Ojos Color Violeta.

Cap. 100: La respuesta de Melisa.

Capítulo 100: Quien odia tener debilidades, parte XII.

La respuesta de Melisa

Unas semanas más tarde empezó septiembre, Esteban había logrado calmarse un poco y aceptó dar luz verde a los experimentos con Eve, y la noche antes de que el doctor Dean comenzara a trabajar, fui a visitar a Eve para dejarle la cena y darle la noticia.

—Sí, ya me imaginaba que no tardaría mucho en regresar al laboratorio —me comentó con total tranquilidad mientras se llenaba la boca de comida—. ¿Tú crees que mi poder pueda ser de utilidad?

Sonreí, si algo habíamos podido desarrollar Eve y yo al paso de los años, fue a pasarnos mensajes ocultos a través de conversaciones que parecían sin importancia, y ella había entendido que era yo quien necesitaba de su poder—. Lo será. Estuve con el doctor Dean el otro día y hablamos sobre utilizar a personas intangibles como mensajeros.

Eve señaló Matilde—. ¿Cómo mensajeros?

Asentí—. Ellos pueden atravesar cualquier cosa, así que no pueden ser atrapados ni dañados.

—Uhm. —Me señaló a mí y luego a ella, como preguntándome si quería que Matilde actuara como mensajera entre ella y yo.

A lo que yo negué con la cabeza.

—Pero lo ideal sería que los mensajeros tampoco fueran vistos, y no puedo hacerlos invisibles.

—¿No puedes simplemente hacerlos aparecer y desaparecer? —inquirí—. Por ejemplo, hacer que Matilde desaparezca de esta habitación y aparezca en la de al lado.

—Puedo, pero… Mati, por ejemplo, como viene de los recuerdos del señor Esteban, y él no sabe lo que pasó en mi habitación cuando aparecieron como treinta personas intangibles, la Mati que está aquí con nosotros no recuerda la entrevista que le hiciste a la Mati de ese día. Si aparezco y desaparezco a las personas intangibles, pierden la información que obtienen.

«Entonces ella no recuerda que me llamó tierno», pensé mientras veía de reojo a Matilde—. Quizás podamos cambiar eso en el futuro, no sé. —Señalé el suelo, puse mi mano izquierda frente a mí, a la altura de mi cuello, con la palma hacia abajo, y con mi mano derecha, teniendo la mano cerrada a excepción de mis dedos índice y medio, la moví debajo de mi mano izquierda como si estuviera caminando debajo de ella.

Eve abrió los ojos cuando entendió que yo estaba pensando en Matilde moviéndose bajo tierra.

Entonces saqué un papel donde había dibujado a detalle un mapa de la base y se lo entregué.

—Cambiando de tema, Asher ha estado cantando muchas canciones cursis de amor, apuesto a que su voz se debe de escuchar hasta tu habitación —dijo riendo mientras cubría sus ojos con una mano y con la otra señaló uno de sus oídos.

—Sí, él puede cantar realmente alto… ah. —Me di cuenta de que, si Matilde se movía debajo del suelo, aún con el mapa, no tenía forma de ubicarse muy bien y tendría problemas para encontrar mi habitación, pero quizás podía guiarla con el sonido—. Aunque tengo que admitir que hay algunas canciones que cuando él no las está cantando, son muy pegajosas. Tal vez debería practicar algunas con mi armónica.

Eve ladeó la cabeza—. ¿Armónica? ¿Qué es eso?

—Es un instrumento musical, se toca soplando por los agujeros que tiene. —Vi aún confusión en su mirada y suspiré—. Tal vez deba mostrártela la próxima vez que venga. —Me giré hacia Matilde—. ¿Tú sí conoces las armónicas?

Ella, que se encontraba sentada cerca de la cama de Eve, se puso de pie y tomó asiento en la orilla de la cama—. Sí. Nunca he tocado una, pero las conozco. Tiene un sonido bastante particular.

Regresé mi mirada a Eve y le sonreí—. Esta noche comenzaré a practicar, no la he tocado desde que vivía en Bromia. En fin, es hora de irme. —Tomé la charola con los platos vacíos que estaban sobre las piernas de Eve y me dirigí hacia la puerta—. Hasta mañana.

—… Creo que tu hermano mayor me volvió a evitar —dijo Matilde luego de que yo me fuera—. Últimamente ya se tomaba la molestia de hablarme, así que me emocioné un poco —, se encogió de hombros—, pero hoy se ha ido en seguida de que me le acerqué.

—¡Pero ya no lo hará porque necesita tu ayuda! —exclamó Eve saltando sobre su cama, luego se dejó caer y le mostró el mapa que yo había dibujado—. Mira, esta de aquí es mi habitación… y la de Blaise está acá, intenta memorizar bien las ubicaciones de las habitaciones.

—¿Por qué?

—Blaise te quiere de mensajera, pero como hay cámaras por todas partes, tienes que caminar debajo del suelo.

—¿Y cómo voy a ver por dónde voy, señorita? —Arqueó una ceja mientras sonreía nerviosa.

—Por eso tienes que aprenderte bien el mapa, y para facilitarte las cosas, Blaise va a tocar la armónica para que sepas dónde está su habitación, y para que encuentres las mía —, se cruzó de brazos y cerró los ojos para pensar—… voy a contar una hora desde que te vayas, y entonces me pondré a saltar en la cama para que escuches el rechinido del colchón.

—Esa es una buena idea, ¡vaya, ustedes dos son muy inteligentes!

Eve sonrió ampliamente—. ¡Lo somos! Ahora, ¡vamos! ¡Memoriza este mapa!

Unas horas más tarde, tras limpiar muy bien mi armónica, cerré mi puerta con seguro y comencé a tocar la primera canción que Nael me había enseñado, en la época en que él estúpidamente pensó que se podía ganar dinero de forma honesta en una ciudad como Bromia.




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