Hay cosas en la vida a las cuales no estás acostumbrado, mucho menos preparado, nunca terminas de acostumbrarte al maltrato, sin importar que tan frecuente sea. Yevhen había tenido una especie de “descanso” desde que se “independizo” a los diecisiete años de edad, aunque en realidad más que independización era solo cambiarse de mansión y empezar a tomar el control del negocio familiar, pero algo que nunca cambio fue la influencia de su padre en él, pues sabía que sin ninguna clase de remordimiento le pondría una pistola en la cabeza y jalaría el gatillo. Para el Sr. Shevchenko todos incluso su propio hijo eran reemplazables, todos.
Yevhen recordó un momento en su juventud, la primera vez que golpeo a Kylie: su padre llego y junto con sus hombres lo molieron a golpes, no tenía derecho a defenderse porque sabía que lo merecía, pero durante aquella tortura que duro tres días no pudo evitar dejar de pensar en lo hipócrita que era su padre: el propio Sr. Shevchenko solía decirle a su esposa que su derecho sagrado como hombre era ese, tener cientos de mujeres para complacerlo; entonces…¿Por qué se enojaba tanto? ¿Acaso creyó que con semejante ejemplo que le dio Yevhen sería un hombre fiel? Era ilógico por donde lo miraras.
Por otra parte esa situación era escalofriantemente similar a la actual. Podía saber en el lugar en el que sus hombres tenían las armas, podía sentirlos tensos, listos para disparar. El Sr. Shevchenko los había sacado de la fiesta con la petición de una charla más íntima, cualquiera vería a un dulce hombre mayor cuya mayor afición eran las camisas con cuellos de tortura, pero Yevhen sabía que bajo esa sonrisa con dientes desiguales y esa voz continuamente halagadora estaba un monstruo, uno de los peores, porque no hay monstruo más peligroso que el que se esconde a simple vista. Kylie estaba tranquila, ella no sabía la clase de persona que era su futuro suegro, por eso se limitaba a sonreír y comer los bocadillos de queso que le ofrecían los camareros.
— ¿Es eso cierto? — el Sr. Shevchenko sabia como moderar su voz para hacerla parecer más aguda de lo que en realidad era, dando una falsa sensación de confianza y generando una apariencia indefensa.
Yevhen asintió, sino fuera por la píldora estaría nervioso, quizás incluso sudando, pero en vez de eso solo podía ver imágenes en bucle de las torturas de su padre.
<<Debajo de todas las mansiones Shevchenko hay un sótano debajo del sótano, en ese sótano hay un pasillo largo, con habitaciones a cada lado, todas llenas de personas que de una u otra forma han roto algún acuerdo con la familia Shevchenko o han generado alguna clase de problema. Yevhen sabía bien de ese lugar, había visto a su padre llevar personas a esas habitaciones, pero nunca las veía salir, lo único que salían eran bolsas negras de basura, muchas, muchas bolsas de basura.
Pero ese día se sentía singularmente preocupado, quizás era el hecho de que los hombres de su padre lo llevaban arrastrado por el pasillo, con la nariz ensangrentada y sus manos magulladas o, a lo mejor, se debía al hecho de que su padre lo esperaba con una sonrisa en una de las habitaciones. Los hombres de su padre lo lanzaron al interior de una de las habitaciones y sin dejarlo reaccionar lo alzaron y colocaron en una mesa de metal, atando tanto sus muñecas como tobillos a cada extremo de la mesa.
—Después de esto iremos a cenar hijo, ¿Te gusta la comida china? Hace poco abrió un restaurante que prepara el mejor pulpo del mundo, tu favorito, ¿Verdad? — el Sr. Shevchenko sonreía con dulzura, se sentó al lado de su hijo y lo observo unos segundos en silencio, antes de levantar su mano y golpear una costilla de Yevhen, rompiéndola en un certero golpe. Yevhen grito y se estremeció, intentando liberarse, pero su padre tenía otros planes, chasqueando sus dedos le ordenó a sus hombres que le colocaran un bozal, mismo que apenas si le permitía respirar —. Es de mala educación no responder cuando alguien te pregunta algo y yo considero que te he educado muy bien — el hombre acaricio la cabeza de su hijo, viendo como empezaba a llorar —, no, no, no, no llores, cariño, no llores, solo que tu padre debe hacerte una pregunta, una minúscula — el Sr. Shevchenko hizo una pausa, acariciando las mejillas a través del bozal de su hijo — pregunta, solo debes asentir o negar con la cabeza, dulzura, ¿Entiendes? — Yevhen asintió —. Bien, ¡Ese es mi chico! ¡Un chico obediente y dulce! ¿Verdad? — en un instante esa sonrisa de comercial de límpido desapareció y empezó a aplastar la cabeza de Yevhen, como si quisiera romperla —. Bien, chico bueno — él lo soltó, poniéndose de pie y mirando la pared —, le dijiste a las enfermeras que Kylie se calló por las escaleras, lo cual…hasta cierto punto es verdad, eso no te lo voy a negar — el padre de Yevhen extendió su mano y un barrote metálico le fue entregada por uno de sus hombres —, pero olvidaste un detalle, ¿No crees, hijo? Intentaste borrar las imágenes de seguridad, lo cual fue inteligente, pero no pudiste controlar la boca de tu zorra — el padre de Yevhen empezó a caminar lentamente hacia él, con mucha lentitud y cuando estuvo frente a él levanto su mano con el barrote, golpeando con fuerza sus dos piernas. Yevhen se retorció, pero entre mas abría su boca para intentar respirar más rápido entraba el bozal en su garganta —. Dime hijo, ¿Golpeaste a Kylie? — Yevhen sabía que a ese punto ya no valía la pena mentir, asi que asintió, los ojos de su padre se iluminaron y dejo caer el barrote, extendiendo sus brazos para abrazarlo — ¡Ese es mi hijo! Los niños buenos no mienten — y depositando un beso en la frente de su hijo se dirigió a la puerta, Yevhen suspiro aliviado, pensando que todo había terminado —. Denle una lección, por favor, que sepa que no debe golpear a su prometida, ¡AL MENOS HASTA QUE SE CASEN! ¡CUANDO YA ESTEN CASADOS PUEDES HACER LO QUE QUIERAS CON TU PERRA! — De repente volvió a tener un semblante tranquilo —. Pero no mientras estén comprometidos. >>