Ojos de Sapo

CAP 3: Hora de bailar.

El tiempo pasaba, pero por algún motivo a Yevhen le parecía que lo hacía demasiado rápido, Micah solo permanecía en silencio, escuchando música.

— ¿Qué paso a noche?

Micah se quitó los audífonos y lo observo confundida.

— ¿De qué hablas?

—Intentaste secuestrarme, no lo he olvidado.

— ¿De qué hablas? Anoche te emborrachaste demasiado y te desmayaste camino al baño, tú esposa mando a sus hombres a recogerte después de que yo la llamara. Estabas muy débil, asi que tome tu teléfono y la llame. Es tu contacto de emergencia, ¿No?

Yevhen apretó los labios, ¿Enserio esa chiquilla tenia tanto valor como para mentirle en la cara?

—No te creo.

— ¿Quieres pruebas? — Yevhen asintió —. Bien, mira.

Micah le paso su teléfono que olía a chicle por algún motivo, luego se dio cuenta de que tenía un chicle masticado en la parte inferior de la funda. En el video se podía ver a dos hombres que Yevhen reconoció como guardaespaldas de Kylie, que lo levantaban, pero él seguía gritando que era el presidente de la republica del océano, incluso en el video se podía ver como se mojaba en sus pantalones, también pudo ver a Micah riéndose y haciéndose varias fotos con él en ese estado lamentable.

Yevhen tomo el teléfono y sin ninguna clase de advertencia lo soltó en el suelo y lo pisoteo, haciendo que una azafata se acercara y lo tirara a la basura.

— ¡Oye! ¡Era nuevo!

—Te comprare otro.

Micah se cruzó de brazos enojada.

— ¿Se puede saber que tienes en contra de los teléfonos? ¡No hemos ni arrancado y ya rompiste dos!

— Guarda silencio, ojos de sapo.

Micah abrió la boca como si quisiera decir algo, pero el avión empezó a moverse, haciendo a la chica dar un salto en su asiento. Yevhen observo disimuladamente a Micah, viendo como apretaba su estómago y sus ojos se abrían con un miedo notorio, un poco de turbulencia fue suficiente como para hacerla sujetar la mano de Yevhen claramente aterrada.

— ¿Tienes miedo a volar, pequeña ojos de sapo? — Micah negó.

— No le tengo miedo a volar, le tengo miedo a morir.

Yevhen quiso decir algo, pero de repente la cabeza de Micah cayó sobre su hombro, él se quedó quieto un par de segundos, sin saber qué hacer, al principio pensó que solo estaba asustada, pero cuando la turbulencia llego hizo que la mitad inferior del cuerpo de Micah cayera hacia adelante, Yevhen espero a que se moviera, pero después de dos minutos sin un solo índice de vida en ella, la levanto sujetando su cuello y nuca con delicadeza notando lo liviano que era su craneo.

Al instante noto que se había desmayado.

Yevhen no pudo evitar reír y cuando ya era seguro caminar por el avión le pidió a una azafata que le trajera dos correas más, mismas con las cuales ato el pecho y la cabeza de Micah al asiento, permitiéndole estar recta y no zarandeándose por todo el asiento, con únicamente su cintura bien puesta, gracias al cinturón de seguridad.

Todo el tiempo en el que Micah estuvo inconsciente, Yevhen se la pasó revisando sus documentos. Ser el hijo único y por ende heredero único de la familia Shevchenko no era tarea fácil. Todo inicio con su bisabuelo, el cual decidió iniciar una marca de vinos exclusivos que pronto se hizo muy famosa, para aumentar las ganancias y beneficios decidió casarse con la heredera de un imperio hotelero, luego, a su abuela, la madre de su padre, la caso con el heredero una empresa dueña de la mitad de los aeropuertos del mundo, finalmente su padre se casó con la heredera de una reconocida marca de cosméticos, ahora era su turno de aumentar el patrimonio familiar y casarse con Kylie, heredera de una de las marcas de moda más prestigiosas del mundo.

Sonaba anticuado.

Era anticuando el tener que resolver sus conflictos con empresas de igual o mayor valor mediante el matrimonio, era un método muy del siglo pasado.

Pero era mejor que pasar horas y horas planeando como manchar la reputación de otras empresas, todo con tal de resaltar, no importaba si las empresas en si no competían directamente en el mismo mercado, era suficiente con que su éxito fuera grande y su riqueza aun mayor, solo eso los hacia competencia directa de los Shevchenko, por eso el matrimonio era sin duda la mejor de las opciones.

No importaban los sentimientos ni deseos, lo único que importaba era el dinero y el poder que se obtendría de dicha unión.

Solo debían guardar las apariencias, fingir ser una pareja feliz, tener unos cuantos hijos juntos y luego podrían hacer lo que quisieran. A Yevhen no le importaba tener que cuidar a algunos cuantos hijos ilegítimos, siempre y cuando Kylie no se enojara cuando él trajera a sus amantes a su hogar o directamente les comprara casas propias para tener privacidad suficiente.

Aunque en realidad no tendría que cuidar de sus hijos o los bastardos de Kylie, de eso se encargarían las niñeras, por ende solo tendría que fingir ser un padre y esposo amoroso en público, a solas cada quien se dedicaría a sus asuntos y los niños crecerían bien cuidados, con todos los lujos y con una jugosa herencia esperándolos, Yevhen solo tenía que asegurarse de que uno de los niños fuera suyo y el resto era historia.

Aunque lo cierto es que Yevhen no quería hijos.

Odiaba a los niños y sabía a ciencia cierta que golpearía a uno de esos bastardos si corrían hacia él con esas caras llenas de baba, sus manos sucias llenas de gérmenes y su voz chillona del infierno gritando “¡Padre, padre!”, si por el fuera ya se habría hecho la vasectomía, no quería un hijo, ni ahora, ni nunca, pero sus padres y familia lo seguían presionando por ello, ya tenía treinta años y aunque lucia de una forma maravillosa su tiempo fértil se estaba acabando, Kylie recién había cumplido veintidós y entre más rápido tuvieran un hijo, mejor. Si no fuera por las múltiples chicas que aseguraban estar embarazadas de él y las múltiples veces que les pago para que abortaran muchos creerían que era infértil.




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