Ojos de Sapo

CAP 28: Dulce momento.

Aragne sonrió al sentir el frío del collar sobre su cuello y el dulce aroma de su perfume. La mujer se miró al espejo y no pudo evitar sentirse feliz, puesto que por primera vez en años se vestía con el propósito de verse bonita para ella misma, no para nadie más o para ir a una fiesta y sólo sonreír como una tonta, como un accesorio. Era la primera fiesta que organizaba y a la cual deseaba ir por voluntad propia, no porque se lo ordenarán, era la primera vez que no sería un adorno de compañía, sino que sería un ser humano, una persona, una mujer.

Aragne se puso de pie orgullosa y terminó de observarse al espejo. Por un momento sintió la nostalgia al verse en un estado tan deteriorado, recordaba que había desperdiciado sus preciosos años de juventud junto a un hombre que no amaba ni la amaba. Era triste, pero lo cierto es que así era la vida en aquél lugar. Pero ahora todo sería diferente, ahora con su hijo siendo el heredero de todo no tendría por qué preocuparse, ahora su vida estaba por completo resuelta, no tenían pruebas en su contra, ella había destruido el testamento, su mayor preocupación por el momento era mantener a raya a Yevhen, aunque directamente quería eliminarlo, el hombre era igual de testarudo y cruel que su padre, podría inventar cualquier barbaridad con tal de quitarle su dinero y felicidad.

Inconscientemente Aragne se llevó las manos a su vientre, recordando con nostalgia aquel tiempo en el que fue feliz siendo amante, ahora en cambio esos recuerdos le provocaban nauseas, ¿Cómo se suponía que ella supiera que su hijo no era de Shevchenko? Literalmente Shevchenko la tomo sin siquiera detenerse a considerar las otras probabilidades de que estuviera esperando ya el hijo de otro hombre, no era del todo su culpa, de corazón Aragne había pensado que su hijo era también de él, pero al parecer no lo era en verdad.

Le dolía mucho que él hubiera fingido por tanto tiempo, ¿Con que propósito? Nunca le tembló la mano a la hora de matar personas, ni siquiera si era un inocente niño, entonces… ¿Por qué mantuvo vivo a Anwar por todos esos años? La idea de que realmente lo amara se cruzó por la mente de Aragne, aunque pronto desecho esa idea, de haberlo amado no hubiera escrito semejante cosa en el testamento, de haberlo amado no lo hubiera dejado en la miseria, de haber siquiera tenido el mas mínimo rango de estima por el chico no lo habría dejado en la miseria y Aragne no hubiera tenido que ensuciarse las manos para salvar a su hijo, aunque de todas formas lo hubiera hecho, Yevhen no habría dejado a Anwar vivir, incluso si él era el heredero del 90% y a Anwar solo le hubieran dejado un 10%.

Esa era otra cosa en la que los hermanos diferían: Yevhen era avaricioso, quería todo para él, solo para él y no compartirlo; mientras que Anwar era más conformista; en el fondo Aragne sabía que Anwar no quería riquezas incalculables y miles de negocios a su nombre, lo único que deseaba era una vida tranquila, quizás en algún lado del hemisferio norte, en el frio, con Kylie a su lado, viajando por el mundo, lejos de lo agobiante de la vida de los ricos.

Pero Anwar jamás se lo diría su madre.

Anwar jamás le diría a aquella avariciosa mujer que llamaba madre sus verdaderos sueños y anhelos.

Aragne salió de su habitación, seguida por dos guardaespaldas siguiéndola muy de cerca. La mujer se colocó en el balcón, observando llegar a sus invitados, no pudo evitar sonreír con orgullo, por fin, todo era suyo, todos se inclinarían ante ella, ante su poder y riqueza.

— ¿Estas lista, madre?

Aragne asintió, observando a sus invitados una última vez antes de darse la vuelta y observar a su hijo: Anwar llevaba un costosísimo traje hecho a la medida, de esos que cuestan casi ochenta salarios mínimos pero que pronto serian olvidados en el rincón del armario.

— Si, asi es — Aragne le dio un fugaz abrazo a Anwar, con sus ojos brillando con orgullo al verlo —  ¡Mírate, cariño! Te ves estupendo, tendrás muchas chicas detrás de ti esta noche — Aragne le guiño un ojo a Anwar, pero lejos de reírse o aceptar el cumplido, la actitud de Anwar cambio, volviéndose seria, Aragne rodo los ojos disgustada —. ¡Vamos, cariño! Solo fue un chiste, nada que debas tomarte de forma personal.

— No estoy enojado — se defendió Anwar —, sólo...confundido.

Aragne analizó a Anwar, buscando algún motivo por el cuál aparentemente estaba tan confundido.

— Anwar, ¿Qué sucede, cariño? Te ves triste, ¿Está todo bien?

Aragne acarició las mejillas de su hijo, Anwar vaciló en hablar o no, no quería enfurecer a su madre.

— Dime la verdad, madre.

 

Aragne se mordió el labio imaginando lo peor, ¿Habría leído el testamento? ¿Sabría lo que le hizo a los Tilly? Tantas preguntas rondaron por su mente, ninguna era buena.

— Tú...— Anwar tomó aire, llenándose de valor para seguir hablando — ¿Tú tuviste algo que ver con la muerte de los padres de Kylie?

Aragne suspiró aliviada y no pudo contener una débil risa.

— ¿Cómo puedes pensar eso? — Anwar la observó desconfiado — ¡Soy tú madre, Anwar! ¿Cómo puedes pensar que yo sería capaz de hacer algo así?

— Porque eres mí madre es que lo digo, te conozco y sé de lo que eres capaz.

— Pues te equivocas, yo no los mate.

Anwar tomó las manos de su madre, dejando relucir su incertidumbre.

— ¿Realmente no lo hiciste?

La mujer parecía atónita, confundida, no le gustaba el tono en el que su hijo le estaba hablando, mucho menos esas acusaciones.

— ¿Por qué lo haría? Si alguien tiene motivos para intentar matarlos es Yevhen, piénsalo, hijo, hablamos con ellos para que tú compromiso y el de Kylie fuera aceptable, pero quizás Yevhen no quería dejarla ir y la amenazó con sus padres, los mató para quedarse con ella — era una idea absurda, pero esperaba que Anwar creyera esas palabras.

— Tienes razón, madre.

El bullicio de las personas era cada vez más y más fuertes, autos que aparentemente se dirigían hacia la mansión dieron la vuelta en plena entrada, yéndose.




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