Capítulo 37: Quien mejor guarda secretos, parte VI.
La realidad me llegó de golpe.
Dánae y yo salimos del restaurante sin decir una palabra, pero el silencio que había entre nosotros era lejos de ser uno de esos terribles silencios incómodos, era más bien un silencio en el que podíamos apreciar la compañía del otro, y eso era lo que más necesitábamos en ese momento. Revisé mi celular cuando lo sentí vibrar, y para mi sorpresa, tenía más de 20 llamadas perdidas de Ale. Estaba por regresarle la llamada cuando él volvió a marcarme y yo solo tuve que contestar.
—¿¡Dónde demonios estás!? —gritó Ale, tan fuerte que tuve que alejarme el celular del oído—. ¡Llevo casi media hora tratando de localizarte!
—Lo siento, no escuché mi celular. ¿Pasó algo?
—Cambio de planes, nos largamos de Kleidi justo ahora.
—¿¡Ahora!?
—¡Ahora!
Miré a Dánae a punto de tener un ataque pánico—. Lo siento, tengo que irme —farfullé y me eché a correr—. ¿Dónde están?
—No, ¿dónde estás tú? —preguntó Dalila desde el celular de Ale.
—¿Dalila?
—Te pregunté dónde carajos estás —masculló.
Me detuve y miré a mi alrededor—. Acabo de salir del restaurante que está por la estación del metro.
—Bien, no te muevas de ahí, iremos en seguida, y no tienes por qué preocuparte de tus cosas, Alexander ya trae una maleta con ellas.
—¿Y qué pasó? ¿Por qué se adelantó la partida?
—No podíamos contactar con Andrés y… ya te lo explicaremos mejor luego, el problema es que los Vestigios de REVENISH se percataron de nuestra presencia y nos están persiguiendo. Bueno, voy a colgar.
—¡Espera, Dalila…! Carajo. —Me di media vuelta para regresar al restaurante, pero me paré en seco cuando vi a Dánae parada justo frente a mí.
—Entonces… ¿ya te vas? —preguntó con tristeza.
—Maldición, Dánae, necesito que te vayas lejos —, la tomé de los hombros—, no puedes estar cerca de mí.
—Pero justo ahora viene Dalila, ¿no? —Esbozó una sonrisa—. Será rápido, si hablo con ella…
—¡Dánae! —interrumpí y la miré con severidad—. No, entiende que yo no quiero que vayas —, la solté y luego señalé hacia la lejanía—. Ahora, hablo en serio, necesito que…
Una camioneta gris se acercó a toda velocidad hacia nosotros y se paró tan rápido que las llantas dejaron un camino en el pavimento, una de las puertas se abrió y vi a Ale asomarse con una cara llena de desesperación.
—¡Súbete rápido!
Di un paso hacia la camioneta, pero entonces sentí como mi brazo era sujetado por Dánae.
—¡Yo quiero ir también!
Otra camioneta de color negro se detuvo justo al lado y un chico de cabellos blancos, sentado en el asiento del copiloto, sacó la mano por la ventana y les disparó a las llantas traseras de la camioneta en la que nos íbamos a ir, luego abrió la puerta y salió sonriendo de oreja a oreja.
—A ustedes dos no los conocía —nos dijo el albino a Dánae y a mí—, soy Asher, por si no lo sabían. No queremos hacerles daño, así que podríamos terminar esto sin necesidad de derramar sangre, simplemente denos a Dalila, es sencillo, ustedes. —Antes de que pudiera terminar de hablar, cayó al suelo por una patada que nadie había podido ver.
Una mujer alta que usaba un pantalón negro y una camisa blanca, había aparecido en un instante junto a Asher y lo había derribado con una patada.
Asher sonrió desde el suelo cuando la vio—. Nos vemos de nuevo, linda.
—Mi nombre es Hannia, hijo de perra —gruñó y un instante después, Asher fue golpeado al menos unas 15 veces por el puño de Hannia en un segundo, pero ella se retiró unos pasos al siguiente segundo.
Siendo que Asher tenía el poder de absorber cualquier objeto físico, los golpes de Hannia habían dejado de funcionar porque el cuerpo de Asher comenzó a absorber los puños de ella, y a ella le pareció asquerosa la sensación cálida que sintió al tener su puño dentro del pecho de Asher.
Asher se puso de pie y se pasó el dorso de la mano por la nariz para confirmar que se encontraba sangrando, seguro por alguno de los primeros 14 golpes que Hannia le había dado antes de que activara—. Eres increíble, Honey. Pero no podrán derrotarnos solo siendo veloces.
Blaise salió del auto negro por la puerta del conductor y abrió una puerta de atrás para que saliera Melisa, quien, pese al calor, usaba prendas de ropa que le cubrían casi todo el cuerpo, supuse que era para que no estuvieran a la vista las heridas que su papá le había hecho.
—Ya que me hicieron bajar del auto —dijo Melisa mirándome por un segundo, aunque luego dirigió sus ojos hacia la camioneta gris—, tienen cinco segundos para entregar a mi hermana, o de lo contrario, las cosas se pondrán feas. Cinco… cuatro…
Me puse delante de Dánae, era completamente inútil, pero no sabía qué otra cosa hacer, entonces miré dentro de la camioneta gris con desesperación, y vi a Alexander cerrando un frasquito con un extraño humo dentro, había otro igual en el asiento junto a él, y noté que Dalila y Katia habían desaparecido.