Ojos de Sapo

CAP 23: Dos cucharadas.

—Micah, despierta — Yevhen sacudió el cuerpo de Micah, haciéndola despertar, al principio parecía desorientada, como si no recordara el lugar en donde estaba, pero después de un par de segundos parecía estar tranquila —, ya llegamos.

Yevhen le extendió la mano a Micah y ella la tomo calmada, por un momento Micah perdió el equilibrio y casi cae, pero el cuerpo de Yevhen freno su caída, quedando únicamente recostada sobre su pecho, Micah pudo escuchar el latir del corazón de Yevhen, era rítmico…tranquilo, suave, estaba en paz…Micah permaneció asi un par de minutos, esperando a que el latir del corazón de Yevhen empezara a acelerarse, como sucedía en las películas, pero nada paso, el latir de su corazón no cambio. Yevhen seguía sujetando su mano de manera suave, pero inquebrantable, Micah pensó en lo lindo que se sentía eso: sentirse protegida, amada…deseada; pero pronto ese pensamiento fue reemplazado por los ataques de ira y actos violentos de Yevhen con ella, con Kylie y con otras mujeres antes de ella, y la falsa ilusión de seguridad se desvaneció con rapidez. Permanecieron quietos en esa posición un par de segundos, hasta que Micah finalmente se apartó del pecho de Yevhen y con un movimiento de látigo en la muñeca le quito su mano a Yevhen.

La mañana estaba fría, el cielo dejaba el negro firmamento y empezaba a verse de un gris muy deprimente, en si…todo era un panorama deprimente.

Un viento frívolo hizo a Micah abrazarse asi misma, sus desnudos brazos, al ver esa acción Yevhen inmediatamente empezó a quitarse el chaleco de su traje, pero Micah levanto la mano en su dirección, negando, dándole a entender que no era necesario. Yevhen volvió a acomodar el chaleco en su espalda, algo decepcionado, creía ya conocer a Micah, pero como siempre ella hacia todo lo contrario a la razón y a la lógica. Yevhen se tambaleo, se sentía débil, cansado y con ganas de vomitar, si Kylie hubiera estado allí ya habría ido en su ayuda, pidiéndole que se sujetara de ella — como si tuviera la fuerza suficiente como para sostenerlo — y preguntándole que síntomas tenia, pero ella no estaba allí, en su lugar Micah lo observo de forma cansada, esperando a que algo más pasara, algo que ninguno de los dos sabia con exactitud que debía pasar. Era como si todo estuviera bajo un filtro azul, el único rastro de color era en el vestido de Micah, que seguía abrazándose asi misma.

Ambos se sentía tristes, como si acabaran de experimentar el mayor dolor de sus vidas, como si acabaran de perder a Oliver…

Micah pensó que la situación era similar a esas escenas de las películas, en las que un personaje se suicida o cuando alguien acaba de perder a su familia y a todas las personas que ama, también le pareció una escena similar a cuando un asesino ha cumplido su objetivo y no sabe que más hacer: si rendirse y descansar — morir — o buscar una nueva víctima más. Recordó esa escena de “Una pastelería en Tokio”, cuando todos se dan cuenta de que la anciana ha muerto, también le pareció similar a la última escena de “La verdad sobre Emmanuel”, donde Linda y Emmanuel entierran a la muñeca, aunque Linda sigue pensando que es un bebé. En si no eran películas deprimentes (al menos no la última) pero que tenían escenas que provocaban un enorme deseo de buscar el puente más cercano y saltar de el. Luego — como en un carnaval de la tristeza —  desfilaron frente a ella escenas de “Un Asunto de Familia”, “Poetry”, “HAN GONG-JU”, “Llévame hasta el rio” y “Requiem for a Dream”, llevándose las pocas ganas de vivir que le quedaban, al menos por el momento.

Micah observo el camino rocoso y lleno de tierra, vio como desaparecía hasta el bosque, siendo devorado por los árboles, inevitablemente recordó a “La vida es bella” y pensó si ella sería capaz de sacrificar lo que fuera por su hijo, miro a Yevhen de reojo que seguían intentando mantenerse de pie, pensó si el sería capaz de sacrificarlo todo por Oliver.

Yevhen recupero la compostura, Micah vio como lentamente abría la boca como si intentara respirar, el hombre empezó a caminar hacia delante, Micah lo observo en silencio unos segundos, estaba cojeando, “Efectos colaterales de la droga”, pensó. Fue entonces cuando por fin decidió mirar hacia al frente, allí, abajo, en un claro había una casa de madera: era pequeña, hecha de tablas del color de la melaza, raíces sobresalían de debajo de la construcción, enredaderas de flores descendían por el techo de la casa y sus ventanas estaban muy desgastadas; al lado de la casa había un pequeño redil, lleno de cerdos y conejos, los cuales corrían de un lado a otro en el lodo; había una pequeña y débil luz naranja en una de las ventanas.

Micah vio a Yevhen descender la colina con dificultad, medito un segundo más en la pregunta: ¿Ella y Yevhen estarían dispuestos a darlo todo por Oliver? Y ahí, en la soledad de la carretera hecha de piedras, con el cielo siendo cada vez más y más azul, como un pesado océano a punto de caer sobre su cabeza, supo la respuesta; No.

Micah siguió sujetándose los brazos, empezando a descender la diminuta colina que los separaba de la casa, por un momento quiso pedirle ayuda a Yevhen a bajar, porque el tacón de sus botas se estaba atorando en la tierra, pero decidió callar, sería muy hipócrita pedirle ayuda cuando él estuvo a punto de desmayarse y ella solo lo miro, con el deseo de que callera muerto y no tener que seguir más tiempo con aquella farsa. Cuando estaban a dos metros de la casa la puerta se abrió y una mujer rechoncha con las mejillas rojas salió de la casa agitando un pañuelo con la mano, sonriendo y saludándolos.

— ¡Hola! ¡Hola! ¿Ustedes son Yevhen y Micah? — Micah la observo con una mueca de confusión, ¿Acaso no rectifico quienes eran antes de salir? Si era una mujer tan ingenua cualquiera podría matar a Oliver.

— Si, asi es.

Respondió Yevhen, no viendo el peligro que Micah si veía.

— ¡Que bien! ¡Vengan, vengan! ¡Oliver los está esperando! ¡Es un amor de niño! Acabamos de preparar galletas de calabaza, ¿Les gusta la calabaza?




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