Ojos de Sapo

CAP 6: Tres balazos es natural.

Micah suspiro, dándole un golpecito en la cabeza a Yevhen, haciéndolo retroceder.

—Estás loco.

Dijo regresando con sus compañeros.

Micah se palpo los bolsillos escuchando lo que tenían los otros dos chicos por decir, se dio la vuelta de regreso, sonriendo de forma petulante.

—Aun me debes algo.

—Entonces vayamos de compras.

Yevhen le extendió su brazo, esperando a que ella lo tomara.

—Tengo trabajo.

—Si tu preocupación es Kylie, no te preocupes, mi mujer no te hará nada.

Micah levanto una ceja.

— ¿”Tu mujer”?

Yevhen se mordió la lengua, no debió haber dicho eso.

— ¿Vamos?

Volvió a ofrecerle su brazo.

Micah rodo los ojos y se dirigió a los chicos.

—Vuelvo en una hora, continúen.

Ellos asintieron siguiendo con su trabajo.

Ambos salieron hasta los estacionamientos, allí llego uno de los choferes de Yevhen, incluidos cuatro guardaespaldas que irían en otro vehículo, cuidándolos de cerca. Yevhen le abrió la puerta a Micah, haciendo ella contuviera una carcajada.

—Enciende el aire acondicionado — ordeno Yevhen pero Micah abrió una ventana sin siquiera preguntar —. Mejor no.

Micah observaba todo con deleite y una pequeña pero honesta sonrisa. Ella estaba apoyando su barbilla contra el vidrio a medio bajar, sus ojos tenuemente entrecerrados observaban todo con curiosidad, con sus labios pegándose al cristal. Ese día, en específico Yevhen noto lo bien que le sentaba a Micah los climas fríos, sus ojos eran de un tono hermoso, entre verde agua y azul hielo, pero lo que más le asombraba era que esos enormes y bellos ojos se impresionaban con la cosa más mínima, parecía ser capaz de ser feliz con tan poco y a la vez con mucho. Micah se giró para observarlo fijamente, con ese brillo de maldad pura en sus enormes ojos. Micah sonrió de lado, antes de dejarse caer en las piernas de Yevhen, acostándose en ellas.

— ¿Por qué engañas a Kylie?

Yevhen se sorprendió por aquellas palabras, pero sujetando las mejillas de Micah se acercó a su rostro y susurro.

—Los hombres necesitamos a más de una mujer, por eso ellas se maquillan y se hacen cirugías, todo con tal de lucir diferentes para nosotros.

Al instante la expresión de Micah cambio sentándose recta en su puesto.

—Me das asco.

Yevhen sonrió de lado, ahora era el quien tenía el control de la situación.

— ¿No me digas que no lo sabias? — Micah apretó los puños —. Es imposible, ¿Por qué otro motivo usarías pelucas de distintos colores cada día?

Micah nuevamente sonrió.

—Porque mis gustos son muy cambiantes y teñirme el cabello de verdad sería una pérdida de dinero, tiempo y lo dañaría — sin que Yevhen se diera cuenta Micah deslizo su mano hasta la manija de la puerta —. Debe ser difícil sentirse asi, ¿No? Tan acomplejado y a la vez creer que todas te desean — la sonrisa de Yevhen se desvaneció de repente —. Es imposible, ¿Acaso no sabías que si no tuvieras esos millones en tus manos ninguna mujer toleraría tal trato?

— ¿De qué hablas?

Micah empezó a reírse a carcajadas, saltando en su asiento, ella se movia de una manera feroz, dando palmadas al aire, su risa fue tanta que en un punto empezó a llorar. Sin entender la sitaucion, Yevhen alzo su mano y le dio una bofetada, una que hizo el cuello de Micah crujir, la cabeza de Micah giro al lado contrario de su cuello, quedando colgada hacia la parte de abajo de su hombro. Yevhen soltó un chillido de sorpresa al ver que ella no se movía, con miedo estiro su mano intentando tocar su hombro, nunca antes había tenido miedo de tocar un cadáver, pero ahora sí.

¿Era asi como iba a terminar todo? ¿Con la una chica por la cual sintió algo más que deseo… muerta? No, eso no podía terminar asi. Necesitaba más de ella, de sus palabras locas, incluso más que sus acciones, de sus sonrisas, de sus gritos, de sus miradas tan cambiantes, necesitaba de esos ojos, pero no era suficiente con que estuvieran flotando en un frasco de vidrio en medio de su colección. No entendía porque debía ser tan cruel con las mujeres, ¡Ah! ¡Si! Eso lo aprendió de su padre, pero no era excusa, incluso su primo, Anwar siempre se aseguraba de que sus múltiples parejas disfrutaran cada segundo y eso que el vio como sus padres se mataban a balazos entre sí, pero eso no fue impedimento para ser un hombre bueno y correcto, bueno, al menos en ese aspecto.

¿Entonces…por qué era asi?

Quizás descargaba el odio de no poder hacer todo aquello que quería con las pobres e inocentes chicas. Un claro ejemplo de eso era Kylie, la cual se desvivía de amor por él, pero desde que la conoció la odiaba con fervor. Aunque él sentía que ese odio estaba medianamente justificado, ¿Por qué? Porque fue el único día que su padre lo trato como un hijo. Desde que Yevhen tenía sentido de la razón siempre había sido asi: con su padre ignorándolo y las niñeras cuidándolo, claro, con una buena paga de por medio, las únicas veces que se acercaba a él era para castigarlo con esas flores de alambre que tanto le gustaban a su madre, recordaba como enterraba las puntas metálicas de las flores en su piel, esas puntas que simulaban ser espinas dolían más que cualquier espina; el día en que conoció a Kylie su padre lo llevo a comer un helado y hablo sobre todas aquellas esperanzas que su padre tenía puestas en él. Recordaba todo de ese día; el cielo naranja, la chica con patines deslizándose por la plaza, el anciano leyendo tranquilamente su periódico, el olor del café tostado de las tiendas, el sonido del agua de la fuente frente a ellos, el sonido de las alas de las palomas, sus plumas cayendo sobre su rostro y una de ellas defecando sobre el hombro de una pareja que estaba a punto de darse un beso, de no haber sido por el excremento de la paloma; también recordaba a la pareja insultando a la paloma, como si pudiera entenderlos.




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