Tras perder el sentido de la vista en un accidente automovilístico, Leopold se encierra en su habitación y en su propia burbuja de la cual no piensa salir aunque obtenga ayuda y apoyo profesional como familiar; él considera que su vida ya no será la misma, cree que salir de aquel mundo en el cual antes sentía que era suyo ahora solo será caminar a ciegas hasta lo desconocido en donde puede encontrar burlas, decepciones y falsas esperanzas.
Esto hace que su actitud empiece a cambiar, haciendo que cree su propia defensa en donde la única manera para que nadie lo lastime será conformarse con no necesitar ojos para ver y sentimientos para sentir. Compartiendo su dicho en "Ojos que no ven, corazón que no siente".
Su familia, quien necesita que salga adelante y salga de aquella habitación, no les quedará de otra que contratar a Liv, una chica sin una especialidad o un título que demuestre que ella podrá sacar a Leopold de aquella oscuridad de la cual vive; el costo de su trabajo será, soportar el temperamento y el carácter de él.
Pero ¿cuánto durara quitarle ese carácter frío, duro y testarudo que corre por sus venas?
Leopold podrá cambiar ese dicho del cual estaría a punto de tatuarselo si fuera posible; lo cambiaría por uno que diría "Ojos que no ven, amor que se siente".
Una historia apasionada en donde el pasado y la ceguera no son un prejuicio para salir adelante y encontrar un nuevo motivo a la vida que hará que cambie nuestra manera de pensar y existir.