Ojos que no ven, amor que se siente

Capítulo 20: “Crea fama y échate a dormir”

Los dolores de cabeza no llegarían a ser seguidos pero lo que sí es que serán insoportables y más cuando aparecieran en el momento menos adecuado, no sé cuántas ibuprofeno o aspirinas he llegado a tomar las últimas horas, pero lo que sé es que primero el doctor me prohibió ir a clases, porque, número uno, esforzaría los ojos y número dos, mi cabeza no está dispuesta a guardar o retener información; por un lado lo considero bueno porque no quiero que nadie me llegué a ver con los moretones y la cortada del labio pero también lo considero malo porque la siguiente semana son los exámenes finales y si no quiero reprobar debía de haber ido esta semana para recibir las clases de repaso, para que me ayudaran a recordar todo lo que he aprendido los últimos meses.

No sé qué voy a hacer, pero lo único que me queda es estudiar en la mañana para seguir con las prácticas de Leopold en la tarde, aunque la comparación de hoy es que desde la mañana estoy en la casa de él, donde además de enseñarle más el braille, le enseñe otra manera de cómo usar el celular sin necesidad de poder ver, ya que sé entero por medio de mis padres que ellos a pesar de ser ciegos, pueden ocuparlo sin ni un problema, haciendo que fuera otro método de comunicación más fácil.

Y cuál es ese método… Usando las notas de voz de las aplicaciones Whatsapp y Messenger. Además, también le mostré a Leopold en que lugares él llegaría a tocar para escuchar las notas de voz, sin complicarse en buscar en cualquier lugar.

No fue mucho el tiempo en que nos tardamos para decirle a Leopold en qué lado se encontraba el dibujo del micrófono, porque una vez que agarré su mano e hice que por medio de mi celular buscara dicho dibujo, ya a la décima vez, él aprendió por su cuenta a buscarlo donde con solo escuchar el sonido de cuando apretaba el micrófono, se llegaba a saber que ya empezaba a grabar una nota de voz.

Con sus padres les comunique también de dicho método, para que de igual manera lo ocuparan con él, ya que al no haber una necesidad de leer los mensajes, en esta ocasión se usara las notas de voz, por si Leopold quiere mantener una comunicación con un amigo o alguien cercano a él. De esta manera, al usar dicha técnica y ver las primeras pruebas para ver si funcionaban, el método resulto factible porque tanto a Leopold como a sus padres les agrado la idea de poder usar el celular y en cualquier caso, estar en comunicación por si Leopold necesita algo en algún momento.

Por primera vez, me alegraba de saber que los padres de Leopold y más la señora Veronika se encontraban dispuestos, emocionados y confiables a usar una de mis técnicas, aunque después del día en que ellos se presentaron en mi casa, su actitud conmigo ha cambiado, es decir, la señora Veronika no se ha molestado con los ejercicios que hago con Leopold, tampoco me hace malos gestos o tiende a discutir conmigo por cualquier motivo erróneo, ahora ella se mantiene atenta y dispuesta a colaborar con cualquier situación. Con el señor Sven, en realidad, todo sigue siendo igual ya que él jamás se atrevió a molestarme y mucho menos a contradecirse en las decisiones que tomara con su hijo, pero eso sí, en los últimos días ha llegado a ser más atento de lo normal, que me pregunta por cómo sigue mis ojos o si no tengo dolores de cabeza, haciendo que en ese instante comencemos con una conversación.

Con Elin y Jerker, las cosas son normales, aunque también su manera de preocuparse por mí es un poco frustrante, tanto que ahora comprendo porque Leopold no le gusta que su propia familia se mantenga en todo momento pendiente de sus movimientos.

— ¿Cómo sigue tu cabeza? —quité la mirada de mi libro para ver a Leopold.

—No comiences tú también. —Bufé molesta.

No me importaba que preguntaran por mi estado de salud pero prefiero que no sea a cada momento o por decirlo así, cada minuto que pasa del día, porque eso es más que estresante.

—Lo siento, pero recuerda que no puedo verte. Lo cual no se me hace fácil asimilar si ya no tienes los moretones debajo de los ojos o si no haces muecas de dolor por tu cabeza—me rasqué el cuello al darme cuenta que tiene razón.

Desde nuestra discusión en la fiesta, es difícil encontrar una conversación entre ambos, es como si algo llego a cambiar todo, haciendo que nos convirtiéramos inseguros de decir cualquier cosa que puede hacernos enojar o simplemente ponernos incomodos.

Por un lado, no tengo ni un problema en tratar con él porque de todas formas, seguir molesta con Leopold no me sirve de nada al saber que trabajo para su familia y más con él por sus tratamientos. Así que eso, lo consideré el lunes cuando él me preguntó si seguiría molesta pero descarte la idea luego cuando me di cuenta que no podemos trabajar de esa manera.

Además las explicaciones me las terminó por dar cuando menos las quería escuchar—lo digo porque me encontraba estudiando y él se puso a hablar del tema antes que me negara—y en fin, las escuché porque no tenía tapones para cubrirme los oídos en ese momento y evitar recordar quien provocó primero que saliera herida y acusada, ya que siempre seguía escuchando sus palabras y sería muy mala educación interrumpirlo cuando me gusto un instante verle suplicar para que lo perdonara.




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