Capítulo 94: Quien odia tener debilidades, parte VI.
Ella estaba segura
A finales de septiembre, en una ocasión en la que el doctor Dean, Esteban y Bernardo se encontraban en Nero para hacer un trato con un grupo de personas no muy honestas, cuando iban de regreso a la base, Esteban le pidió a Bernardo que detuviera el auto y bajó junto con el doctor Dean para recoger algo que le había llamado la atención, y así, unas horas más tarde, regresaron a la base con un hombre que parecía a punto de morir de hambre.
Me sorprendí mucho cuando me mandaron llevarle comida a la enfermería porque, bueno, él era un hombre adulto de más de 30 años, así que las edades no concordaban, era imposible que ese hombre fuera mi viejo amigo, ese al que yo le había disparado en la cabeza, pero él lucía justo como Nael, o al menos como yo me imaginaba que se vería Nael de adulto.
—36-03-63 —dije cuando predije que él tendría 36 años cuando fuera a ser capaz de controlar su poder.
—¿Qué? —preguntó confundido.
—Ese será tu número, no vayas a olvidarlo.
Él me miró con decepción—. El doctor Dean dijo que un chico me daría un nombre, ¿ese va ser mi nombre?
—Supongo —respondí encogiéndome de hombros—, él llama a todos por sus números como si fueran sus nombres. Pero, ¿quieres que te dé uno? —pregunté sabiendo que tenía antecedentes penales y que tendríamos que buscar una nueva identidad para él.
Él asintió—. Sería más cómodo.
Miré hacia el techo, traté de pensar en un nombre, pero lo único que venía a mi cabeza era el nombre de mi amigo—. Uhm… ¿qué te parece Nael?
Normalmente habría esperado para consultarlo con mis hermanos, pero algo me hacía querer llamarlo por el nombre de mi amigo, aunque no estaba seguro de qué ganaba con ello, no era como extrañara a mi amigo Nael y tuviese el deseo de llenar su ausencia con un nuevo Nael, solo... tal vez solo quería dar una señal de que la muerte de Nael no me había sido del todo indiferente, porque quería demostrarme a mí mismo que yo tenía la capacidad de tener sentimientos sin volverme estúpido.
Pienso en ello como una forma extraña de intentar darme permiso de sentir.
(Universo 4, 108 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
Dos años más tarde, a mediados de febrero, Elián, quien ya era un joven de 14 años un poco más alto que yo, salió de la base, por primera vez desde que había llegado, para realizar su primera misión en compañía de Esteban. Aquella noche cuando regresó, Asher se encerró en su habitación y se negó a salir por varios días, creo que hizo eso porque no tenía el valor de ver a Elián.
Sé que Asher lloró esa noche, se había mostrado bastante deprimido desde que había iniciado el año, pero fue hasta esa noche que explotó, él se encontraba desesperado por no saber qué hacer para ser el héroe que tanto deseaba ser, quería marcharse rápido de ahí, pero yo aún no encontraba la forma de deshacerme de la marca que me había puesto Bernardo, e incluso si la encontrábamos, Eve no podría salir de base hasta que cumpliera 17 años, y él sabía que si Elián, él y yo nos íbamos sin ella, pondrían a dormir a Killian y torturarían a Eve para hacernos regresar y rescatarla.
—Por fin entendí a qué se debió el cambio de actitud en Asher luego de que comenzara a hacer misiones —me dijo Elián en voz baja cuando me lo encontré en la cocina esa noche—. Pensé de todo… pero jamás me imaginé que lo obligarían a convertirse en un asesino. —Rio con desgana—. Las últimas pruebas que me hizo el doctor Dean consistían en controlar el estado físico del agua para poder congelarla, hoy apliqué eso en treinta personas y congelé su sangre, Esteban estaba totalmente satisfecho, dijo que mi poder es el mejor de nosotros cuando se trata de asesinar. —Estiró sus manos hacia mí para mostrármelas—. No están manchadas de sangre, pero fácilmente, mucho más fácil de lo que podía imaginar, acabé con decenas de vidas en un segundo.
No tardó casi nada en averiguar también el destino de todos los niños que no tenían poderes, ya que en su segunda misión tuvo que darles fin, y al igual que Asher, Elián tuvo asco de sí mismo, y se sintió estúpido por considerar durante años a ese inmundo lugar como un hogar.
A partir de entonces Elián dejó de ser el bebé llorón que Asher y yo conocíamos, su carácter se endureció, pero no con nosotros, de hecho, fue dolorosamente comprensivo, entendió nuestro dilema sobre querer huir de ahí y no poder, comprendió por qué Asher casi se volvía loco y lo estuvo evitando por tanto tiempo, y en vez de enojarse conmigo por ocultarle la verdad, pensó en mí como alguien con una fuerza enorme, porque ni él ni Asher vieron jamás un rastro de sufrimiento en mí pese que saber todo desde el principio.
Y yo no tuve el valor de corregirlo y admitir que jamás tuve sufrimiento qué ocultar, porque nunca me importó ser un asesino ni hacer ninguna de las atrocidades que había ayudado a realizar, nunca me compadecí de nadie ni me sentí culpable, pero escuchar a Elián diciéndome cuánto admiraba mi fortaleza, y a Asher darle la razón, me hizo sentir tan mal que estuve a punto de llorar por primera vez desde que tenía memoria.
Elián tomó la decisión de enfrentar su realidad y cargar el mismo que peso que llevábamos Asher y yo como asesinos, se convirtió en un perro que seguía las órdenes de Esteban sin quejarse, mataba como si no sintiera nada, se convenció de que debía hacerlo por Eve, por Asher, por mí y por Killian, porque Asher y yo habíamos hecho lo mismo por él. Mientras su corazón se congelaba, Elián se transformó en el arma asesina perfecta, se deshizo de sus sentimientos para que nada lo hiciera dudar de derramar sangre, y se volvió mucho más atroz y despiadado que Asher y yo. Mi pequeño hermanito desapareció por completo.