Capítulo 70: Quien mejor guarda secretos, parte XXV.
Entrega a Miller pacíficamente.
La señora Luciana tuvo una larga conversación con el señor Binder mientras el señor Halffter buscaba a Anabel por todo Filos, y ella estuvo satisfecha con la sinceridad con la que él le habló.
—Yo de verdad te amaba —aseguró el señor Binder cuando ella se lo preguntó—. Y en realidad, creo que aún te amo. Te quise y te quiero lo suficiente como para estar feliz con la idea de pasar todos y cada uno de mis días a tu lado y el de mis hijos, pero… mi amor por ti ya no es del tipo romántico.
—¿Tú aún estás enamorado de ese hombre? —inquirió la señora Luciana con calma.
El señor Binder levantó las cejas con sorpresa, aunque luego bajó la mirada, se encogió de hombros y sonrió—. Quién sabe. Ban es muy importante para mí, es alguien que no puede ser reemplazado, y siempre estoy preocupándome por él, porque es un genio a la hora de hacer cosas buenas que parecen malas, supongo que ese es su propósito, dar la imagen de tipo malo para alejar a los demás, pero no quiero que se quede solo, así que haré lo que pueda para detenerlo, y si no lo logro, él tendrá que hacerse a la idea de tenerme a su lado sin derecho a descanso —dijo riendo.
—… ¿Cómo querías pasar el resto de tu vida a mi lado si ese hombre siempre fue tu prioridad? —susurró tan bajo que el señor Binder no la escuchó—. Me alegro de haberme divorciado de ti. —Sonrió—. Eres el hombre más amable del mundo, si yo no te hubiera empujado lejos, estarías sufriendo por no poder moverte lo suficiente para ayudar a ese hombre, y yo sufriría porque me sentiría como la mala por no dejarte estar al lado de él.
—Bueno, aunque no es como que justo ahora me encuentre a su lado —, soltó un suspiro—, no estoy en contra de lo que busca, pero sí lo estoy con la forma en que lo quiere conseguir, pero sé que él tampoco quiere hacer todo lo que hace, solo que no sabe qué otra cosa hacer, y está esperando a que alguien lo detenga. Quiero ser ese alguien.
—Oliver, ¿eres feliz?
—… Me pregunto—, agachó la cabeza—… no gano nada con hacer todo esto, dejé mi sueño de ser un director de cine y justo ahora me dedico a repartir volantes en una botarga de conejo, te perdí a ti y a mis hijos, y jamás he tenido la mínima esperanza de que Ban sienta algo como lo que yo siento por él. No sabría decirte si estar junto a él me hace feliz, pero quiero estar junto a él, necesito estarlo, la sensación que tengo al estar con Ban es mucho más compleja que la felicidad, por ahora no estoy junto a él, pero me trae paz pensar que estoy haciendo algo para construir un futuro en el que él deje de herirse a sí mismo. Y tú, Luciana, ¿eres feliz?
La señora Luciana miró los ojos de su ex esposo y sintió algo cálido en su pecho cuando se percató que ellos tenían el brillo que en su momento ella tanto amó, y pensó que seguro ella podría volver a caer enamorada de él, pero ya no lo haría, porque ahora todo su ser le pertenecía al señor Halffter, él la hacía sentir amada, segura, nunca se sintió tan especial para alguien como lo hacía con él—. Justo ahora, tu Ban está buscando a mi esposo y la novia de mi hijo para matarlos —gruñó—, estamos huyendo sin descanso, cada día como comida deplorable, apenas puedo dormir, no he podido tomar un baño en semanas y mi cabello se siente horrible, siempre estoy peleando con esa mocosa con canas, estoy irritable y estresada, pero… sí, soy feliz.
El señor Binder le brindó una enorme y cálida sonrisa—. Eso es genial, y en realidad, aunque tienes el pelo alborotado y grasoso, tu ropa está sucia y tu cara es un desastre, creo que nunca te había visto más hermosa. Pero ahora —, su cara se ensombreció un poco—, ¿por qué Ban quiere matar a tu esposo y la novia de Andrés? ¿Y dónde están mis hijos?
(Universo 3, 120 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
—Luego de que esos dos conversaran, Luciana se tranquilizó un montón —les contó el señor Halffter luego de que le diera un par de indicaciones a Paris para que condujera a esa dirección—. Le hizo muy bien arreglar sus diferencias con Binder, dejó por completo su resentimiento hacia él, y, por ende, ahora está llena de arrepentimiento por lo que les hizo a ti y a tu hermana. —Miró en dirección a Andrés para ver su reacción.
—No me sirve de nada su arrepentimiento ahora —masculló sin mirar a su padrastro a los ojos—. Lo que en verdad quiero saber es, ¿sabes dónde está mi papá?
—¿Qué acaso tú no lo sabes? —preguntó extrañado—. Si no me equivoco, Binder está trabajando con el padre del señor Esteban.
—¡Tenía razón! —gritó Cristián con entusiasmo—. Cuando el señor «Clones» mencionó que la botarga de conejo los llevó a otra dimensión, pensé que podría tratarse de Oli, él es el único que conocemos que tiene ese poder.
Cristopher asintió—. Aunque Andrés no se parece en nada a Oli —, le dio un vistazo—… bueno, aunque es cierto que sus ojos lucen iguales.
—¿Y saben dónde está? —inquirió Andrés con emoción, inclinándose hacia los gemelos.
—Ni idea —respondieron encogiéndose de hombros.
—Halffter, ¿y ahora hacia dónde? —preguntó Paris sin apartar la vista de la carretera.
—Ah… sigue derecho hasta…