Capítulo 111: Quien heredó los ojos violetas, parte XLIII.
Lo más lejos que pudieran llevarlo
Una tarde, mientras lavaba los platos de la comida de ese día, Cristopher se quedó a ayudarme, en parte porque le gustaba lavar platos, decía que era terapéutico, y en parte porque quería hablar conmigo; llevaba peleado con Aylin un buen rato y quería hacer las paces con ella, el problema era que él no quería que ella se relacionara mucho con Elián, y Aylin no planeaba hacerle caso.
—Sé que estoy siendo muy infantil —admitió con voz apagada—, pero no puedo no sentirme así, ¿sabes? Si te tengo que ser sincero, al principio le dije a Aylin que mantuviera su distancia con Elián solo como una sugerencia, era lo que yo planeaba hacer, pero en realidad no me importaba mucho lo que hiciera ella —, hizo una mueca—… hasta que ella comenzó a ser un poco demasiado consciente de él.
—Entonces, ¿estás celoso? —pregunté mirándolo de reojo.
Él agachó la cabeza, avergonzado—. Un poco —susurró—. ¡Es que…! Tú tienes a Emanuel como tu mejor amigo, él te tiene a ti y a Alexander, Katia tiene a Dánae Frayssinet, Leonardo tiene a Gustavo Lozano, Emily tiene a Anabel y a Andrés, Cristián tiene a Emily… todos tienen a sus mejores amigos. Yo solo tengo a mi hermano —, se giró hacia mí—, y a ti, supongo… pero es que tú eres más como mi hermana mayor, te tengo más respeto que confianza. Aylin es la primera persona que considero una amiga cercana, mi mejor amiga, por eso quiero ser su mejor amigo —, soltó un suspiro—, pero cuando noté su gran interés por Elián, me dio miedo que se enamorara de él y a mí me hiciera a un lado.
Me rasqué la cabeza y miré por la ventana que había frente a mí—. Si tú intentas hacerte amigo de Elián, Aylin no tendría que decidir entre los dos, ¿no crees? ¿O es que es eso lo que tú querías? Que ella pusiera a los dos en una balanza y te escogiera a ti.
—Maldición —dijo haciendo un mohín—, si lo dices así, suena horrible. Supongo que mi única opción para solucionar esto de forma madura es intentar amigarme con Elián —, chasqueó la lengua—, pero es que el solo imaginar que tendré que aguantar cómo esos dos se hacen ojitos frente a mí, me pone de muy mal humor.
—Bueno, no creo que realmente vayan a hacerse ojitos, Aylin es consciente de que Elián es parte del grupo enemigo, y Elián es muy serio, no parece ser el tipo de chico que…
—¡Lila! —gritó Emily cuando entró corriendo a la cocina—. No vas a creer lo que acabo de ver, tus queridos amigos por los que me has dejado últimamente, Aylin y Elián —, sonrió ampliamente mientras entrelazaba sus manos—, los vi agarraditos de la mano mientras hablaban en el pasillo, afuera de la cancha de básquet, y parecía que había buen ambiente entre ellos, ¡jamás lo vi venir!, ¿y ustedes?
Miré de reojo a Cristopher y lo vi fruncir el ceño.
—¿Qué pasa, Pher? ¿Por qué pareces tan…? —Emily lo siguió con la mirada hasta que lo vio atravesar la puerta de la cocina—. ¿Dije algo malo? —preguntó, y luego volvió a sonreír mientras se giraba hacia mí—. No me digas que a Pher le gusta Lin.
Me encogí de hombros y le di la espalda para seguir lavando los platos sucios—. Creo que solo son celos de amigo, pero quién sabe. Ahora probablemente irá a buscar algo con qué descargar su furia para después ir a hacer las paces con Aylin.
Un mes después, mientras Emanuel, el señor Paris y Elián se encontraban fuera, el señor Oliver se apareció en el C.I. junto con Andrés, Anabel y Salma para visitarnos, se pasaron por ahí aprovechando que habían atrapado a un tipo problemático en la ciudad de Aíma, y le habían llamado al señor Paris para que los ayudara con el traslado del hombre al C.I., pero cuando miré el rostro de Anabel, me dio la impresión de que eso solo había sido un pretexto, y la verdadera razón de ir al C.I. era para que Anabel viera a Emily y ésta pudiera animarla.
Y tuve razón, unos días después de que se fueron, Emily me contó que Anabel la había estado pasando mal porque le preocupaban sus padres, luego del homicidio múltiple que efectuó Asher en su hotel, más el incendio que luego provocó Melisa, los señores Miller sintieron como si su mundo se hubiese acabado.
Ese hotel era su vida entera, habían pasado años sacándolo a flote, le tenían muchísimo cariño, y todo se había perdido por culpa del incendio, pero aún peor que eso, no podían perdonarse las muertes de sus trabajadores y amigos, en especial el señor Jared, no podía dejar de culparse por ello, y estaba tan inestable emocionalmente que se volvió rutina discutir con su esposa.
En ese momento, los señores Miller estaban viviendo y trabajando en la ciudad Chióni, el señor Jared en seguridad privada, y la señora Anastasia como contadora de una pequeña empresa de ropa, ambos estaban muy cerca del otro, y estaban rodeados de un montón de policías, amigos de mi abuelo, que mantenían sus identidades en secreto, por lo que los señores Miller estaban a salvo, pero infelices.
—Ani es la única persona con la que sus padres pueden hablar —me explicó Emily mientras comíamos palomitas en lo que Alexander terminaba de conectar un proyector para ver una película—, así que suele recibir llamadas de su mamá para quejarse de su papá, y llamadas de su papá para quejarse de su mamá. Ella lo odia por completo, pero no quiere decirles nada porque sabe que ellos necesitan a alguien con quien desahogarse. —Soltó un suspiro—. Ani está acostumbrada a que sus padres se lleven bien, así que le afecta demasiado verlos pelear, le da mucho miedo la idea de que ellos se divorcien.