Llevo quince minutos de retraso, apenas puedo seguir corriendo ya que mis piernas empiezan a tambalearse como también el oxígeno de mis pulmones apenas entra en ellos por la agitación que mi cuerpo procede en el tiempo que sigo moviéndome rápido; no me preocupara tanto si los padres de Leopold no me hubieran llamado temprano diciendo que necesitan hablar un tema personal y privado conmigo, además de ello, ese no es el único aspecto que ha hecho que mi corazón tenga que seguir latiendo rápido, porque la razón principal es que hace un par de semanas, Leopold ha estado comportándose de manera extraña, es decir, que hay días en que no se preocupa por seguir con sus prácticas, otros en los cuales se mantiene de mal humor y por si fuera poco, ha comenzado a tomar medicamentos de los cuales no deja que los vea.
Quisiera decir que las cosas después de aquel día que nos presentamos en el teatro para ver una de las presentaciones de su hermana, terminaron mejor de lo que pensé, pero las cosas cambiaron de una manera radical que no llegué a descifrar que es lo que sucedió y más, intenté buscar la manera de saber porque Leopold ya no se comportaba igual, mayormente en las últimas semanas se mantuvo callado y pensativo, quise preguntarle por su actitud pero también tomé sus modestas acciones para alejarme un poco de él y así buscar una manera para no generar algún que otro nuevo sentimiento por él.
Y ahora, a medio almuerzo con mi familia, un domingo en el cual parece que será un día asoleado típico del provenir del verano, el señor y la señora Engström me llaman con una voz agitada, nerviosa y temblorosa que tienen un asunto importante el cual hablar conmigo. Por supuesto, no me iba a negar a llegar tarde, así que pronto dejé de comer para ir hasta la ciudad de Helsingborg para saber aquella noticia que me tienen sobre Leopold, que es algo claro, que es sobre él.
Apenas llegué a casa para ver como el señor Frank me llevaba hasta la sala en donde los señores Engström reciben a sus invitados, en esos cortos minutos me sequé las pequeñas gotas de sudor en una parte de mi camisa y también intenté nivelar mi respiración tomando bocanadas de aire de manera lenta.
Aquel mayordomo que ha servido a la familia Engström durante muchos años, me abrió la puerta y me hizo una señal con su mano para que entrara sin rodeos, apenas me percate que delante de mí, ya se encontraba toda la familia reunida, con los padres sentados en un sofá y sus hijos en otro, hasta Jerker se encontraba en la casa de su padre y su madrastra, lo cual me sorprendió; pero la impresión de ver a un Leopold sanó y con una sonrisa de oreja a oreja me extraño porque mi primer pensamiento fue que algo le había sucedido a él que otra vez terminarían culpándome por sus acciones, pero al ver que mi primera impresión no había sido así, terminé de desechar la idea pronto.
—Siéntate, Liv. —Me señalo el señor Engström un sofá que se encontraba vacío.
Con vergüenza por llegar tarde y con la mente hecha un mar de pensamientos, me dirigí hacia el sofá para acomodarme en el asiento antes de saber la noticia.
—Te hemos llamado porque queremos darte una noticia, ya sabes que hace casi un año has formado parte de esta familia y aunque Leopold siempre mantuvo arranques de desobediencia e impaciencia contigo, al final él consiguió dar su brazo a torcer para dejarse ayudar por ti. —Escuché su pequeño discurso antes de proseguir con la noticia. —Cuando Ellen y sus amigas te golpearon, llegamos a conocer al médico oftalmólogo que llego a hacerte la operación de tus ojos. —Me agarré fuerte al sofá porque algo en mi ser me decía que ya sé hacia dónde va el tema.
No sé si admirarme porque al parecer los padres de Leopold además de cargar con los gastos médicos que su ex nuera me hizo al golpearme junto con un grupo de sus amigas, también terminaron por entablar una conversación con el doctor Sherman. No cabe duda, que algo sucedió entre ellos y pronóstico que mí mismo oftalmólogo le debe de haber hecho un chequeo a los ojos de Leopold para asegurarse que si podría haber una operación futura en él.
—El doctor Sherman aseguro que Leopold puede ser operado, él junto con otros oftalmólogos y neurólogos le hicieron análisis para determinar si podía obtener una operación con la nueva tecnología de los implantes de retina artificial. —Abrí la boca ante las palabras de Elin, pero pronto no sé me ocurrió que decir así que la cerré.
He escuchado de esa nueva tecnología para las personas con ceguera completa, cuando a mí me sucedió el accidente, aun no se había implementado mucho, por lo tanto, mi operación fue de las sencillas y antiguas, la de quitarle las retinas a una persona donante de ellas. Además, con lo poco que mis padres tenían de seguro, para eso ocuparon para mi operación pero con estos nuevos implantes, existen más posibilidades que la persona discapacitada obtenga una visión normal como las demás sin necesidad de que busquen un donante.