Capítulo 77: La guardiana del escondite de un Dios, parte VII.
Regresaré por ti.
Oliver abrió un portal para regresar a la Dimensión del Espacio, la dimensión en donde los humanos viven, él tenía la esperanza de que encontrar a alguien ahí, pero solo vio un enorme hueco en el suelo en donde debían estar los cimientos de su casa, así que se dio la vuelta y volvió a la Dimensión de los Matia por el portal que recién había abierto.
—Estuve vagando a oscuras por toda mi casa por 3 semanas —le explicó Oliver a Esteban y soltó un pesado suspiro cuando lo recordó—, aunque como ahí no hay un día o una noche, sin algo que me indicara cuánto tiempo iba pasando, me pareció que estuve ahí muchísimo más tiempo.
—¿Cómo demonios sobreviviste 3 semanas ahí? —preguntó Esteban sin poder creer que duró tanto tiempo en la Dimensión de los Matia.
Oliver rio ligeramente—. Conozco bien mi casa, no es tan grande, así que luego de tropezar algunas veces, fui capaz de ir a la cocina para tomar agua y agarrar galletas y cereal. Esa fue mi comida durante—, meditó mirando al cielo—… supongo que la primera semana y media. Y para dormir, tomaba una almohada y una manta, y me iba a la Dimensión de las Estrellas, lo hacía porque las estrellas son realmente cálidas, y aunque pensé que me iba a costar trabajo dormir ahí por la luz, terminaba tan cansado de mi búsqueda que me dormía rápido —dijo con una sonrisa de lado.
—Tu «búsqueda», ¿te refieres a buscar a tu familia? —Arqueó una ceja—. Si no estaban en tu casa, ¿dónde estaban?
—No tienes idea de cuántas veces me hice esa misma pregunta —aseguró con seriedad—. Entré cientos de veces a cada una de las habitaciones de mi casa, llamando a gritos a mis papás y a Benny, y jamás escuché respuesta, y pensé en la posibilidad de que ellos se encontraran dentro de la Dimensión de los Matia, pero fuera de la casa, quería buscarlos, pero —, agachó la cabeza y apretó los puños que tenía sobre el borde de la ventana—… me sentía aterrorizado con solo imaginar salir de mi casa y no ser capaz de regresar a ella.
—Pero al final los encontraste, ¿no?
Asintió—. En realidad, durante las tres semanas que estuve ahí… nunca busqué dentro de la habitación de mi papá, es decir, me paré fuera de ella y llamé a mi familia, pero no puse ningún pie dentro —, suspiró y levantó la cabeza para darle un vistazo a su amigo—, tenía miedo de entrar ahí y… encontrar a mi familia… sin vida. —Volvió a mirar al cielo—. Sin embargo, tenía que arriesgarme más si quería encontrarlos, así que entré… pero de inmediato noté algo.
Cuando Oliver abrió la puerta e intentó dar un paso hacia enfrente, sintió que su pie no tocaba suelo y por un momento pensó que se trataba de un escalón, pero entonces buscó rápidamente en sus memorias para recordar que esa habitación no tenía ningún escalón, por lo que reaccionó de inmediato y una de sus manos se aferró al borde de la puerta para no caer.
Había algo extraño ahí, y pensó en probar algo. Se tiró en el suelo del pasillo y se arrastró para que de su pecho hasta su cabeza quedaran dentro de la habitación de su padre, entonces estiró sus brazos hacia abajo, esperando sentir algo, pero no sintió nada, fue así que se dio cuenta de que la habitación de su padre no se encontraba en la Dimensión de los Matia.
Por alguna razón, Oliver no pensó en la posibilidad de que la habitación de su padre, con su familia dentro, estuviera en la Dimensión de las Estrellas, algo dentro de él le decía que ellos debían de estar en aquella cuarta dimensión que él era capaz de abrir, aquella a la que su abuelo le aconsejó que no entrara, entonces se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, y luego de cerrar la puerta de la habitación de Viktor, Oliver recargó su espalda en ella y miró al Matia que atravesaba su pierna izquierda.
—¿Debería ir a buscarlos a esa dimensión? —le preguntó, aunque no esperaba recibir una respuesta por parte del Matia—. Tengo miedo de ir solo a un lugar que no conozco, aquí por lo menos ya los conocía a ustedes, pero ahí… no sé qué me voy a encontrar.
Luego de decir esas palabras, Oliver notó cómo una gran cantidad de ojos comenzaron a reunirse a su alrededor, y él comenzó a reírse porque en ese momento pudo jurar que los Matias estaban intentando decirle que lo acompañarían, pero también estaba convencido de eso era una completa locura.
—¿Me habré vuelto extraño por encontrar reconfortante la idea de llevarme a algunos de ustedes? —Volvió a reír—. Por favor no vayan a dejarme solo. —Se puso de pie y se concentró para abrir un portal a una dimensión distinta a las que ya conocía, y cuando se abrió uno, se dio unas palmadas en el pecho para calmar los fuertes latidos de su corazón y caminó hacia él para atravesarlo junto a decenas de Matia.
Dimensión de los Tronefóvous o Dimensión de los Come Miedos, ese fue el nombre que Rufino, el abuelo de Oliver, le dio a aquella dimensión. Cuando Rufino tuvo acceso a ella, lejos de estar temeroso, como el buen aventurero que era, llegó lleno de emoción por explorar un lugar nuevo, pero al principio no encontró mucho, ese lugar era como el interior de un túnel infinito hecho de nubes, aunque éstas eran duras como una piedra e irradiaban luz naranja, y todo el interior del túnel estaba plagado de cuerdas negras.
Rufino estuvo explorando la dimensión por al menos una hora, caminó a lo largo del túnel apartando las cuerdas que se ponían en su camino, y fue incapaz de encontrar algo más, entonces el pequeño miedo de no encontrar nada que saciara su hambre de aventura comenzó a poseerlo, y fue hasta ese momento que pudo ser capaz de ver algo que mereciera su asombro, algunas cuerdas comenzaron a moverse, se volvieron tan delgadas como hilos e intentaron tomar la forma de Rufino, y aunque ciertamente lograron hacer una silueta humana, no parecía del todo humano y daba bastante miedo, aunque Rufino terminó por emocionarse y todo rastro de miedo fue borrado de él, entonces las cuerdas perdieron la forma humana y volvieron a quedarse inmóviles.