Capítulo 120: Quien heredó los ojos violetas, parte L.
Llegarán antes de que él despierte.
Minutos atrás, el juego entre el señor Oliver, Esteban y Renata estaba llegando a un punto en el que abrían portales tantas veces en tan poco tiempo, que de vez en cuando, tanto los gemelos como Melisa, quitaban su atención de su pelea para mirar cómo el señor Oliver aparecía y desparecía en las narices de Esteban, y luego volvía a aparecer en un lugar a una gran distancia, casi como si se teletransportara.
Renata también era bastante increíble, casi igualaba la velocidad con la que el señor Oliver abría portales, y en algunas ocasiones, se las arregló para abrir portales enfrente de los que abría el señor Oliver para huir y así evitar que lo hiciera, regresándolo a la dimensión de la que quería escapar, sin embargo el señor Oliver logró ser aún más rápido y en cada ocasión coló un segundo portal en medio del primero y del de Renata, y conseguía escaparse a una dimensión distinta al final.
Y de pronto, la rapidez en que se desplazaban entre las dimensiones fue tanta que, para que Renata pudiera seguirle el ritmo al señor Oliver, tuvo que ahorrar tiempo dejando de cerrar algunos portales para solo dedicarse a abrirlos, y fue debido a esto, que, accidentalmente, Melisa atravesó un portal mientras huía de los gemelos y apareció en la Dimensión del Espacio, justo en el primer piso subterráneo del C.I.
Para cuando Melisa entendió la situación e intentó regresar a la Dimensión de las Estrellas atravesando el portal, invisible para cualquiera distinto del señor Oliver y Renata, por el que había llegado, Renata, quien se apareció por un momento en la Dimensión de las Estrellas mientras perseguía al señor Oliver, cerró de una todos los portales que había dejado abiertos y Melisa no pudo regresar a su batalla, por lo que ella se sentó en el suelo, esperando a que alguien se diera cuenta y la regresaran a la Dimensión de las Estrellas.
Por su parte, los gemelos se mantuvieron buscándola por un buen rato, al principio creyeron que solo la habían perdido de vista, había pasado un montón de veces a lo largo de su batalla cuando ella era más rápida que los ojos de ellos, así que se elevaron para tener una mejor visión y así encontrarla con más facilidad, pero obviamente ni haciendo eso les funcionó.
Pasado un rato, los gemelos terminaron por detenerse en una estrella para descansar, aunque sin bajar la guardia, se mantuvieron alerta de cualquier indicio de Melisa, pero en lugar de ella, la única persona que lograron ver llegar fue al señor Rufino Binder, el abuelo del señor Oliver.
Si bien no existía una forma efectiva de mutua comunicación entre los Matia y los humanos, el señor Rufino aseguraba que los Matia nos entendían, y con el paso del tiempo, él logró desarrollar una vaga intuición de lo que los Matia querían decirle, así que, cuando en algún momento de la batalla Renata abrió accidentalmente un portal a la Dimensión de los Tronefóvous, en lugar de a la Dimensión del Océano Ligero, algunos Matia se colaron por él pensando que el portal había sido abierto por el señor Oliver, y una vez en la Dimensión de los Tronefóvous, atravesaron otro portal que llevaba a la novena dimensión, el cual había sido dejado por el señor Rufino.
La llegada de los Matia a ese lugar, era señal de que el señor Oliver necesitaba la ayuda de su abuelo, así que el señor Rufino abrió un portal a la Dimensión de las Estrellas, asomó muy lentamente su cabeza y no vio nada, entonces regresó.
La novena dimensión había sido llamada la Dimensión de los Kiníseis, era un lugar bastante opuesto a la Dimensión del Océano Ligero, en donde por más que te movías, nunca estabas seguro si realmente te habías movido de lugar. La Dimensión de los Kiníseis, parecía estar envuelta por una neblina rosada y densa, estaba repleta de cosas que de lejos podrían parecer piedras de oro, y éstas no dejaban de moverse, flotaban por todas partes, y cuando una estaba cerca de otra, se atraían hasta que chocaban, pero se repelían tan pronto se tocaban.
En ese lugar, incluso si no hacías nada por moverte, te daba la sensación de que te movías un montón, es por eso que le puso la Dimensión de los Kiníseis, o la Dimensión de los Movimientos. Sin embargo, por más que él se moviera involuntariamente en ese lugar, cuando abría un portal a la Dimensión del Espacio, aparecía en el mismo lugar que por donde entró.
El señor Rufino descubrió a lo largo de los años que, si él quería aparecer en otro lugar, por ejemplo, si él se paraba en una estrella de la Dimensión de las Estrellas y tenía deseos de, luego de ir y regresar de la Dimensión de los Kiníseis, aparecer en una estrella más arriba, él debía visualizar una escalera, y entonces, la misma neblina rosada que envolvía todo el lugar, se concentraba frente a él hasta que se transformaba en algo parecido a un velo, y una vez el señor Rufino lo agarraba, el velo se hacía largo y tomaba forma de una escalera.
Una vez el señor Rufino ponía un pie sobre aquella escalera rosa, la escalera se movía como si se tratara de una escalera eléctrica, entre más subía, más escalones aparecían delante y desaparecían los que dejaba atrás. Fue de esa forma, montado en su escalera rosa, que él abrió un portal a la Dimensión de las Estrellas, asomó su cabeza y vio las estrellas moverse frente a él hasta que se topó con los gemelos.
—¿Qué hacen aquí sentados? —les preguntó luego de saltar hacia la estrella en la que estaban ellos—. ¿No deberían estar peleando con una de las hijas del novio de Oliver? —les cuestionó mientras miraba alrededor.