Ojos Color Violeta.

Cap. 61: La ganadora fue Meli.

Capítulo 61: Quien mejor puede conocer el pasado, parte V.

La ganadora fue Meli.

Unos minutos antes, Leonardo y yo entramos a la sala de interrogatorios y nos sentamos frente a frente con una pequeña mesa entre ambos, Leonardo parecía un poco nervioso, pero de hecho, lo estaba mucho más antes de que le dijera que Dalila no estaría presente en el interrogatorio, porque ella estaría con Emanuel averiguando si Alexander y Elián se habían ido del C.I. juntos.

—¿Puedes darme tu mano? —le pedí.

Leonardo sonrió—. Si no supiera cómo funciona tu poder, creería que intentas coquetear conmigo. —Soltó una pequeña risa cuando vio mi cara de disgusto—. Bueno, este es mi fin. —Me dio la mano.

(Universo 3, 100 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Tenía 5 años cuando escuché a mi padre hablar de ello por primera vez, ahí afuera, había personas con habilidades iguales o incluso más extraordinarias que las que poseían los súper héroes que tanto me gustaba ver en las películas, personas que vivían ocultando sus poderes por temor a las represalias que generaba el miedo que sentían aquellas personas que se sintieran amenazadas por no poseer un poder.

(Universo 3, 102 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Recuerdo con claridad el día que conocí a las gemelas, estaba lleno de expectativas, mi padre solo me había dicho que las nietas de uno de sus más cercanos amigos tenían poderes, también había escuchado que ese amigo era el líder de una organización de personas con poderes, pero al llegar a la mansión Eisenhide solo encontré a un abuelo amoroso sin ningún poder, y unas niñas de 4 años, una de ojos violetas que decía que la luz que me rodeaba era azul, y la otra de ojos azules que se ocultaba detrás de su hermana cada vez que yo le hablaba. Ese día regresé a casa tan decepcionado, que no me imaginé lo mucho que me llegaría a encariñar con esas dos pequeñas niñas.

(Universo 3, 103 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

—Así que quieres proteger a la pequeña Melisa —repitió mi padre con una sonrisa cuando se lo conté a la hora de la cena.

Asentí—. Sí, Meli no es tan fuerte como Lila, Lila incluso puede cargarme en su espalda, pero Meli siempre se queda en su habitación para que no se lastime, por eso me preocupa mucho.

—¿Solo es preocupación? —preguntó mientras me daba un ligero codazo—. Es solo mi opinión, pero por la forma en que hablas de Meli y la ¡cantidad! de veces en que lo haces, o sea, ¿no te has dado cuenta de que de cada diez cosas de las que hablas, ocho son sobre ella?

—¡A Leo le gusta Meli! —se burló mi mamá.

—¡No me gusta Meli! —grité avergonzado.

—Incluso Sebas piensa que te gusta, ¿verdad, Sebas?

Mi hermano menor asintió.

Sebas era muy listo, pensé que sí él decía que a mí me gustaba Meli, era muy probable que fuera cierto, él siempre tenía la razón, por ello confiaba más en lo que decía él que en lo que decían mis padres.

(Universo 3, 104 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

La noche anterior al cumpleaños número seis de las gemelas, Ignacio llamó a mi padre para pedirle de favor que no se presentara conmigo en su casa, por supuesto tampoco solo, él no estaría en casa, y el padre de las gemelas, un hombre muy intimidante de nombre Esteban, no quería tener visitas ese día. No volví a saber de ellas por mucho tiempo luego de aquello. 

Esa misma noche, Meli se despertó al sentir su garganta seca, no quería molestar a su hermana o a la esposa de su padre, quien en ese entonces solía pensar que se trataba de su verdadera madre, así que salió de su habitación luego de ponerse encima un suéter y caminó con sigilo por el pasillo que llevaba a las escaleras, y luego de bajar por ellas, caminó en dirección a la cocina.

—¿¡Eres un idiota!? ¿¡Por qué estás aquí!? —gritó el padre de Meli desde el interior de la cocina, haciéndole imposible a ella entrar, por lo que se limitó a esperar detrás de la puerta a que se fuera su padre y la persona con la que estaba, para poder entrar a beber agua.

—Vi a tu padre marcharse a su viaje de negocios hace nada —respondió una voz masculina de forma despreocupada—, no entiendo tu preocupación, no es como que Jaqueline vaya a hacer algo si me ve, mucho menos tus hijas.

Meli se acercó al borde de la puerta y se asomó para poder ver al hombre que acompañaba a su padre, con mucho cuidado para no ser descubierta, de esa forma pudo apreciar los cabellos rubios, ojos verdes y piel morena que tenía aquel hombre tan extraño que miraba con diversión la expresión molesta de su padre.

—No es como que Ignacio pueda hacer algo de todas maneras —comentó el padre de Meli de forma despectiva—, pero no me gusta que mi casa se llene de basura. Supongo que tu desagradable visita se debe a que me has conseguido lo que te pedí.

—¡Claro! —El hombre abrió la mochila que llevaba en su espalda y depositó en la mesa dos brillantes y hermosas esferas con los nombres de Meli y Lila grabados en ellas—. Me sorprendió mucho tu petición, ¿será que por fin ha despertado ese lado paternal tuyo y pensaste en que era momento de por lo menos darles un obsequio a tus queridas hijas por su cumpleaños?




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