Capítulo 95: Quien odia tener debilidades, parte VII.
Nuestra hermanita
—¿A dónde crees que vas, Blaise? —me preguntó Bernardo luego de interponerse en mi camino hacia el laboratorio—. Si no te conociera, pensaría que estás yendo hacia el laboratorio para evitar que Eve use su poder en Renata —dijo riendo.
Sentí sus palabras como una bofetada que me devolvió a la realidad y chasqueé la lengua maldiciendo mi temporal estupidez.
—Sabes que mi marca me permite escuchar todo lo que tú puedes, ¿cierto? —Señaló mi hombro—. Creo que nunca te has dado cuenta, pese a que eres alguien calmado e imperturbable, cuando estás solo, tiendes a calentarte la cabeza con cosas innecesarias y murmuras todo lo que piensas para calmar tu ansiedad. Así que no quieras engañarme. Blaise, sé que ibas hacia el laboratorio. —Hizo una expresión exagerada de tristeza, aunque obviamente no se sentía así en absoluto—. Realmente me agradas, así que, ¿por qué tienes que hacer tonterías así? Date la vuelta y regresa con tus hermanos.
Obedecerlo seguro era lo mejor, era lo más racional que podía hacer, también lo que más me convenía, incluso, yo me decía a mí mismo que intentar salvar a Eve era absurdo e inútil, pero mi corazón estaba lleno de duda y no fui capaz de dar la vuelta de inmediato como se suponía que tendría que hacer.
—Blaise, de hecho, tú eres realmente simple, y me agradas por eso. Desde niño siempre actuaste por tu conveniencia, harás cosas atroces si eso te conviene, por eso, mientras nosotros te mostremos que tenemos ventaja sobre ti, siempre estarás de nuestro lado, porque no te conviene oponerte. —Sonrió de forma burlona—. A mi parecer, tú te encuentras desesperado por encontrar un lugar cómodo, ese es tu único deseo y harás cualquier cosa por escapar de los lugares que no te gustan, por ejemplo, matar a un amigo para dejar de ser un ladrón en Bromia. ¿Pero qué pasó luego? Este lugar tampoco te gusta, y además eres consciente de que hay personas poderosas ahí afuera y no podrás sobrevivir tú solo, por eso te aliaste con Asher y Elián, pero ellos solo debían de ser herramientas. Antes jamás hubieses cometido el error de encariñarte con ellos, pero a la larga su asquerosa amistad te comenzó a afectar, ¿cierto? —Inquirió mientras sacaba la lengua y hacía una cara de asco.
Lo miré con enojo—. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Dices que me he vuelto del tipo estúpido y emocional? —mascullé.
Soltó una carcajada—. ¡Wow! Es la primera vez que te veo enfadado, marcaré este día en mi calendario. Yo solo digo que el amor, la amistad y todos esos cursis sentimientos no son más que fantasías tontas que afectan tu buen juicio. Sigue siendo como has sido hasta ahora, Blaise, no te dejes llevar por sentimientos innecesarios.
Me conocía más o menos la historia de Bernardo, su infancia fue la típica horrible infancia con un padre borracho y agresivo que solía golpearlo a él y a su madre, por eso creció creyendo que el afecto era una mentira, y, por ende, él detestaba el mundo de los sentimientos, detestaba los signos positivos, lo sano, porque le recordaban a una mentira, y reaccionaba a ello con hostilidad. Para Bernardo, las situaciones agradables le exigían comportarse de un modo que atentaba contra su sistema de valores. Ya que no cree en el amor, no le gusta que haya amor o amistad a su alrededor.
Y yo era más o menos igual.
Cometa me inculcó el pensamiento de que todos los humanos eran basura, todos te mienten sin dudarlo un segundo, todos son basura que van por ahí deshaciéndose de las cosas que no les gusta sin pensarlo, todos intentarán encantarte con palabras inteligentes, y por eso yo nunca creí en las palabras bonitas que de vez en cuando escuchaba de Nael sobre ser amigos para toda la vida y proteger mutuamente nuestras espaldas.
La frase «mientras vivas, cosas buenas pasarán», para mí no era más que una terrible mentira, porque Cometa me enseñó que solo la basura sobrevive en este mundo, y por eso me volví una.
Pero en algún momento dejé de ver a mis hermanos como una basura, y aunque me empeñé en seguir viéndolos como herramientas, se volvieron herramientas necesarias, y luego personas, y con los años me volví incapaz de desconfiar en ellos, creía en todo lo que ellos decían, y podía dormir tranquilo a su lado porque sabía que ellos jamás me traicionarían ni me darían la espalda.
Y lo detestaba, porque el hecho de que Bernardo lo supiera me hizo sentir vulnerable, no soportaba la idea de que ese sádico manipulador llegara a utilizar a mis hermanos en mi contra, más porque de alguna forma siempre lo había estado menospreciando, él tenía un complejo de inferioridad, y por eso anhelaba tanto sentirse superior a través de Esteban, le encantaba jactarse de ser la mano derecha de nuestro líder y ser prácticamente el líder entre las sombras, pero sin Esteban, solo era un desgraciado hombre que no sabía qué hacer con su vida.
Por eso, pensar que ese lamentable hombre que era más débil física y mentalmente que yo, además de ser posiblemente menos inteligente, me tenía en la palma de su mano como había logrado hacer con Esteban, me hizo sentir resentimiento por segunda vez en mi vida, y fue así que me prometí que lo asesinaría en el futuro con mis propias manos.
—¿Qué haces aquí? No te llamé —me dijo Esteban desde una silla cuando me vio abrir la puerta del laboratorio.
Dirigí mi mirada hacia Eve, quien estaba sentada frente a la camilla en donde Renata estaba acostada, y sostenía con fuerza una de las manos de ella, Eve se veía cansada, su rostro estaba empapado en sudor, y parecía estar soportando con trabajo un inmenso dolor, pero en el momento en que me vio, se detuvo un instante para contemplarme y luego siguió curando a Renata con una inmensa sonrisa.