Ojos de Sapo

CAP 1: La voz que lo condeno.

¿Lo ves? Pues míralo con atención, hablo de ese chico de cabello negro, cuerpo de dios griego y ojos azules, ¿Lo ves? Bien, deja mirarlo, pues él no es el protagonista de esta historia. Mira a ese hombre de la esquina, el que está rodeado por mujeres, ese que tiene el cabello rubio sedoso y brillante, ese, el de la sonrisa perfecta, el de los ojos de océano y músculos de acero, ese que es más caliente que el sol. Ese hombre atractivo que coquetea con mujeres sin importar su edad, es el mismo que les tira dinero sin pensar, ese chiquillo elocuente con traje caro. Ese es Yevhen Shevchenko heredero de montañas y montañas de dinero, ¿Puedes ver la desesperación en sus ojos? Ha tenido tanto que ha podido tenerlo todo en la vida, tanto que incluso los lujos más locos y caros del mundo han perdido su gracia, ahora vive en la clásica monotonía de la riqueza, es el síndrome del niño rico, lo tiene todo pero a la vez nada, está rodeado de tantos lujos vacíos que lo único que desea es algo que ni él sabe que quiere.

Odia su vida, aunque realmente no tenga ningún motivo para odiarla.

Tiene dinero, una familia, no una que lo ama incondicionalmente, pero lo tiene, también tiene a una hermosa prometida, una dulce muñeca de silicona llamada Kylie, quien besa el suelo que Yevhen pisa, pero aunque ella lo ama con devoción el, la odia con la misma pasión.

Pasa los días en su jaula de oro, esperando que esa monotonía se acabe, aunque apenas tiene treinta años de edad ya ha visto cosas que cientos de personas jamás podrán, ya ha vivido experiencias que millares de personas sueñan sentir, pero también ha visto y hecho cosas que nadie desea hacer, no al menos una persona cuerda.

La música resonaba en cada centímetro del lugar, las mujeres bailaban en los tubos mientras que los hombres colocaban dinero en sus escasos atuendos.

Yevhen Shevchenko, el magnate y millonario se gozaba la velada acompañado con cuatro bellas, y avariciosas mujeres, las cuales se reían torpemente con cada frase que él decía, esperando el momento exacto en que él se descuidara y quitarle su reloj de varios cientos de miles, otras eran más inteligentes y deseaban irse directamente con él a su cama, de esa manera esperar ganarse su corazón y tener su vida resuelta de algún modo: viajes, lujos, joyas y sin fin de cosas materiales era lo que él podría ofrecer; sin duda alguna un muy buen partido.

Sin poder contenerse más se llevó a las cuatro muchachas a una suite en el bar, dispuesto a gozar la noche al máximo.

Cuando termino les arrojo unos cuantos billetes y salió de la habitación, con el sonido de las chicas peleándose por los billetes de fondo.

Al bajar pidió un vaso de whisky en la cantina y se dispuso a relajarse, al menos asi fue hasta que una joven de cabello rojo exagerado se subió al escenario principal.

Su voz lo hizo estremecer: no era porque fuera específicamente melodiosa, de hecho estaba un poco desafinada, sino lo potente que era; al girarse se encontró con una mujer increíble, una que nunca antes había visto; ya estaba acostumbrado a las mujeres voluptuosas de curvas de perfectas y labios de silicona, en cambio frente a él había una mujer que nunca creyó poder sentirse atraído, mucho menos sentirse atraído hacia alguien asi; no era voluptuosa, más bien era algo plana, de cabello tan rojo que se notaba a leguas que era falso porque brillaba como un faro, pero lo que sin duda le sorprendió fue su mirada feroz y analítica como si estuviera buscando algo…o a alguien entre la multitud borracha.

Cuando ella lo vio, le guiño un ojo de forma coqueta.

¡¿Viste eso?! Parece que el león encontró a su próxima presa.

Pero lo que no sabe el león es que acaba de encontrarse con una hiena, una que no trabaja sola, que tiene una manada que la respalda, con una leona dirigiéndolo todo desde las sombras.

Decidido en ir por una tercera ronda de placer Yevhen fue en busca de ella, pero al pasar por la multitud y llegar al escenario no pudo encontrarla más. Sin importar cuanto busco, parecía haber desaparecido de la faz de la tierra. Yevhen se contorsiono en ira por haberla perdido de vista, lanzando su vaso medio lleno de whisky a la cabeza de una mujer que chillo de dolor por el contacto no deseado, pero nadie le dijo nada, ni siquiera le dijeron algo al respecto, todos actuaron como si nada hubiera pasado, concentrándose en sus bebidas y en las respectivas chicas que bailaban sobre sus cabezas, solo se limitaron a sacar a la mujer del club. Asi era todo desde que era un niño, nadie le decía nada, él podía hacer todo aquello que estuviera en su voluntad y nadie nunca le diría nada.

Esta vez, más calmado volvió en busca de otro whisky, pero aun buscando a aquella chica cuyo tinte de cabello debería ser motivo para ir a la cárcel.

—No debería beber más — cometo una voz frente a él, dándole el vaso con el licor, el rubio tomo y vacío el vaso de un solo trago, sintiéndose repentinamente muy enojado, Yevhen estaba listo para moler a golpes a quien hubiese hecho tan estúpido comentario, pero al girarse detuvo su puño en el aire al ver a aquella chica, viéndola de cerca su mirada era aún más atrayente: tenia ojos saltones, como los de un sapo, pero sus cuencas oculares eran de un verde tan feroz y brillante que Yevhen pensó que se quedaría ciego si seguía viéndolos —, ya parece estar muy borracho, señor.

Continúo la chica, esta vez puliendo un vaso de vidrio en sus manos.

— Entonces no me pases más whisky, por favor.

Un silencio se hizo en todo el lugar, incluso la música dejo de sonar, ¿Acaso Yevhen Shevchenko acababa de decir “por favor”? Aunque solo vasto una mirada, una mirada mortal de esas que solo Yevhen sabía hacer, para que todos volvieran a sus propios asuntos.

— Bien.

Acepto la chica, aun con esos ojos de saltones observando con malicia y crueldad a Yevhen.

No era una mirada coqueta, no lo era en lo más mínimo, esas miradas Yevhen las conocía bien, de hecho parecía una mirada de odio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.