“Un Asesino Que Se Toma Muchas Molestias”
❝En mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la policía para divertirme. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas.❞
—Jack El Destripador
31 de octubre por la madrugada.
¿Saben lo jodido que es tener que concentrarse a las dos de la mañana?
Bueno, pues lo es aún más cuando tienes la presión de que vidas dependen de ti.
Vine a la estación tan rápido como pude, Chase tardó un poco más porque se quedó dormido en el coche a la hora de salir de su casa. Keitha tuvo un pequeño inconveniente con su familia, son un poco sobreprotectores y no les parecía bien la idea de que su hija saliera de madrugada a ayudarnos a atrapar a un asesino.
Adara está fresca como una lechuga, cuando llegué ya estaba dándole un té a la madre de la desaparecida mientras volvía a leer sus anotaciones.
Stella Keint fue reportada como desaparecida a la media noche, sin embargo, la última vez que se le vió fue en una reunión con sus amigos, ellos se despidieron de ella a eso de las 10:30. Dicen haber intentado acompañarla, pero ella se negó, y como no iba tomada pensaron que era seguro dejarla ir.
Normalmente no le prestaríamos atención a un caso como este en tan poco tiempo de desaparición, pero Stella cumple con las características físicas de las víctimas de L’aveuglement, y el pueblo ahora mismo está en un estado de alerta total.
Interrogamos a los amigos con los que fue a cenar, y nadie pudo hacerse el sorprendido cuando vimos a Viktor entre ellos. Estuvimos casi una hora peleando con el señor Vent, pero logramos retener a su hijo en la estación. Sin esposas ni nada, pero estará aquí todo el tiempo que podamos retenerlo.
Al final él mismo estaba de acuerdo con quedarse, al parecer ya está harto de que las pocas pruebas que hay apunten en su contra, así que por fin está colaborando con nosotros.
—Hay algo que no nos ha dicho. —Murmura Adara mientras se acerca a mi con una taza de café en la mano.
—¿Por qué lo crees? —Pregunto mientras acepto la taza.
—Nunca quiso colaborar, ni siquiera cuando asesinaron a su novia de años, están muriendo los ligues que ha tenido por el pueblo y ni así mostró signos de querer ayudar.
»Algo pasó en estos días que lo hizo cambiar de opinión.
—¿Y qué podría ser? —Inquiero atento a lo que dice.
—No estoy segura, ya que no se le ha hecho una prueba psicológica, eso me ayudaría bastante, por el momento todo es especular. Sin embargo, podría decir que el hecho de que estén asesinando a tanta gente a su alrededor le ha hecho sentir miedo de ser el siguiente.
—Tiene sentido para mí.
Adara se aleja a la parte donde está la pequeña cocina para prepararse un café.
Al parecer tiene una adicción con dicha bebida.
La acompaño porque no hay momento en el que deje de pensar y me gusta escuchar sus teorías.
Voy detrás de ella, sin embargo, me detengo un momento cuando me doy cuenta de que tengo un zapato desabrochado. Cuando termino la veo examinando la alacena, encuentra lo que parece ser una caja de chocolates.
Raro, no recuerdo que alguien los haya comprado.
A menos que los haya traído ella.
—¿Quieres? —Me habla en cuanto se da cuenta de que estoy a su lado.
—¿Los compraste tú? — Pregunto mientras veo como se mete uno en la boca.
—No. —Murmura frunciendo el ceño.
»¿Qué carajos? —Toma una servilleta y escupe lo que tenía en la boca.
Dentro del chocolate hay una especie de gusano de apariencia blanquecina, con patas, y la cabeza de color marrón, más oscura que el cuerpo.
Cuando era pequeño tenía una colección de insectos, así que no me es difícil identificarlo como »la gallina ciega«.
Las larvas se alimentan de las raíces de las plantas, por lo que, si había alguna duda, podemos estar completamente seguros de que fueron puestas ahí a propósito.
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Editado: 17.08.2021