Ojos que no ven, amor que se siente

Capítulo 3: “Una mirada dice más que mil palabras”

Haber aceptado mi nuevo trabajo sobre cuidar y ayudar a una persona con ceguera, ha sido algo increíble que aún sigo sin creer el valor que he tenido para aceptarlo a pesar de mi poca experiencia con respecto a las practicas desarrolladas para que una persona ciega pueda hacer con el tiempo, sin necesidad de la ayuda de alguien para salir adelante. Las condiciones que la señora Rita me mencionó junto con mis padres fueron muy claras, tanto que pensé que quizás no se me complicaría manejar la situación a pesar de escuchar que el chico con el que empezare a relacionarme es un poco terco y orgulloso, con respecto a temas que hacen referencia a la ceguera y más si un profesional intenta mencionárselo para llegar a ayudarlo.

Lo que quizás no me espere de todo este primer contrato antes de conocer a los padres del dichoso Leopold, fue que el problema que le encontraba a mi reciente trabajo es que tengo que ir hasta la ciudad de Helsingborg para comenzar con las terapias.

Lo que me imagino más es que tendré que viajar por autobús, aunque me tarde una hora a dos horas promedio, aunque estoy segura que en una media hora llegare. Además, recordando, debo de salir temprano de la universidad para viajar desde Bjuv hasta Helsingborg y aunque solo tenga a unos kilómetros a Helsingborg no quiera decir que no me llevare un cierto tiempo en llegar, lo peor de ello es que a veces suelo salir un poco tarde de la universidad, lo cual empieza a fastidiarme la idea de que tendré que interrumpir unos minutos de algunas clases para salir a la hora correcta.

El tiempo en que aquella conversación llego a durar, terminó por pasar tan rápido que para no atrasar más las cosas, me había dicho la señora Rita que hasta el fin de semana me recibiría su amiga, ya que ve más apropiado que me conocieran mejor ese día y me evaluaran primero antes de darme el empleo, así que no me negué a ello, ya que la decisión estaba dicha por los padres del chico.

De todas formas, ahora me encontraba dentro del auto de la mamá de mi mejor amiga, a pesar que Selene no se había negado en acompañarme para darme un poco de valor después de escuchar que los amigos de su madre son un poco serios y siguen las reglas al pie de la letra, intento darme en todo el camino la confianza necesaria para tener la valentía de enfrentarme a personas que ni siquiera conocía una pisca su carácter.

Desde la mañana mi madre me dio la mejor de las suertes así como papá me dio sus mejores consejos para motivarme y sentirme mejor, mi hermana… Bueno, no tengo mucho que decir de ella porque después que escucho que no pasaría todas las tardes con ella después de esto, la noche pasada se molestó conmigo que ni quiso que le diera el beso de las buenas noches, y ahora en la mañana no se presentó para despedirme o darme un aliento para que las cosas me salieran a la perfección. Arath desde la mañana me había enviado un mensaje diciendo que me calmara, que respirara hondo y pensara en positivo porque las cosas me saldrían mejor que lo esperaba, así que le agradecía también el apoyo a él.

Cuando ya eran las 11:00 am me di cuenta que empezábamos a llegar a Helsingborg, podía ver como muchas personas rodeaban la ciudad de diversas maneras que hasta rápido reconocí a los turistas que apreciaban la belleza de una de las ciudades más antiguas que conformaba la provincia de Escania como también una de las más visitadas de Suecia.

—El señor y la señora Engström nos atenderán hasta por la tarde, Liv. Por ahora lo que podemos hacer es darle una visita a la ciudad y luego vamos a almorzar, ¿les parece a ambas? —Miré a Selene quien sonreía encantada de la idea.

—A mí me parece perfecto —le dijo Selene a su mamá.

—No se preocupe por mi opinión, señora Rita. Lo que usted quiera y decida, por mí está bien —Selene me guiñó el ojo como aprobación.

—Siéntete cómoda, Liv. Eres la mejor amiga de mi hija y nos conocemos desde hace ya seis años y sabes que te quiero mucho como una hija, ¿no? —sonreí de una manera vergonzosa.

—Lo sé, señora, además sabe que Selene es como mi hermana también —mi amiga puso su mano en mi hombro.

—Y para que negar eso —agregó mi amiga.

Para mientras que visitábamos las calles de Helsingborg con Selene y su madre, nos dimos cuenta de varias cosas, el clima es más fresco de lo que pensábamos, la comida es deliciosa y los chicos que se encuentran por las zonas no se quedan atrás. La verdad, yo no soy de las personas que llegan a salir mucho de su casa y más cuando mi padre quedo ciego, las dificultades de salir se desnivelaron ya que mis padres solo pasan con su negocio, luego nació Aline y por supuesto, la que queda como su supervisora soy yo; las clases de la universidad agotaron mis salidas poco a poco al pasar los años; y aunque en vacaciones no hago más que leer libros y aprender otros idiomas cuando estoy ayudándoles a mis padres en el trabajo, no me esfuerzo mucho por separarme de ambos, por la idea que sé que en algún momento, ellos pueden necesitarme con cualquier cosa aunque se nieguen y me digan que puedo salir con mis amigos y darme un respiro que necesito en los pocos meses que tengo libre.




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