Ojos del Corazón

Capítulo 4

 “CONTIGO”

JUNIO DE 2001

QUINCE AÑOS ATRÁS

—¿Lauren? —escuché la voz de Camila en la oscuridad de mi habitación. Era noche de película y de pizza. Nuestros padres se reunían a cenar y Camila y yo siempre veíamos una película y luego nos íbamos a dormir para pasar todo el fin de semana juntas.

—Camz—le dije suavemente—. Sabes que no debemos hablar fuerte porque mi mamá nos puede escuchar. No quiero que nos deje sin ir al parque de diversiones…—mi voz era un susurró en medio de la noche que nos rodeaba. Ambas solo teníamos la compañía de la otra y nuestros respectivos mejores amigos.

Bubby dormía en el piso al lado de Camila y ella abrazaba a su osito Bub mientras yo abrazaba a Nala, mi leona, la cual Camila me había dado mi cumpleaños pasado cuando empezábamos a ser amigas. Normani se reía de mí porque aun dormía con Nala a pesar de casi tener ocho, pero a mí no me importaba abrazarla cuando estaba con Camila porque ella jamás se reía de mí. Me giré para verla con la leve luz de la lámpara de noche dibujo de ovejitas que tenía al lado de mi cama. No me gustaba mucho la oscuridad debía admitir, pero con Camila era diferente. Ella me daba confianza.

—Entonces podemos jugar a susurrar cosas—me dijo Camila susurrando y yo me acerqué a ella cómplice, siempre divertida por romper las reglas de mi mamá.

—Si…—dije entusiasmada viendo a Camila que en ese momento estaba girada hacía mi pero sin verme. Algunas veces me preguntaba si Camila no sentiría miedo de estar siempre en la oscuridad, pero Camila era muy valiente, porque era un ser de luz llena de magia y felicidad—. Puedes contarme una historia.

—Quería preguntarte algo—arreglándose su gorro de orejitas de oso que iba con su pijama de osito rosa.

Su pijama era muy gracioso pero yo jamás me reía de ella porque ambas éramos mejores amigas y nos queríamos mucho. Yo prefería dormir con un short y una camisa del equipo de basketball de Christopher. Tenía casi ocho y no podía seguir durmiendo con cosas así. Camila tenía siete pero ella se veía muy bonita con esas cosas.

—Puedes preguntarme lo que quieras—le dije acariciando las orejas de Nala.

—Mi mamá y mi papá estuvieron hablando ayer sobre el amor—empezó mi amiga y yo hice una mueca—. Me dijeron que algún día voy a encontrar a un príncipe azul que me quiera y me cuide para siempre.

—Los niños son un asco—dije con una mueca de disgusto—. No son príncipes ni nada de eso. En mi salón todos son unos tontos.

—Mi mamá dice que va a llegar cuando sea más grande—empezó Camila de nuevo—. Que cuando sea mayor voy a tener a una persona que me cuide y que me ame. Pero yo no creo que sea verdad.

—Mi mamá y mi papá se dicen que se aman—dije yo recordando cómo se reían diciéndose eso—. Yo creo que es algo que solo los adultos saben. Nosotras somos grandes pero aun no vamos a saber lo qué es eso.

—Quizás…—ambas guardamos silencio algunos minutos y sentí como Camila se movía. Sabía que quería decirme algo más. La conocía mucho.

—¿Qué pasa Camz? —le pregunté siempre recordando susurrar porque no quería que mi mamá nos castigara sin dejarnos ir mañana al parque de diversiones.

—¿Crees que algún príncipe pueda querer a una princesa como yo? —me preguntó mi mejor amiga y yo me sorprendí. ¿Por qué no habrían de quererla?

—Claro que sí. ¿Por qué no habrían de quererte? —le pregunté muy seria sin entender del todo ese tema del amor. Ahora ya sabía un poco más porque era más grande y mi mamá hablaba de esos temas conmigo, como por ejemplo, la enfermedad de Camila, que ahora sabía no era una nube negra y también hablaba conmigo del amor. Me decía que un día encontraría a un chico lindo para que fuera mi novio. Pero yo odiaba a los niños. ¿Cómo iba a lograr que me gustaran? Quizás era algo que solo los adultos comprendían.

—Porque soy ciega—yo me quedé callada un momento y me acerqué a mi amiga tomándole la mano mientras ambas estábamos cubiertas por mi sábana de unicornio, otro regalo de Camila para mí. Era mi sábana favorita en todo el mundo.

—Eso no tiene nada de malo—le dije yo muy seria sin comprender—. Yo te quiero mucho y eres mi mejor amiga aunque no puedas ver.

—Pero tú eres una niña—me dijo Camila mientras abrazaba su osito fuertemente y se ponía muy triste—. Mi mamá dice que tiene que ser un príncipe, y tú eres una princesa. Los príncipes no me van a querer porque no puedo verlos.

—Eso no es cierto yo no soy una princesa, yo soy una guerrera—dije muy segura olvidando que estábamos jugando a los susurros—. Además, si un príncipe no te quiere cuando seas grande será un idiota y yo voy a destruirlo.



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En el texto hay: camren, lgbt, amor

Editado: 17.08.2018

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