Ojos Color Violeta.

Extra 3: Es un por supuesto.

(Universo 6, 129 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

—Ellos no murieron en vano —dijo Leonardo mientras bajaba a Micaela de sus brazos y sonrió cuando la pequeña le dio palmaditas a la lápida de Melisa para quitarle el polvo—, ni tampoco fueron infelices por tener que dar sus vidas por otros, Meli y Gus murieron sin lamentaciones, así que yo también tengo que dejar de lamentar sus muertes.

Salma asintió con la cabeza y esbozó una sonrisa—. Me alegra que pienses así.

Leonardo le devolvió la sonrisa y luego se puso en cuclillas para acariciar las letras del nombre de Melisa talladas en la lápida—. Me tardé mucho, pero por fin estoy listo para dejar de preocuparte, Meli. Comenzaré a hacer mi vida sin ti, haré mi propia familia con Mica, tendré una buena y larga vida, y cuando esté viejito y una enfermedad, o la misma vejez, me mate, nos volveremos a ver y quiero escucharte decir si lo hice bien.

Leonardo amaba tanto a Melisa que incluso contaba las veces que intercambiaban palabras, pero ahora, incluso su cara comenzaba a tornarse borrosa, la muerte de Dalila no lo ayudaba, así que la sonrisa de Melisa se volvió parte del pasado distante. Él siempre escondió sus sentimientos, incluso aunque tuvo la sospecha de que eran correspondidos, porque sabía que si se confesaba, Melisa mentiría diciendo que no lo amaba, y él no soportaría que el corazón de ella doliera por decir cosas hirientes.

—Si ella te iba a rechazar para que cuando muriera, tu tristeza no se hiciera más grande, Melisa no debió permanecer contigo por tanto tiempo en primer lugar —opinó Salma mientras regresaban del cementerio.

Él sonrió—. Supongo que a pesar de que sabía que me dolería su partida, no pudo evitar querer quedarse a mi lado todo el tiempo que pudo, después de todo, soy irresistible —, la miró coquetamente—, eso me recuerda, ¿acaso no me estabas evitando para que no te enamoraras de mí? ¿Ya se te fue el amor?

Salma desvió la mirada y frunció el ceño—. Eso… solo… eres una persona importante para mí, por eso quería darte la noticia en persona.

—¿Qué noticia?

—Eso de dedicarme a la música como compositora —, suspiró y giró la cabeza para mirarlo con una leve sonrisa—, voy a intentarlo en serio. Ya tengo escritas muchas canciones, pero quiero escribir muchas más, y sé que podré adquirir la inspiración que necesito viajando, lo sé porque la mayoría de las canciones que escribí, nacieron en el tiempo en que estuve al cuidado del señor Oliver, y justo por eso… estaba pensando en volver a formar parte del EAI, y si fuera posible, estar al lado del señor Oliver otra vez.

Él la miró sorprendido—. Espera… ¿qué? —Sacudió la cabeza y le dedicó una mirada de confusión a Mica, quien estaba comenzando a quedarse dormida en sus brazos, pero sonrió al ver el rostro deformado de Leonardo—. Son muchas cosas que tengo que procesar —dijo mientras se agarraba el puente de la nariz—. Me encanta la idea de que te vuelvas compositora, también me alegra que le estés dando una oportunidad a volver a usar tu poder para ayudar a los demás, porque al final de cuentas, tu poder es una parte de ti… lo único que me hace un poco de ruido es —, se rascó la mejilla—, ¿por qué tienes que estar pegada al señor Oliver?

Salma hizo un mohín—. No voy a estar pegada a él. Sé que puedo ir también por mi cuenta, después de todo, ya no soy una niña, tengo 32 años y debo de ser más independiente, tampoco quiero causarle molestias al señor Oliver, pero… de ser posible, me gustaría tener compañía en mis viajes y el señor Oliver…

—¿Entonces qué hay de mí? —interrumpió.

Ella reprimió una sonrisa y arqueó una ceja—. ¿Qué hay contigo?

—Faltan 4 años para que Mica entre a la escuela primaria, y mientras tanto, yo estaba pensando en seguir con mis viajes por el mundo, quiero que ella también conozca muchos lugares y personas, y aprenda de ello —, se detuvo y extendió su mano para tomar la de Salma—, ¿no quieres venir conmigo? Si encuentras inspiración viajando por distintas ciudades, ¿te imaginas las obras de arte que crearás viajando por distintos países? —preguntó sonriendo—. Así que… ven conmigo, ¿sí? Mira, he querido volver a viajar desde el año pasado, pero no lo hice porque me da miedo lo mucho que te voy a extrañar si me alejo de ti.

Salma tragó saliva y agachó la cabeza para tratar en vano de que Leonardo no notara el color rojo que se pintó en su rostro—. Eres muy injusto, si lo dices de esa manera, no hay forma de que me pueda negar.

Leonardo soltó la mano de Salma y luego la volvió a agarrar, esta vez de forma que sus dedos quedaron entrelazados, entonces dio un paso hacia ella y se agachó para pegar su frente con la de ella—. ¿Eso es un sí?

—Es un por supuesto.




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