Capítulo 102: Quien heredó los ojos violetas, parte XXXV.
Exageradamente fuerte
(Universo 4, 116 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
—Vale, abriré la botella, pero solo tomaremos una copa cada una, ¿bien? —dijo Hannia luego de convencernos a Emily y a mí de tomar en su habitación—. El resto lo dejaremos para más tarde.
Emily se rio ligeramente y luego adoptó un rostro serio—. «Solo tomaremos unca copa cada una», dijo, pero ella sabía que estaba mintiendo —dijo con voz de narrador, y cuando vio a Hannia dedicarle una sonrisa, se la devolvió.
—En efecto, Hannia, Emily y Dalila sabían que Hannia terminaría por beber desesperadamente toda la botella en menos de 15 minutos, porque Hannia es una alcohólica y ella nunca cambiará. —Abrió la botella, procedió a servir un poco en tres copas, y luego de terminar, las puso en el suelo cerca de donde Emily y yo estábamos sentadas con las piernas cruzadas.
Emily tomó una copa, se la empinó, y luego de volver a poner la copa en el suelo, sonrió satisfecha—. Entonces, como les decía hace un rato, ver a Ema estudiando para terminar la preparatoria en línea e ir directo a la facultad de arquitectura cuando termine la batalla, me hizo pensar en mi futuro. Sigo estudiando porque siempre he tenido una ferviente pasión por no morirme de hambre, pero no tengo ni idea de qué carrera escoger cuando vaya a entrar a la universidad, quizás solo me quede con la preparatoria y —, pasó su brazo por encima de mis hombros—, me convertiré en la esposa de Dalila para que ella me mantenga con la fortuna Eisenhide, igual me da miedo convertirme en el zombie en el que se vuelven los universitarios.
—Sigue soñando, Emily —respondí mientras le daba un pequeño sorbo a mi copa.
—Sigue estudiando —le aconsejó Hannia mientras le llenaba la copa de nuevo, y luego se sirvió a ella misma su tercera copa—, no creo que sirvas como vividora, y cuando pienses en lo duro que es estudiar, recuerda, ¿alguna vez has visto a un drogadicto decir: «No tengo dinero, creo que no me voy a drogar hoy»? No. Ellos siempre encuentran la manera. ¿Vas a dejar que un tipo que inhala Resistol trabaje más duro que tú?
—¡Carajo, no!
—¿Mañana no tienes trabajo? —le pregunté a Hannia cuando noté algunas botellas extras debajo de su cama, botellas que seguramente iba a sacar un rato después.
—No, pedí el día libre porque mañana es el cumpleaños de Hilda… ah, ya viste las otras botellas, ¿no?
—Quieres más a Hilda que a tus papás, ¿cierto? —inquirió Emily luego de estirarse para sacar las botellas.
Ella se encogió de hombros mientras terminaba de beberse su quinta copa y abrió otra de las botellas—. Sinceramente… sí. Desde que tengo memoria, la mayoría de las personas evitaban a Hilda como si tuviese una enfermedad contagiosa, ya saben, porque sabían que ella estuvo en un hospital psiquiátrico. Uno esperaría que esa clase de actitud en los demás la amargara, pero una vez cuando era niña, me caí enfrente de su casa y me puse llorar súper fuerte cuando vi sangre saliendo de mis rodillas, además de que ese día no estaba con mis papás y siempre lloraba más fuerte en su ausencia.
—¿Te asustabas más porque estabas sola? —pregunté, ya un poco mareada, no había tomado mucho, pero el licor estaba bastante fuerte, me sorprendió bastante ver cómo Emily podía tomarlo como si fuera agua.
Hannia negó con la cabeza—. No era eso, mis padres nunca tenían tiempo para mí, así que no tenía permitido causar problemas, hacer berrinches ni ser caprichosa, tampoco mostrar debilidad en forma de llanto, eso les parecía especialmente molesto. Pero aquella vez que caí enfrente de la casa de Hilda, ella salió con un desinfectante y benditas para mis rodillas, su preocupación por mí y la manera tan dulce y amable en que sonó su voz mientras decía que todo estaría bien, dejó una fuerte impresión en mí. Desde entonces no me le despego nunca… ¡A la mierda, le voy a decir a Paris que lo amo!
Emily se soltó a reír a carcajadas—. ¿¡Qué con esa declaración toda random!? ¡Vamos a decirle!
Hannia se puso de pie y nos jaló de las muñecas para levantarnos—. ¡Vamos!
Una vez me puse de pie, el suelo se movió y caí sobre mis rodillas, y no sé por qué, pero eso me dio muchísima risa, y cuando Emily y Hannia comenzaron a reírse también, me causó incluso más gracia, estuvimos riéndonos hasta las lágrimas por un buen rato hasta que de pronto sentí a alguien tomarme de los hombros y sacudirme, y al mirar alrededor, vi que estaba en el pasillo delante de la habitación de Paris, y quien me sacudía era Alexander.
—Reacciona, Dalila, ¿acaso también estás borracha?
—No, no estoy borracha —aseguré con seriedad mientras agitaba la cabeza de un lado para el otro—. Estoy un poquito mareada, pero Emily dice que es por tantas vueltas que da la vida.
Emily, quien estaba tirada en el suelo al lado mío, se enderezó y tomó mi cara entre sus manos para obligarme a mirar en su dirección—. Me encantan tus ojos color envase de cerveza.
—Tonta, mis ojos son violetas.
—Ah, sí. ¿Dónde está Hannia?
Alexander, quien parecía bastante divertido con la situación, señaló la puerta de la habitación de Paris, en donde él miraba con una sonrisa a la Hannia totalmente ebria que le estaba declarando su amor.