Capítulo 125: Quien heredó los ojos violetas, parte LV.
Solo háganme compañía
A mediados de marzo, en una tarde gris que parecía avisar la llegada una lluvia nocturna, Aylin recibió una llamada mientras estudiaba conmigo para un examen de química, era un número desconocido, así que ni siquiera se molestó en contestar, pero el mismo número siguió apareciendo en la pantalla de su celular hasta que ella por fin decidió atenderlo.
—¿Hola…? Sí, soy yo… ¿ir ahora? —Se giró hacia la ventana—. Es que ahora me es un poco difícil, ¿qué pasó con…? ¿Qué…? —Se apresuró a tomar una hoja en donde pudiera garabatear a la vez que su rostro palideció—. ¡Dígame la dirección, iré en seguida! —Escribió rápidamente la dirección en el trozo de papel, y luego de doblarlo, corrió a su armario por un suéter y su cartera—. Dalila, necesito ir a ver a mi hermano, ¡ahora mismo!
—¿Quieres que te acompañe? —pregunté mientras me ponía de pie.
—Ah —, se detuvo un momento para pensarlo—… no, gracias. Creo que necesito ir sola. Tal vez no regrese a dormir está noche, cualquier cosa, te llamaré, ¿bien?
Mientras bajaba las escaleras, Aylin tomó su celular y llamó a un taxi para que pasara por ella delante del edificio, mientras lo esperaba, miró el cielo con angustia y se preguntó qué debía de haber pasado para que su hermano llegara a su departamento con una pistola, entonces volvió a tomar su celular, y marcó el número de teléfono del hombre que le había advertido de ello.
—Hola, soy la hermana de Gustavo de nuevo, ya me encuentro yendo para allá… ah —, se talló los ojos—… ¿podría explicarme más sobre lo qué está pasando?
—Mira, hija, yo soy el casero y casi siempre estoy en una caseta en el primer piso por si me requieren, veo a quienes salen y entran, así que conozco bien a mis inquilinos… tu hermano, llegó aquí muy desanimado, parecía que la había pasado mal, pero poco a poco volvió a ponerse de pie, en parte por ese amigo muy alto que venía a visitarlo.
—¿Leonardo?
—Ah… sí, creo que así se llamaba —respondió dudoso—, ese chico alto me dio su número de teléfono, y el tuyo también, para llamarlos en caso de que viéramos a Gustavo muy mal. Hace más o menos un mes, Gustavo regresó con una muy mala cara, estaba mucho peor que cuando llegó aquí por primera vez, mi esposa y yo intentamos invitarlo a comer con nosotros para que no estuviera solo, pero nos ignoró por completo, y desde entonces, o no sale para nada de su departamento, o desaparece todo el día y regresara hasta muy noche. Hace un rato se marchó como siempre, pero regresó solo unos minutos después, y cuando regresó… mira, mi esposa no está totalmente segura, pero ella tropezó con él hace un rato y a él se le cayó algo que tenía envuelto en una tela, y cuando ella lo ayudó a recogerlo, sintió algo en forma de pistola.
Aylin vio el taxi llegar y se apresuró a abrir la puerta trasera para entrar—. Pero entonces, no es como que su esposa haya visto una pistola en sí. —Le tendió el papel al taxista con la dirección que había anotado en ahí—. A esa dirección, por favor.
—Bueno… no. Pero yo estaba por ahí y lo vi muy nervioso cuando se le cayó lo que fuera que traía envuelto en esa tela. De cualquier forma, será bueno para él que lo visites, tal vez me dejé llevar por mi esposa y exageré al pensar que Gustavo podría… ya sabes, atentar contra su vida, pero no cambia que tu hermano ha estado muy deprimido.
—Entiendo… ah, el amigo de mi hermano, ¿va también para allá?
—Oh, no, él no contesta el celular, de hecho, no se ha pasado por aquí desde el año pasado; por eso te marqué a ti.
—Vale… le llamaré de nuevo cuando haya llegado.
Era un poco más de una hora de viaje llegar de Kleidi a Brochí, pero Aylin sintió que fue mucho más, el tiempo pasaba muy lento, y ella comenzó a asustarse, ¿y si verdad lo que traía Gustavo consigo era una pistola? ¿La usaría para suicidarse? Y si no, ¿para qué la había conseguido?
Aylin pensó que, si llegaba a Brochí y resultaba ser demasiado tarde, sería su culpa, primero por marcharse al C.I. con nosotros sin siquiera contárselo a Gustavo, luego por, sabiendo que él estaba al tanto de donde estaba, decidir cortar toda comunicación con él para no escucharlo pedirle que regresara a vivir con él, Aylin priorizó quedarse con nosotros para detener a Esteban y así vengar a sus padres, y a Gustavo lo hizo a un lado, y luego, cuando la batalla contra los Vestigios de REVENISH terminó, ella solo pensó en sí misma y no se esforzó lo suficiente para contactar a su hermano de nuevo y avisarle que ella estaba de regreso.
«Él siempre cuidó de mí», pensó con culpa, «nunca intenté estar ahí para él y lo abandoné, ¿cómo pude seguir creyendo que mi hermano mayor era la persona más fuerte del mundo y que nunca se dejaría quebrar emocionalmente? Al final él es un chico normal que puede sentirse mal como cualquier otro, él necesitaba mi ayuda por primera vez, y yo solo lo alejé».
Cuando Aylin llegó finalmente al edificio del departamento en donde vivía Gustavo, le pagó al taxista y corrió hacia la caseta en donde el casero la estaba esperando, juntos corrieron hacia el elevador mientras él le indicaba el piso y el número de la puerta que le pertenecía a Gustavo, y así, ella subió al 5to piso y caminó con rapidez hasta la puerta de madera con el número 503, puso su mano sobre la perilla y la giró, se sorprendió cuando notó que la puerta se abrió, pero no se detuvo demasiado y puso un pie dentro.