Ojos Que No Ven

CAPÍTULO 10

“El Final De La Historia De Un Asesino Que A Nadie Le Gustará”

Nosotros los asesinos seriales somos sus hijos, somos sus esposos, estamos en todas partes. Y habrá más de sus niños muertos mañana

— Ted Bundy

❦ D A R I E N ❦

31 de octubre

3:00 am.

 

Confusión.

 

Es lo único que puedo sentir en estos momentos.

 

—Chase, ¿podrías darnos un momento a solas? —Rezo para que me obedezca por una vez en la vida.

 

—¿Por qué-... Ohhhh —Hace una sonrisa mientras sube y baja las cejas repetidamente—. Ya entiendo..., galán —Me da un codazo en un costado y se va. Como si nada.

 

Volteo a ver a Adara y la noto a cada segundo más confundida.

 

—Escucha, lo que dices tiene sentido, no lo niego. Pero... —Busco algo que me pueda ayudar de momento a defenderlo—, ¿cómo explicas el asesinato del dependiente? No pudo ser él, estuvo con nosotros en todo momento.

 

—Pudo haber contratado a alguien. Te recuerdo que planeaba irse a investigar sin siquiera decírnoslo.

 

—Mira, sí puede ser que tengas un poco de razón —Me mira seriamente—, pero Chase es la persona más inofensiva que conozco. Ni siquiera sabe guardar secretos. Si de verdad fuera él ya me lo hubiera dicho.

 

—¿Cómo esperas que te diga algo de ese tipo?

 

—Me avisa cada que va al baño, y al volver me dice exactamente qué hizo y en qué cantidad.

 

Amaría que eso fuera una broma.

 

—¿Y cómo sabes que no era manipulación previa para que pensaras exactamente esto?

 

Touché.

 

—Entiendo, pero estás de acuerdo que necesitaremos pruebas, y no puedo acercarme a Chase y decirle “hey, ¿eres el asesino?”

 

—En eso sí tienes razón —Cede—, debemos tenerlo vigilado hoy. También a Viktor, si aparece el cuerpo antes entonces significa que ninguno de los dos es culpable.

 

—Ok, pero, si crees que Chase contrató a alguien para asesinar al dependiente, ¿qué te hace pensar que no le pedirá a esta persona que asesine a la chica?

 

—El dependiente tenía una daga con lo que parece ser el apodo del ignoto, eso sólo demuestra su egocentrismo. Era su intento de restregarnos en la cara un “miren, asesino a quien se me da la gana y ustedes no pueden hacer nada al respecto. Ah, y por cierto, quiero que se refieran a mí por mi apodo”. Y, por si no hubiera quedado claro con eso, lo reafirmó con los chocolates. —Señala la caja sin dejar de verme.

 

»Esa misma razón hace que no quiera que le quiten el “privilegio” de asesinar sus víctimas.

 

Woow.

 

A eso le llamo pensar mucho.

 

—¿Entonces cuál es el plan? ¿Sólo mantenerles vigilados?

 

—¿Se te ocurre algo más? —Refuta.

 

—Está bien entonces. 

 

—Uno debería revisar a uno y luego cambiar, eso me ayudaría para analizarlos.

 

—Perfecto, ¿con quién empiezas?

 

—¿Te parece con Chase?

 

—Sí, claro. —Suspiro resignado.

 

Más le vale que no sea él, me iría yo embarrado como cómplice al ser tan apegados y haberlo defendido.

 

Adara se queda junto Chase, yo no le quito el ojo de encima a los Casteli.

 

Seguimos repasando lo que ya hemos analizado trescientas veces, y continuamos sin encontrar lo que nos diga quién es el maldito asesino.

 

La ansiedad me posee, siento como si la cabeza me pesara y las sienes estuvieran a punto de explotar.

 

Una parte me dice que esto acabará más rápido de lo que me gustaría. La otra tiene miedo por descubrir quién será el causante de todo este lío.

 

Reviso el reloj después de un rato y ya son las 4 de la mañana, le hago una seña a Adara para que se acerque. Hablamos y decidimos cambiar “la guardia”.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.