Ojos Color Violeta.

Cap. 135: Preocupándose por cosas sin importancia.

Capítulo 135: Quien heredó los ojos violetas, parte LXIII.

Preocupándose por cosas sin importancia

Cuando llegué a la casa de Damián, saqué de mi mochila mi copia de la llave de la casa para abrir la puerta, fui a la habitación de Damián, saqué de un cajón de su armario mi pijama y ropa interior, y entonces me metí al baño para darme una ducha, cuando salí, encontré a Damián tirado en el sillón, parecía cansado por el duro día de trabajo, pero se enderezó tan pronto escuchó el sonido de mis pasos acercándose a él y me recibió con una sonrisa.

—¿Cómo te fue? —preguntó tomándome de la mano.

Me senté a su lado, dejé caer mi cabeza en su hombro, y sentí poco después cómo él giraba su cuello para besarme la cabeza, cosa que me hizo sonreír—. Bien, Renata tiene sus recuerdos de vuelta, y pasé a ver a Aylin a nuestro departamento… uhm… ¿Sabes? Tengo un amigo llamado Edher, es mi vecino, vive en el departamento de al lado, tiene menos de un año viviendo ahí, y bueno… parece que soy su actual mejor amiga —dije con timidez.

Él sonrió con dulzura—. No me sorprende, eres encantadora.

—Por el amor de —, le di una mirada avergonzada—… sabes que no soy buena cuando dices ese tipo de cosas, no sé cómo reaccionar.

—¿Eh? Pero es justo por eso que me pareces tan linda, así que las seguiré diciendo —dijo riendo.

Solté un bufido—. Y eso… solo eso sobre Edher. También… tuve una charla con Aylin, a veces tengo la impresión de que ella es mucho más sabia y madura que yo a pesar de ser 3 años más joven; es increíble cómo, aunque ella no tiene ni idea de qué es lo que me pasa, me dijo las palabras justas para tranquilizarme. Es por eso que, antes de enfrentarme a Emanuel y a Alexander, me gustaría contártelo todo a ti, creo que eso podría ayudar a darme más valor.

—Eh, así que era a esos dos a los que estabas evitando, quién lo hubiera pensado —comentó con sorpresa.

Asentí—. Te dije que yo soy una asesina… y a ellos dos… los estuve a punto de matar —confesé con la voz quebrada, pero de inmediato sentí la mano de Damián apretar la mía, así que traté de calmarme y seguir—. Voy a contarte todo, todas las veces en que me convertí en un monstruo, quiénes fueron las personas que maté, cómo es que yo no tenía idea de nada, y también sobre unas voces que escuché el día que estuve a punto de encerrarme en la habitación oscura, voces que aún no me explico de dónde salieron, pero que me salvaron.

Damián escuchó atentamente todo lo que le dije, no abrió la boca ni una sola vez y solo te limitó a sostener mi mano hasta que terminé de contarle todo. Para ser sincera, una parte de mí esperaba ver algún cambio en la forma en que él me miraba, no sé, tal vez una pequeña señal de miedo o decepción, pero me sentí aliviada cuando noté que nada cambió, quizás, justo como dijo Aylin, él pudo ver la culpa que me carcomía, y para él, no tenía ningún castigo qué pagar más que ese.

—Tal vez sea buena idea que vayas a ver al señor Montecaso —me aconsejó un rato después cuando nos fuimos a acostar.

—¿Al señor Alan? ¿Por qué?

—Me contaste una vez que él creo tobilleras para anular los poderes de unos chicos que trabajaban para tu padre, ¿no? Y también una para tu padre. La voz que sonaba igual a la tuya te dijo que te despojó del poder que heredaste de tu padre, pero, pienso que te puede traer tranquilidad ver un símbolo o algo que puedas ver y pensar: «Ya no tengo más ese poder». O por lo menos que ese poder está anulado.

—Aunque no sé si él pueda crear algo que anule solo ese poder y no los otros que tengo.

—Yo creo que es posible, todo este tiempo, el hecho de que el poder que heredaste de tu papá nunca apareció, quizás es porque inconscientemente anulaste ese poder, pero el resto nunca se vieron afectados.

—… Puede ser. —Apreté la mano de Damián que no había dejado ir la mía—. Sabes, cuando estoy enferma o me siento débil, mi anulación no funciona del todo bien, odio enfermarme por eso, y me lleno de miedo, sin mi anulación, me siento vulnerable… siempre creí que ese miedo se debía a no ser capaz de anular los poderes de Esteban y Melisa, porque mi anulación es lo único que me garantizaba que podía convertirlos en humanos comunes, pero quizás ese miedo era por el temor no ser capaz de seguir manteniéndome a mí misma como un humano común… si lo pienso bien, en todas las ocasiones en las que me convertí en ese monstruo, me sentía enferma, probablemente me vi incapaz de anular mi propio poder, y por eso pasó lo que pasó.

Llamé al señor Alan a la mañana siguiente, le conté lo mismo que le había contado a Damián, aunque de forma un poco más breve, y una vez le expliqué mi situación, le pedí que construyera una tobillera justo como me aconsejó Damián, y él aceptó, pero quiso verme en persona para absorber un poco más de mi anulación y también para verificar si lo que aquella voz me había dicho era cierto, así que, aprovechando que ese era el día libre de Damián, él y yo nos dirigimos al C.I.

—Oh, llegaste —dijo el señor Alan cuando me vio entrar a su laboratorio y le echó un vistazo a Damián—, entonces este es Damián, he escuchado muchas cosas de ti —, sonrió ampliamente—, Emanuel me contó que tú le diste su primer beso a Dalila.

Damián y yo nos pusimos rojos hasta la orejas, y luego de acercarme al señor Alan, lo golpeé en el brazo, pero él solo se rio.




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