Ojos Color Violeta.

Cap. 124: ¿Por qué me da miedo recordar?

Capítulo 124: Quien heredó los ojos violetas, parte LIV.

¿Por qué me da miedo recordar?

Cuando Aylin y yo llegamos a la cafetería San Francisco, más tardamos en sentarnos que en lo que Damián apareció en nuestra mesa, me dijo que pronto sería su descanso, así que nos llevó a ambas a la cocina de la cafetería, en un rincón donde los trabajadores comían su almuerzo, y una vez Damián terminó de hacer lo que tenía que hacer, nos llevó a ambas un trozo de tiramisú y una taza de café.

—Pruébenlo y díganme qué les parece, realmente me esmeré esta vez —nos dijo mientras él se servía tortitas de huevo rellenas de queso.

—¡Es fantástico! —exclamó Aylin con una sonrisa de satisfacción.

—Creo que nunca había probado nada así de rico en mi vida —admití luego de haberlo devorado casi todo.

Damián se sentó enfrente de nosotros y me sonrió—. Me alegró que les haya gustado. Ahora, Dalila, ¿te pasó algo? No tienes buena cara.

Desvié la mirada y me rasqué la cabeza—. Oh… no me sentí muy bien en la mañana, pero ahora ya estoy bien.

—¿Sabías que una de las cosas que me gustan de ti es que no tienes la capacidad de mentir?

Aylin nos miró a ambos y reprimió una sonrisa.

Me terminé lo que quedaba de mi tiramisú y le pasé mi plato a Damián—. Quiero otro.

Él sonrió divertido y asintió—. En seguida, señorita. —Tomó el plato y se dirigió al refrigerador para servirme otro pedazo.

Aylin me dio varios codazos y dejó salir una enorme sonrisa—. ¿Quién es él? ¿Por qué es tan guapo? ¿Por qué sabe hacer postres como los dioses? ¿Por qué te mira con tanto cariño? ¿Eres consciente de lo mucho que te estoy shipeando con él en este momento? ¿En serio solo es un amigo…? —Abrió los ojos tanto como pudo y luego se golpeó la pierna—. ¿Acaso él es Damián, el chico que Emanuel me dijo que te dio tu primer beso?

Cubrí la boca de Aylin en un instante y sentí mi rostro caliente—. Cierra la boca, ¿quieres? —le pedí completamente avergonzada, y anoté en la lista de cosas por hacer de mi cabeza: «Asesinar a Emanuel por chismoso».

Damián volvió a tomar asiento y me dio mi plato con tiramisú—. Aquí tienes, Dalila. —Recargó sus codos en la mesa y me miró a los ojos, cosa muy mala para mi corazón en ese momento—. Entonces, ¿qué te preocupa tanto?

Chasqueé la lengua y dirigí un poco de tiramisú a mi boca, entonces agaché la cabeza ligeramente y solté un suspiro—. ¿Recuerdas cuando te hablé sobre todo lo que me hicieron Esteban y Melisa? ¿Qué pensaste de ellos en ese entonces?

Él se llevó una mano al cuello—. No tenía una imagen muy buena de ellos la verdad, para mí eran personas malas que daban miedo por las cosas que eran capaces de hacer.

Asentí—. Ahora dime, luego de haber hablado varias veces con Melisa, ¿qué piensas de ella?

Hizo una sonrisa de lado—… Había un aura intimidante a su alrededor, así que siempre me hizo ponerme un poco… alerta. Pero, no me pareció la chica cruel que solo sabía escupir veneno que tenía en mente; probablemente, si no hubiera escuchado de ti lo que ella te hizo, habría pensado que Melisa es una buena persona.

Volví a asentir y me empiné lo que quedaba de café en mi taza—. Saben, yo no suelo cometer errores, no es porque yo sea perfecta o algo así, es más bien lo contrario, tengo miedo de equivocarme, así que me encuentro desesperada por hacer solo lo correcto, o al menos trato de que mis acciones estén justificadas. Hay veces —, agaché la cabeza—, en que deseo reiniciar el día cuando tengo la sensación de que pude haberme equivocado en algo; luego de la batalla contra los Vestigios de REVENISH, eso me ha estado pasando cada vez más seguido… puede que me esté poniéndome un poco paranoica, pero no puedo quitarme la sensación de que he cometido un grave error y me entran ganas de reiniciar mi vida por completo. He odiado a Esteban y a Melisa casi toda mi vida, pero ahora tengo la impresión de que soy la única que tiene una imagen extremadamente mala de ellos dos, y tengo miedo de que todos estos sentimientos negativos que tengo hacia ellos, estén equivocados.

Aylin colocó una mano sobre mi hombro—. Tus sentimientos nunca van a ser un error, cada persona es diferente y tiene distintas reacciones a una misma cosa, no digo que el odio sea algo bueno, pero si no puedes reconciliarte con alguien que detestas, estás en todo tu derecho de seguirlo detestando. Así como el señor Oliver es incapaz de odiar a tu papá por más que sepa que es una mala persona, está bien si tú lo odias por más que no sea tan exageradamente malo como es desde tu perspectiva.

—Anoche me dijiste que tu abuelo piensa contarte muy pronto sobre la época donde tu padre era niño —comentó Damián—, quizás cuando sepas más sobre tu padre, los sentimientos que tienes hacia él cambiarán, y está bien si cambian, no tienes por qué tener miedo de que lo hagan. Tú te sientes cómo te sientes por las cosas que tú viviste y sabes, cosas que solo tú experimentaste, así que, incluso si la visión que tienes de su padre y de Melisa cambian cuando sepas más cosas de ellos, no significa que lo que sientes ahora esté mal, ¿de acuerdo?

Cerré los ojos cuando sentí que estos se humedecieron, pero no pude reprimir del todo mi llanto, me sentí muy estúpida en ese momento por no poder evitar llorar enfrente de ellos, pero escucharlos decir todo eso me hizo sentir tan aliviada que las lágrimas salieron solas—. Agh… gracias.




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