Ojos Color Violeta.

Cap. 137: Te quiero.

Capítulo 137: Quien no sabe que es adorable.

Te quiero

Como cualquier niño que crece con unos padres tan increíblemente estrictos que te asfixian, desesperado por volver a respirar, busqué la salvación en personas que eran todo lo contrario a lo que mis padres querían que fuera, hice muchas cosas malas en la secundaria, y cuando me dejé crecer el cabello, perforé mis orejas y comencé a fumar, me sentí por fin dueño de mi propia vida, una vida que ya no dejaría que mis padres controlarán… pero la verdad, estaba muy lejos de ser feliz.

(Universo 5, 112 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Engañé a mis padres y apliqué a una preparatoria que estaba fuera de la lista de escuelas que ellos querían para mí, era una escuela en donde los estudiantes no usaban uniforme, en donde los profesores no tomaban lista, en donde podías salir del salón a mitad de la clase sin pedir permiso, en donde la reja de la entrada y salida siempre estaba abierta. Me quedé en la escuela que yo quería y mis padres me corrieron de la casa.

Los padres de mi madre, fueron, desde que era niño, las únicas persona que me hicieron sentir querido, por eso no me sorprendió que me abrieran las puertas de su casa incluso antes de que yo mismo descubriera mis cosas tiradas afuera de la casa de mis padres; y ellos, a diferencia de todo el mundo, sí creían que yo había hecho lo correcto al elegir esa escuela.

Aún pese a todo lo «malo» que los padres podían creer que tenía esa preparatoria al darles tanta libertad a sus estudiantes, lo cierto era que entrar a ella no era del todo fácil, tuve que estudiar como loco para pasar el examen, cosa que mis «amigos» de la secundaria no hicieron, por lo que entré en ella sin conocer a nadie y me quedé solo en esa nueva escuela.

Debido a la forma en que me vestía, mis perforaciones y mi cabello, había personas que decían que era difícil hablar conmigo, o que yo era intimidante y aterrador, pero debido a que actuar como el chico malo no era de mi gusto, y en casa me estaba convirtiendo más y más en un niño de su abuela, también había quienes decían que yo era inesperadamente bueno, y una vez mi abuelo me mostró cómo tomar fotografías con su vieja cámara, pasé a ser conocido de «el chico que da miedo» al «el chico que es fanático de la cámara».

(Universo 5, 113 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Cuando estaba en segundo año, mi abuelo me compró una cámara semiprofesional como regalo de cumpleaños, creo que nunca antes había estado tan feliz en mi vida, amaba tanto a esa cámara que incluso la ponía a mi lado mientras dormía, y el tiempo que pasaba con ella en casa dejó de ser suficiente, por lo que comencé a llevarla a la escuela, me saltaba las clases que sabía que podía saltarme sin correr mucho riesgo de reprobar, y buscaba lugares geniales en los que pudiera tomar fotografías.

(Universo 5, 114 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Gracias a que aprendí a saltar bardas en mi época oscura de la secundaria, pude colarme a un jardín al que los estudiantes no tenían acceso, de hecho, solo podía admirarse bien desde afuera de la escuela, desde dentro ese jardín estaba encerrado entre la biblioteca y un muro de las canchas, y solo podía verse por un hueco que había entre la puerta que usaba el jardinero y la bibliotecaria, hueco en el que apenas pasaba mi cabeza.

Por eso, me sorprendió bastante ver como una diminuta chica accedía al jardín por ese hueco. Su nombre era Karla, al parecer, una amiga suya que ya se había graduado, y que era tan pequeña y delgada como ella, le contó sobre ese jardín, por lo que iba ahí durante sus horas del almuerzo, cuando se saltaba las primeras clases y cuando no tenía ganas de volver a casa después del colegio.

Solíamos hablar un poco cuando yo iba ahí a hacer fotografías, pero luego de un rato, yo terminaba demasiado absorto en la cámara como para seguir contestando, y ella se concentraba en sus cosas, se perdía en sus pensamientos, y de vez en cuando tarareaba una canción, descubrí que lo hacía inconscientemente una vez cuando no me pude resistir y le tomé una fotografía, su rostro cuando cantaba era increíble, y cuando se la mostré, ella no podía creer que había estado cantando en voz alta todo ese tiempo.

En sí, si no era en el jardín, nosotros nunca nos veíamos, tuvimos esa relación de «amigos de jardín» por mucho tiempo, e incluso recuerdo que ella, fingiendo preocupación, bromeó sobre si yo tenía amigos en mi salón, porque realmente no sabíamos nada del otro más que, que a mí me gustaba la fotografía, y a ella cantar, más bien, la música en general, pero se rehusaba a aceptarlo.

—¿Eh? ¿Otra vez no irás con tu amigo fanático de la cámara?

Más o menos 7 meses después de que nos conocimos, Karla dejó de ir al jardín por un tiempo, me extrañó un poco, pero tampoco le di demasiadas vueltas, entonces una tarde, mientras intentaba dormir en el suelo de un laboratorio vacío, escuché sin querer a Karla y un amigo suyo hablar sobre mí cuando entraron al laboratorio, pensando que no había nadie.

—… Eso solo que a él… realmente le gusta tomar fotos —dijo Karla entre un suspiro.

—¿Y? ¿Eso es algo nuevo?

—Últimamente hay algo en lo que siempre pienso cuando lo veo: «Lo envidio».

—¿Lo envidias?




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