FLASHBACK
OCTUBRE DE 2003
TRECE AÑOS ATRÁS
¡Tom!
Silencio.
—¡Tom!
Silencio.
—¡Dónde andará metido ese chico!....¡Tom!
La anciana se bajó los anteojos y miró, por encima, alrededor del cuarto, después se los subió a la frente y miró por debajo. Rara vez o nunca miraba a través de los cristales a cosa de tan poca importancia como un chiquillo: eran aquellos los lentes de ceremonia, su mayor orgullo, construidos por ornato antes que para servicio, y no hubiera visto mejor mirando a través de un par de mantas.
Seguí escuchando a Camila mientras leía “Las Aventuras de Tom Sawyer” de Mark Twain. Ese día estábamos acampando fuera de mi casa. Habíamos comido sándwiches de mantequilla de maní con mermelada de uva, palomitas de maíz y refresco de limón. Mi papá me había comprado una enorme caja de chocolates que ahora descansaba en medio de nosotras mientras Camila seguía leyendo. A mí no me gustaban los chocolates, pero a Camila le encantaban y seguía llevándoselos a la boca cuando hacia una pausa de su lectura y luego continuaba.
Recordaba la navidad pasada en que le había regalado un juego de casi veinte libros en Braille a Camila que había devorado prácticamente en un año. Cada viernes en la noche que Camila se quedaba a dormir a en mi casa leímos un poco de algún libro.
Yo muchas veces me preguntaba como Camila podría pasar sus manos tan rápido sobre esos pequeños puntitos que ella sabía eran letras. Desde Enero que había sido la primera noche que Camila había empezado a leer los libros en nuestra noche especial, yo me había sentido un poco desplazada.
Quería poder ayudarla, Camila estaba muy feliz porque sus padres le habían comprado una pequeña máquina para escribir con la escritura Braille para navidad y siempre estaba escribiendo en ella. El día después de Navidad ella me entregó una carta y yo había sido incapaz de leerla. Había visto su decepción y su tristeza cuando la había tomado de mis manos y había empezado a leerla.
Lolo:
Eres mi mejor amiga en todo el mundo. Es la primera vez que te escribo con mi nueva máquina; espero no equivocarme porque jamás la he usado, pero pensé que sería lindo si mi primera escritura fuera para ti.
Gracias por ser mi amiga. Gracias por siempre estar a mi lado cuando me siento sola o triste. Jamás me has tratado diferente. Has podido ver en mí mucho más que los demás porque para ti no solo soy una niña ciega. Para ti soy tu mejor amiga, y te prometo que pase lo que pase siempre voy a estar a tu lado.
Te quiero con todo mi corazón y siempre podrás contar conmigo.
Te quiere,
Tu Hadita.
Esa carta aun la conservaba en mi baúl de recuerdos donde estaban todas las fotografías, juegos, y cosas que había hecho con Camz. Después de que ella me diera esa carta pasé horas y horas viendo esa escritura que era incomprensible para mí y decidí hablar con mis padres. Al principio me vieron muy extrañados porque yo que apenas tenía diez años, casi once, quisiera aprender a leer y escribir en Braille. Pero al explicarles que era por Camila ellos simplemente se vieron y suspiraron.
Mis padres sabían lo mucho que yo adoraba a Camila. Y habían decidido enviarme a clases de escritura Braille después de la escuela. Había estado casi diez meses aprendiendo y creía que ya podía hacerlo bien. Camila no sabía nada porque le había pedido a mis padres que no lo dijeran, para que fuera una sorpresa. Para Camila estaba en prácticas de softball siempre dos horas después del colegio.
Me gustaba el softball y estaba en el equipo del colegio, pero me importaba más Camila y que ella estuviera feliz. Decidí que esa noche sería la primera vez que le demostraría a Camila mis nuevas habilidades.
—Camz…—ella se detuvo y se giró en dirección a mi voz—. ¿Puedes prestarme el libro?