Al ver los resultados fue como si una venda hubiera caído de sus ojos, el color volvió a las cosas y la belleza al mundo.
Yevhen ignoro por completo los llantos de Kylie y las preguntas de Aragne, y su vástago, saliendo rápidamente en busca de Micah. Ciertamente no sabía que iba a decirle o como debería actuar, se imaginó asi mismo como protagonista de alguna novela romántica, corriendo hasta ella y abrazándola por la cintura, alzándola y confesándole su amor, porque ahora que todas sus dudas estaban despejadas era amor lo que sentía por ella, ¿Verdad? Yevhen sentía una calidez abismal en su pecho, una alegría y lágrimas caían de sus ojos, pero eran lágrimas de alegría, una torpe sonrisa se formaba en sus labios y apenas podía respirar mientras corría a la bodega. Cualquiera que lo viera pensaría que era el hombre más feliz del mundo y asi era, al menos durante esos instantes. Era feliz, se sentía feliz, esa monotonía y aburrimiento por existir había desaparecido. Yevhen sabía que había personas que traían luz a la vida de otros que vivían en las tinieblas, pero Oliver no era luz, Oliver era un sol, el sol más radiante del mundo, capaz de ahuyentar la oscuridad con solo una sonrisa y en el caso de Yevhen le había regresado las ganas de vivir.
¡Ya no tenía que planear como acabar con Micah! ¡Y aun mejor! Serian una familia, sabía que Micah no lo iba a aceptar tan fácilmente, pero lo haría, una buena madre sabría aceptar una buena oportunidad de vida para su hijo en cuanto la tuviera al frente, Micah debería aceptar que ella sola no podría darle la mejor calidad de vida al pequeño, además de que el mundo siempre ha sido obsesivamente cruel con las madres solteras, tildándolas de fáciles y miles de otros títulos negativos, las cosas deberían de haber sido incluso más difíciles para Micah, siendo ella una mujer tan joven, de seguro la habrían tomado como ejemplo de lo que una chica “no debe hacer". Yevhen llego hasta el elevador y con mucha emoción entro, y presiono varias veces el botón que daba hacia el estacionamiento para asi tomar un atajo a las bodegas, allí, en el ascensor Yevhen salto como un niño pequeño emocionado por un regalo, pero esto era mucho mejor, sentía que estaba vivo de nuevo, que había vuelto a nacer y todo era simplemente perfecto.
Cuando la puerta del ascensor se abrió Yevhen salió disparado de su interior y siguió corriendo hasta cruzar el estacionamiento, luego, al ver que muchos lo estaban observando dejo de correr, pero siguió caminando rápido para llegar a las bodegas, cuando llego encontró a Micah estaba en una de las sesiones de la bodega, observando unas telas y colocando muestras de telas en un maniquí. Yevhen ignoro lo saludos y preguntas de sus empleados, y sin pensarlo coloco sus enormes, y musculosos brazos alrededor de la cintura de Micah, la diminuta chica se estremeció e intento soltarse, pero Yevhen la sujeto con firmeza.
—Tenemos que hablar — susurro al oído de ella, haciéndola estremecer.
Se suponía que debería ir corriendo hacia ella y besar sus pies. Desde el punto de vista del resto de la población mundial, eso era lo que correspondía que hiciera, no invadir su espacio personal y asustarla, entendía que su presencia no era muy deseada por Micah, pero ahora ella no importaba, ni siquiera Yevhen lo hacía, todo lo que importaba ahora era Oliver, debían resolver algunos asuntos y como iban a pasar el tiempo con él, de ser posible iniciar los preparativos para la boda.
Yevhen no dejo que Micah se recuperaba cuando empezó a jalarla, en busca de algún lugar más privado, un lugar en donde pudieran hablar sin las miradas confusas de sus trabajadores. Micah no dijo ni hizo nada, ni siquiera opuso resistencia, fue más un acto de sentido común, pues la chica sabía que era demasiado diminuta como para hacerle alguna clase de daño o ser medianamente un rival para él. Ambos entraron al ascensor en silencio, con sus respiraciones como único sonido en el lugar. Yevhen observo a Micah por el rabillo del ojo, jamás se había detenido a observarla en ese estado, sin una pisca de colorante o alguna peluca y debía admitir que era hermosa: tenía un flequillo recto que llegaba hasta más debajo de las cejas, su cabello era corto, hasta los hombros y del negro más profundo que hubiera imaginado, su piel era pálida, demasiado, Yevhen sonrió imaginando que tendría que darle bofetadas para que su piel tomara alguna clase de color. Yevhen camino frente a ella y Micah lo siguió sin emitir palabra alguna, el hombre ciertamente estaba confundido del silencio repentino de la chica, pero lo atribuyo al miedo que el mismo había impuesto en la pobre chica, pero allí mismo se juró jamás volver a tratarla mal, mucho menos a golpearla o hacerla llorar, ahora Micah solo sonreiría en su presencia y no sentiría más que genuina felicidad.
Ambos entraron en un salón de conferencia vacío, Yevhen la observo notando que tenía tensa la mandíbula, ¿Tenía miedo? ¿Estaba enojada? Yevhen suspiro y le acaricio la mejilla con dulzura.
—Lo sé todo, Micah.
Micah dejó de mirar al suelo y con los ojos muy abiertos lo observo, Yevhen se sorprendió de lo asustada que parecía, esa mirada era la misma de sus numerosas víctimas cuando el decidía acabar con sus vidas.
— ¿Qué sabes, Yevhen?
Yevhen volvió a sonreír, tratando de que su sonrisa calmara las emociones negativas en ella.
—Se lo de Oli, sé que es mío.
Micah suspiro, repentinamente volviéndose más tranquila.
—No, no sabes nada, Oli no es tuyo.
—Deja de mentir, Micah, por favor. Le hice una prueba que demuestra que es mío.
Micah abrió su boca para protestar, pero en vez de eso empezó a llorar.
— ¡Por favor, dime que estas mintiendo! — suplico Micah sollozando.
Yevhen sujeto suavemente sus muñecas, intentando calmarla.
—Ahora estaremos juntos, no dejare que nada malo les pase, yo los cuidare.
Al no obtener respuesta de Micah, el hombre envolvió sus brazos alrededor de ella, dejando que llorara.