(Universo 6, 128 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
Dalila había muerto un mes atrás, pero tan pronto abrió los ojos aquella mañana, al igual que todas las mañanas desde que ella se fue, Edher se preguntó si su muerte solo había sido una pesadilla. «La amo, pero ella ya tiene novio», «La amo, pero ella ya es una mujer casada», «La amo, pero ella ya está muerta». Edher llevaba 7 años pretendiendo estar bien con ser un amigo para Dalila, quiso engañar a todos y en especial a sí mismo, pero tras recibir una llamada por parte de Emanuel para avisarle que Dalila había muerto, todos sus sentimientos acumulados se desbordaron y se sintió perdido, porque ya no existía en este mundo la persona a quien estaban dirigidos.
Estando a la mitad de sus vacaciones, Edher permaneció en su cama hasta que dieron las 2:00 de la tarde, no tenía ninguna intención de levantarse ni quiera para comer, pero entonces escuchó la puerta de su departamento abrirse, el mismo departamento en donde fue vecino de Dalila, y recordó que dos noches atrás, Renata lo había llamado por teléfono para preguntarle si estaba bien con dejarla quedarse ahí en lo que conseguía otro lugar en donde quedarse, pues el complejo de departamentos en donde ella vivía iba a ser derrumbado para construir un centro comercial, él estaba medio dormido en ese momento, así que ni siquiera se acordaba que le había dicho que sí.
—¿Todavía en pijama? —preguntó ella cuando lo vio asomarse desde la puerta de su habitación—. Se ve que estás disfrutando tus vacaciones —dijo riendo y miró alrededor—. De nuevo, lamento las molestias, sé que pude haberme quedado en casa de mi hermano Andrés, pero él es muy empalagoso conmigo y yo necesito de mi espacio —, puso los ojos en blanco—, ¿te crees que se fue a emborrachar con Anabel, Emily y Cristián, y me marcó anoche llorando porque le dije que no me iba a quedar con él y Anabel?
Edher rio ligeramente—. Sí me lo imagino, uhm… ¿y cómo entraste?
Ella levantó un juego de llaves—. Alexander tiene copia de tus llaves, me las prestó. Quise tocar el timbre, pero no funciona, y tampoco me contestabas el celular cuando te marqué, por un momento me asustaste.
—Ah, sí —, se rascó la cabeza—, no tiene pila y se me olvidó ponerlo a cargar… y se me ha olvidado reparar ese timbre, igual, como los únicos que me visitan son Emanuel y Ale, y ellos entran con sus llaves… pero ya lo voy a arreglar. —Sonrió y luego señaló una puerta—. Puedes quedarte ahí, solo que las cobijas están con un poco de polvo porque casi no se usa esa cama.
—¡Está bien! Ahorita las pongo a lavar, Emanuel me dijo que tu lavadora tiene centrifuga, así que yo creo que sí se secan. —Caminó hasta su nueva y temporal habitación con una sonrisa.
Edher volvió a meterse a su habitación para tirarse de nuevo en su cama, su departamento dejó de estar silencioso, Renata había puesto música en su celular y luego se escuchó cómo ella fue moviendo cosas para acomodarlas a su antojo y de paso limpiar los muebles, y como que a Edher le dio ansiedad quedarse acostado sin ayudarla, así que se cambió de ropa, se puso a limpiar también, mientras cantaban con ella a todo pulmón las canciones favoritas de ambos y a barrer al ritmo de la música.
Ellos dos se conocían desde la boda de Dalila con Damián, pero se habían vuelto cercanos desde hacía 3 años, cuando Renata terminó la preparatoria abierta y anduvo buscando trabajo hasta que Alexander la recomendó buscar en el estudio fotográfico en donde trabajaba Edher, desde entonces se habían vuelto muy amigos y frecuentaban ir a comer juntos ya que ambos vivían solos y no tenían muchos amigos, y era en parte por esto que ellos dos solían cuidar mucho del otro.
Renata estaba ahí porque, sí, el lugar donde ella vivía iba a ser demolido, pero escogió de todos los lugares para quedarse el departamento de Edher porque lo conocía y sabía que él no se encontraba bien, y ella estaba demasiado preocupada por él como para dejarlo solo en esa situación, y, aunque ella sabía que era él quien tenía que poner de su parte para salir adelante, al menos ella quería ayudarlo a distraerlo y darle el empujón que Edher necesitaba para salir de la cama.