supiera a simple vista que él se encontraba bien, y que fue una decisión correcta dejar que Katia lo ayudara a salir del oscuro abismo en el que se encontraba.
Cuando llegó la hora del receso, pensé en llevarme a Ale y preguntarle qué había pasado con él en las vacaciones, pero mi oportunidad fue robada cuando Gustavo apareció en mi salón y me dijo que el director me llamaba, entonces abrí la caja de almuerzo de Ale y llené mis mejillas con todo lo que pude, para luego ir detrás de Gustavo rumbo a la dirección.
—¿Dónde está Lila? —preguntó Leonardo tan pronto atravesé la puerta.
Me quedé en las nubes un momento, intentando procesar esa inesperada pregunta, y luego me senté en la silla frente a su escritorio—. Pensé que hablaríamos del consejo estudiantil.
—También está eso. Tradicionalmente, los miembros del consejo se escogen por medio de votos, pero nadie quería postularse a ser parte del consejo por Lila, aunque ahora, ya que ella no está, va a haber muchos candidatos, sin embargo, puedo darte preferencia a ti si te postulas como presidente.
Levanté las cejas—. Oh, no, de hecho, planeo dejar el consejo.
Leonardo sonrió satisfecho—. Hice bien en llamarte a ti. Uhm… veo que tienes un buen reloj en tu muñeca izquierda —dijo mientras miraba radiante mi reloj—. ¿Puedo verlo?
—Supongo. —Me quité el reloj y se lo pasé para que pudiera tomarlo.
Él lo sujetó entre sus manos y lo acarició varias veces hasta que estuvo satisfecho, luego me lo devolvió y de nuevo esbozó una sonrisa—. Ya puedes irte.
Me levanté de la silla, bastante confundido, y regresé al salón tratando todavía de encontrarle sentido a las palabras de Leonardo, estaba tan enfocado en eso, que cuando me senté en mi banca, ni siquiera noté que la persona que estaba al lado mío no era Ale, sino Dánae.
—¿Qué quería el director? —preguntó ella con la boca llena con una banderilla.
—No lo sé… fue muy raro, primero me preguntó —, me giré hacia ella y al verla me quedé atontado por un momento, pero agarré con fuerza el borde de mi suéter y me obligué a seguir como si no estuviera sintiendo aquella felicidad que sentí de verla tan linda como estaba, ni aquel revoloteo en mi pecho—… me preguntó por Da… por la presidente, y luego me dijo que este año se harán elecciones para presidente, y que si me postulo me dará preferencia a mí.