Yevhen llegó a una de sus casas, aquella que estaba más cerca del parque de mármol, no tenía intención de pasar frente al lugar donde masacró a tantas personas.
Al llegar sus hombres ya lo estaban esperando, saco a Micah del auto, la cual volvió a caer en la inconsciencia después de intentar salir del automóvil. Yevhen lo alzó en sus brazos y la sujeto con fuerza, el cuello de Micah colgaba hacia atrás sujetando su cabeza a la vez que sus brazos caían a cada lado de su cuerpo, las vendas de sus brazos estaban manchadas de sangre, producto de los golpes que reabrieron sus heridas y su mejilla se estaba hinchando, mientras poco a poco un hematoma se formaba en su rostro, sus hombres ignorando por completo el claro secuestró en proceso.
— Quemen el auto.
Ordenó Yevhen.
No era una gran pérdida, al contrario, el dinero del seguro podría beneficiarlo, solo no le importaba, aunque podría lavar la sangre con una manguera, prefería perderlo que causarse más problemas. En si no le importaba mucho las consecuencias, lo que le importaba era su reputación, la cual podría verse afectada por los reporteros metiches que en busca de alguna primicia terminarían por arruinar aquella reputación que con tanto esfuerzo y ayuda de su apellido había conseguido.
Micah poco a poco empezó a moverse, recobrando lentamente la conciencia, sin esperar a que ella estuviera nuevamente al 100% de sus capacidades, Yevhen acelero el paso y cuando Micah abrió sus ojos en un estado entre la inconciencia y la conciencia la lanzo duramente contra el suelo. El cuerpo de Micah sonó con fuerza al impactar el suelo, a la vez que empezaba a sangrar más y más, Yevhen se agacho a su altura, con Yevhen observándola con curiosidad, era como ver a un animal herido muriendo poco a poco, ella se retorcía en el suelo, temblando y con varios intentos de ponerse de pie, con todos esos intentos en vano, al ver que sus piernas no respondía se limitó a abrazarse asi misma, en el frio suelo, con sus ojos verdes muy abiertos, pero a diferencia de en ocasiones anteriores no tenían ese brillo malicioso y coqueto, no, ahora solo reflejaban miedo puro y confusión.
—Mírate, en el suelo, como una sucia cucaracha — se burló Yevhen, Micah se estremeció al oír su voz, girándose y encontrándose con él, Yevhen noto que ella no se había percatado de su presencia hasta ahora —. Te podría haber dado todo, absolutamente todo, el cielo, la tierra y el mar, solo tenías que entregarte a mí, pero en vez de eso creíste que podrías jugar a la seductora, ¿No? ¿Es eso lo que querías? ¿Tenerme solo para ti? — Micah empezó a arrastrarse en el suelo, intentando escapar de él, pero Yevhen se puso de pie y observándola con asco levanto su pie izquierdo, lo hizo justo sobre su columna vertebral, Micah seguía llorando el suelo, sin rendirse intentaba escapar de tan cruel compañero, pero justo cuando obtuvo las fuerzas suficientes para ponerse de pie, Yevhen enterró con fuerza la punta de su zapato en la espalda de Micah, haciéndola gritar de dolor. Micah intentó quitarlo de encima, pero por más que se removió, Yevhen solo la estampo con más fuerza en el suelo, clavando con más fuerza su pie en la espalda de ella, dándole una patada la hizo girar sobre su espalda, haciendo que su rostro quedara frente a él, ella tenía la mirada perdida y su boca se abría como la de un pez fuera del agua, pero sus ojos se abrieron con más fuerza, tanto que parecían a punto de explotar, cuando Yevhen empezó a pisar su estómago —. Asi que… ¿Lo hiciste? — Micah no respondió, parecía seguir luchando por respirar y mantenerse consciente ante el dolor, esto lo molesto, Yevhen odiaba ser ignorado, aun mas por el hecho de que ella ni lo miraba. Yevhen dejo de pisar su estómago y ella pronto empezó a toser desesperada, dejo que recobrara un poco el aire y cuando Micah pudo sentarse se acercó a ella con rabia, susurrándole al oído: —, responde, ¿Lo hiciste? — Micah lo observo con temor, con gruesas lagrimas abandonando sus ojos, Yevhen empezaba a enojarse —. Solo lo preguntare una vez más, Micah, y espero, de verdad, espero que uses esa cabecita teñida de mierda y respondas…— Yevhen la observo unos segundos en silencio, antes de tirarla con fuerza de cabello y gritarle al oído — ¿¡LO HICISTE!? ¿MATASTE A MI HIJO?
La hipocresía era palpable en el ambiente.
Y Yevhen sabia eso, lo sabía bien.
—Yo…yo…
Micah no termino de hablar cuando el vómito termino por ahogarla más. Micah cayó sobre su espalda, con el gorgoteo asqueroso del vomito surgiendo como una fuente de comida y saliva por su garganta, pero en ningún momento dejo de llorar.
—Veo que…la conciencia te carcome.
También lo hacía con él, Yevhen se sentía más miserable de lo usual.
Después de todo fue él, Yevhen, quien sin el más mínimo grado de compasión, ternura o si quiera meditación acabo por pedirle que se deshiciera de aquel…”problema”, no sabía con exactitud que había cambiado en él tan de repente, en su forma de pensar, pero odiaba sentirse asi. Odiaba a Micah por hacerlo sentir asi, se odiaba por sentirse asi, pero sobretodo se odiaba por pensar en aquel bastardo muerto como su hijo, porque no lo era, no era su hijo. Un padre…un verdadero padre jamás haría algo asi, Yevhen no merecía ser llamado padre en ninguna circunstancia y eso él lo sabía. Con algo de preocupación y disgusto recordó las numerosas estrías en el vientre de la chica, con algo de miedo levanto la camisa de Micah, observando atentamente aquella zona del estómago claramente deformada.
Con algo de esperanza soltó a Micah que no dejaba de llorar y temblar, suplicando por su vida, porque estaba claro que Yevhen era una amenaza para ella, con la esperanza picando bajo su piel, Yevhen salió de la habitación, dejando a Micah llorando en el suelo, en un charco de su propio vómito y saliva, ella se acurruco en el suelo, soltando sollozos que apenas si le permitían respirar.