Capítulo 82: Quien mejor guarda secretos, parte XXVI.
Mandar nuestros recuerdos al pasado.
—Ten. —Dalila estiró hacia mí una bolsa con hielo para que me la pusiera sobre la mejilla, que había sido golpeada por Emily cuando traté de quitársela de encima a Ale. Ella le dio otra bolsa a Ale y luego se sentó a mi lado, en un sillón de la sala que estaba ubicada en el primer piso.
—Nunca había visto a Emily tan enojada —comentó Katia, quien se encontraba curando las heridas que Emily le había hecho a Ale en la espalda cuando lo tacleó y lo lanzó hacia una ventana que terminó por romperse.
Ale bajó la mirada con tristeza—… Todo esto es mi...
—Es la mía… mi culpa —interrumpió Salma—, es como dijo Emily, yo sabía que esto iba a pasar y no hice nada.
Dalila negó con la cabeza—. Desde el principio tú dijiste que no nos ayudarías.
—Un día te pregunté si había habido alguna vez en que habías intentado cambiar el futuro que veías, ¿lo recuerdas? —le pregunté a Salma y ella asintió—. Me dijiste que muchas veces, y en casi todas ellas habías fallado, y cuando lograbas cambiar algo, o era algo muy pequeño, o las cosas se volvían peor que lo que habías predicho. Tenías miedo de que se volviera a repetir, ¿no es cierto? No quisiste interferir y tener la esperanza de que las cosas cambiaran para bien, para que al final nada cambiara, o que las cosas se complicaran aún más.
—Y deber ser duro ver momentos como este dos veces —susurró Katia.
—Aunque yo tengo una duda —expresó Dalila—. ¿Qué pasa cuando tu poder te permite ver acontecimientos más allá de una semana en el futuro? —Suspiró al ver una cara de confusión en todos—. Cuando llegaste aquí, fue porque viste desde meses atrás que tu padre reforzaría la seguridad de tu casa y no podrías huir después de eso.
—¿Eso qué tiene que ver con lo que está pasando ahora? —inquirió Ale.
Abrí los ojos con sorpresa al recordar algo—. Claro… el día en que Salma me dijo que estaba gordo y que hiciera ejercicio para que los gemelos no se burlaran de mí…
Dalila asintió y volvió a dirigir su mirada a Salma—. A lo que quiero llegar es a que, si tú nunca hubieras sabido que tu papá reforzaría la seguridad desde meses atrás, jamás hubieras visto el futuro en el que tú escapaste. Las cosas cambiaron, para bien. Y tú viste desde años atrás que habría un espía entre nosotros, ¿no es cierto?
—Sí —admitió Salma, dejando sorprendidos a todos menos a Dalila y a mí—. No vi qué pasaría con el espía, pero cuando conocí a Leonardo, vi un fragmento borroso de una conversación que tendría con él, aunque ese momento aún no llega, creo que esa será la primera vez que nos veremos luego de que se fue de aquí, y él me dirá que para ese momento habrá perdido todo contacto con los miembros de los Vestigios de REVENISH, incluso con el espía que se infiltró con nosotros. Y eso fue todo lo que vi.
—¿En serio fue todo? —cuestionó Ale.
—… Bueno… Leonardo se encontraba llorando por la—, bajó la cabeza—… solo diré que, Leonardo perderá a dos personas realmente importantes. —Me volteó a ver cuando estuve a punto de preguntar algo para confirmar mi sospecha—. Sí, pero no hay manera de evitarlo, así que no digas nada.
Me mordí la lengua y bajé la cabeza, entonces tenía razón, una de las personas que perdería Leonardo se trataba de Melisa, ella iba a morir, y eso es obvio, todos moriremos en algún momento, pero pensar en la muerte de Melisa me hacía sentir terrible, y no fui el único, porque Ale intercambió una mirada conmigo, y supe que él estaba pensando lo mismo que yo, y se sentía igual.
Unos minutos después, me sobresalté cuando sentí presencias conocidas acercándose al C.I., sentí la de Paris, la de Aylin, la de Cristián, la de Andrés y la de dos personas que no conocía, por un momento me alegré y pensé que una de ellas era Anabel, pero mi poder me permitía sentir también aspectos como el color de cabello y demás rasgos, por lo que pude notar que ambas personas desconocidas para mí tenían más de 40 años, así que era imposible que Anabel estuviera con ellos.
—Así que fallaron —soltó Ale mientras se pasaba ambas manos por la cara, como si se la estuviera lavando, y cuando las retiró, sus ojos habían vuelto a tornarse llorosos.
—Espera, Emanuel, ¿no sientes la presencia de Cristopher? —preguntó Dalila.
Comprobé de nuevo las presencias de quienes se acercaban y entonces pude notar algo, en las manos de Aylin se encontraba una persona convertida en humo con el poder de Paris—. Creo que él está herido porque se encuentra convertido en humo.
Corrí a avisarles al abuelo de Dalila y al señor Alan sobre la llegada de Paris y los demás, mientras que el resto se quedó cerca de la entrada del C.I. para recibirlos. Evidentemente el grupo de Paris se encontraba totalmente deprimido, pero las cosas resultaron peor de lo que imaginábamos, mientras intentaban rescatar a Anabel, tuvieron una batalla contra Elián, todos ellos contra Elián, y la batalla estaba apenas nivelada, pero entonces llegaron al lugar Asher y Killian y acabaron todo en unos segundos.
Ni siquiera quiero imaginarme lo que tuvo que sentir Cristián cuando despertó dos días después y tuvo que encargarse de calcinar el cuerpo de su hermano, para empeorar las cosas, no solo tuvo que calcinar el cuerpo de Cristopher, pues, cuando el señor Alan terminó de asimilar la muerte de uno de los chicos que consideraba como sus hijos, subió a la habitación del señor Guilmer para darle la noticia, pero él ya era viejo, y su corazón no lo soportó.