Ojos que no ven, amor que se siente

Capítulo 14: “Obediencia y paciencia son la mejor ciencia”

Camino al lado de Leopold mientras él baja cada uno de los escalones de las escaleras de su casa y a su vez, las va contando una por una. Hemos hecho el mismo ejercicio durante toda la tarde, ya que será una manera de como él pueda saber cuántos escalones debe de bajar y subir cuando quiera ir directo a la sala, a la cocina y en un futuro, salir de su casa; realmente esto le favorecerá mucho a él, después de todo, Leopold es quien quiso probar con las escaleras de la casa, así que yo no me negué a su petición, además, es una buena idea para irlo entrenando para que poco a poco vaya conociendo la parte baja de su casa aunque la idea de que use un bastón por cualquier cosa, lo he ido pensando a pesar que él pueda tomárselo mal, pero no quedara de otra que tenga que también usarlo porque una cosa es que conozca su casa pero el mundo exterior está lleno de más obstáculos en su camino, que no podrá evitar que usar un ayudante para que evite cualquier peligro.

Intenta no agarrarse del barandal cuando ya solo le faltan diez escalones, así que me acerco más a él y hago como si intentara agarrarlo por si se llegase a caer, no me quiero imaginar estar distraída y él en un tropiezo se venga rodando con los últimos escalones que le faltan, eso ya sería inaudito por mi parte en no concentrarme en lo que debo de estar, además debo de mantenerme atenta a cualquier cosa por el hecho de que la señora Veronika me tiene cada vez más vigilada y no necesariamente tiene que estar ella encima de mí, sino que el mismo personal de servicio me tiene en guardia. Pero de eso no me voy a quejar y tampoco intimidar, de todas formas, si la señora Veronika quiere comprobar que su hijo está seguro conmigo, pues eso se lo demostrare.

Además ella es la única que parece no estar satisfecha con mi llegada, ya que el señor Sven de nuevo me brindó su apoyo ante lo que hiciera con Leopold, así que se lo agradezco de todo corazón que él me permita darme un poco más de libertad, a pesar que no esté todo el día en casa y apenas tenga que verlo unos cuantos días. Realmente me impresionaba la conducta que todos tienen conmigo porque Elin a pesar que ha estado más ocupada con su obra de teatro y Katrin no le queda de otra que estarle enseñando a una nueva empleada todos los deberes en la casa, ambas parecen tratarme mejor que cualquiera de esta casa, que hasta varias veces me han comentado que ahora pertenezco a su familia y aunque Elin ha dicho esa clase de palabras en frente de su madre, sé que ella no opina lo mismo por los reflejos faciales que tiene de tensión, molesta y desagrado.

Y la verdad es que, ella no terminaría queriéndome como su nuera, porque conociéndola, ella busca alguien demasiado buena y adinerada para su hijo, y yo al principio le di muchos problemas a Leopold cuando nuestro comportamientos chocaban y eso sin decir que yo carezco de tener mucho dinero pero soy feliz con lo que ganan mis padres y ahora yo, porque eso hace que sigamos viviendo.

—Y veinticinco —Leopold llego a la sala principal.

—Con todas las veces que hemos repetido el ejercicio, sé te irán quedando el número de escalones y su posición para que no posiciones el pie en la orilla —le recomendé.

—No lo dudo, ¿cómo lo he hecho? —Tomé su mano para guiarlo hacia uno de los sofás.

—Bien, has hecho un gran proceso, creo que dentro de unos días comenzaremos con los ejercicios en el jardín —elevó sus cejas.

—Que bien, porque te juro que encontrarme encerrado la mayor parte del día y de la semana en la casa, ya empieza a hostigarme —reí.

—Aun no te hagas muchas ilusiones ¿ok? —Le anuncié —Falta mucho, aun tienes que conocer la distancia de las habitaciones, el lugar que queda cada una de ellas y si es posible, acostumbrarte de los objetos de tu alrededor —le sugerí.

—No será necesario lo último —parecía seguro de lo que decía.

—Por si no sentiste, estuviste a punto de botar un jarrón de rosas, tu pie choco con un tocador y si no quitabas la mano de la puerta, tu dedo pulgar hubiera quedado atrapado —le conté algunas cosas que observé durante la práctica.

— ¡Bien! Pero que sea pronto —seguía con ese entusiasmo.

— ¿Qué fue lo que me prometiste Engström? —quería escuchar que repitiera la promesa que hizo en mi casa.

—Ser paciente y colaborador —dijo frustrado de la impaciencia.

Miré a mi alrededor y me di cuenta que la casa resultaba ser silenciosa cuando los empleados se mantienen más ocupados de lo normal, apenas puedo escuchar el eco de la podadora y de algunos platos o cubiertos al ser guardados o lavados, la verdad es que no sé cómo Leopold llego a resistirse dos años en estar encerrado en su habitación sin hacer nada, porque apenas me estoy relajando y siento que ya debo de hacer algo para no llegar a aburrirme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.